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Javier Ramos, el rector accidental que torció el futuro de la Rey Juan Carlos

Javier Ramos, rector de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, en su comparecencia para hablar del máster de Cifuentes

Raquel Ejerique

Javier Ramos es un ingeniero que llegó a rector por accidente. No tocaban elecciones, él era un hombre a la sombra de los dos últimos rectores, presume de no saber de actualidad ni leyes y de que no le interesa la política ni el politiqueo: “Soy ingeniero”, suele zanjar como prueba de su carácter pragmático. Cuando saltó el escándalo de los plagios del rector Fernando Suárez, y tras tres meses de acreditados copia y pega, se celebraron unas elecciones anticipadas en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Había poco tiempo y Suárez quería que su familia académica siguiera diseñando los designios de la URJC, así que apoyó a Ramos como candidato a las elecciones. Las ganó apurado, con el 58% de votos, en febrero del año pasado

Era un fiel al gobierno de la URJC desde el inicio e incluso se había ocupado de asuntos tan espinosos como ofrecer a un opositor al rectorado, el profesor David Ríos, un trato para que retirara las demandas contra el entonces rector Pedro González Trevijano, hoy magistrado del Tribunal Constitucional a propuesta directa del Gobierno de Rajoy. En estas grabaciones se escucha a Ramos ofreciendo dinero o cargos, lo que quisiera Ríos, a cambio de retirar un contencioso que perjudicaba a Trevijano. El actual rector explicó nada más ganar que en esa conversación estaba “ironizando”.  

La Comunidad de Madrid, con Rafael Van Grieken como consejero de Educación, también dio su bendición a que Ramos se presentara a rector, según los asistentes a una reunión de altos cargos de la universidad. El consejero (profesor también de la URJC) y Ramos son amigos y coincidieron como vicerrectores de Trevijano. Pero también coincidieron en una defensa de cátedra. Ramos era el aspirante a catedrático y Van Grieken era parte del tribunal. Se juzgaba una plaza de Teoría de la Señal y Van Grieken, químico de formación (una disciplina que nada tiene que ver), dio su voto a Ramos, que ganó el puesto. 

A su llegada a Móstoles se empeñó en distanciarse de Suárez. Repitió que él ni era su delfín ni su candidato oficial y se marcó como línea maestra “dedicar un esfuerzo ímprobo para convencer de los datos reales y objetivos de nuestra universidad”. Ocupaba el rectorado tras el que parecía entonces el mayor escándalo de la historia de la URJC, los plagios, que quedaron impunes en la universidad y ni siquiera se investigaron.

Pese a que presume de ponerlo todo en cifras, encontrar algunos datos que deben ser públicos, así como el contenido de los acuerdos de gobierno o las cuentas de los institutos universitarios, es una tarea imposible en la web de la URJC. No existen o no están colgados, pese a que en muchos casos obliga la Ley de Transparencia.

Insultos en la cafetería

El rectorado de Ramos empezó regular. Al margen de la sombra que proyectaba su antecesor, a los pocos meses de tomar posesión anunció que quitaba 60 horas lectivas a cada  docente de la URJC para dárselas a nuevos profesores visitantes y asociados, según anunció en un mail. A propósito de esta medida se enzarzó en la cafetería con el profesor que había grabado el presunto intento de soborno al opositor David Ríos: “Eres un hijo de puta. Deseo que tu familia se divorcie de ti”, le espetó la máxima autoridad de la universidad al catedrático ante decenas de testigos. 

Pese a capítulos de tensión como este, siguió guiando por un año la universidad pública madrileña con las críticas indignadas de los opositores, que le acusaban de caciquismo, con el aplauso de un grupo cada vez más estrecho que le apoyaba, pero también con el enfado del sector de Fernando Suárez, que siente que el sucesor les ha traicionado. Ahora están en “guerra total”, según relatan algunas fuentes universitarias. El departamento de Derecho (el de Suárez) es el de mayor peso e influencia de la universidad y Ramos cuenta sobre todo con el sostén de teleco, muy minoritario dentro de la URJC.

Pero las cuitas internas de una universidad bajo sospecha de opacidad, plagios y contrataciones ilegales iban a ser el menor de sus problemas. El día 21 de marzo, eldiario.es publica que Cifuentes ha obtenido su máster en la URJC con notas falsificadas. En el rectorado hay un gabinete de crisis y Ramos toma la decisión equivocada por la que más tarde tuvo que pedir perdón y la que le costará la credibilidad a él y la universidad que representa.

Esa mañana llama a Enrique Álvarez Conde y Pablo Chico de la Cámara, los dos catedráticos de las asignaturas a las que Amalia Calonge ha cambiado la nota. Les pregunta qué pasó, y les hace firmar el relato por escrito. Aunque Ramos dijo haber llamado a todo el tribunal del TFM de Cifuentes, en realidad llama solo a la presidenta, Cecilia Rosado, que le dice que la defensa se produjo, lo contrario de lo que todo el tribunal dijo luego ante la jueza. Con esos mimbres, y con la presencia de una asesora de Cifuentes presionando en Rectorado para darle una coartada a la ya expresidenta, convoca una rueda de prensa de urgencia antes de mediodía.

Defiende, solemnemente, en directo, que el máster es legal y el cambio de “no presentado” a “notable” se debe a una “mala transcripción de las notas”. La explicación es tan inverosímil y quedan tantas preguntas sin contestar, que la comparecencia que pretendía despejar dudas abre una grieta de desconfianza en el rector y la universidad que representa que será muy difícil de sellar, ya que afecta directamente a la credibilidad, “el valor más importante de una universidad”, dice un alto cargo de otra. 

Declarará como testigo

Llamado a declarar como testigo por la jueza del Caso Cifuentes y apuntado como “vocal” de las irregularidades en la querella que ha dado origen a la investigación, inicia entonces una salida hacia adelante. Abre una investigación interna, pese a que el acta falsificada de TFM ha salido de su rectorado al mail de Cifuentes, algo que aún no ha explicado, y se blinda ante las preguntas: “No podemos contestar, el asunto está bajo investigación”. Ramos se dirige a la comunidad universitaria con correos universales en los que se encarga de recordar que llegará hasta el final pese a que él no era rector en el momento de los hechos (lo eran Trevijano durante el máster y Suárez en el cambio de notas) y pide que se le juzgue por su mandato, no por el caso Cifuentes. 

Acusado por Enrique Álvarez Conde como instigador de la falsificación, anuncia acciones legales contra él y el rectorado se construye un muro: no acepta preguntas en su segunda rueda de prensa, tras elevar el caso a la Fiscalía tras detectar indicios de “delito”. Lee unos folios custodiado por todos los vicerrectores, da la vuelta y se marcha. No más comparecencias públicas. Toda la información se canaliza por comunicados escritos. 

Con la investigación del máster Cifuentes abierta en el juzgado 51 de Madrid, al rector se le abren otros frentes bajo los pies. No solo por su gestión del caso, sino por nuevas sospechas de corrupción. Según ha publicado El País, creó una empresa con varios socios, EATC, que hace negocio con cursos de formación y que ocupa un polémico hangar aeronáutico en la propia Universidad: “Javier nos va a aportar muchas más cosas y de muchísimo más valor que la parte en metálico”, dice uno de sus socios en un correo publicado. Ramos ha negado irregularidades pese al contenido de sus propios mails en los que escribe cosas a sus socios como: “Me temo que aunque no sea ni abogado ni arquitecto ese pliego de condiciones me lo voy a escribir yo :-)”. En su consejo de Gobierno del viernes ha apuntado hacia su antecesor, Fernando Suárez: “No fue firmado por mí, sino por el anterior Rector, y siguió todo el procedimiento legal vigente”. 

También ha tenido que dar explicaciones por la contratación de varios arquitectos como funcionarios eventuales, una figura empleada normalmente para asesores, y que supondrán un gasto de más de 300.000 euros pese a que la URJC tiene su propia oficina técnica, como publicó eldiario.es: “Este tipo de contratación permite un ahorro económico para la universidad”, ha dicho ante el órgano ejecutivo de la universidad. Comisiones Obreras ha puesto un contencioso administrativo por este caso. 

De momento, el rector lo niega todo y defiende su puesto, apuntando a los medios de comunicación, justamente la estrategia que usó Cifuentes cuando se publicó el escándalo del máster: “El Equipo de Gobierno de la URJC quiere comunicar la sorpresa y frustración por el uso extensivo reciente de algunos titulares que no se corresponden con el conjunto de informaciones que encabezan”, decía uno de sus últimos comunicados.

El próximo 21 de junio tendrá que aclarar ante la jueza del 51 de instrucción de Madrid qué pasó aquella mañana del 21 de marzo. Pero antes tiene que pasar un examen: el 31 de mayo se elige el claustro de la URJC, el único órgano interno que puede deponer al rector y convocar elecciones de forma anticipada. Quienes quieren desalojarlo han tomado posición. El equipo de Javier Ramos apela mientras a una lucha conjunta obviando las sospechas sobre el líder: “Conseguiremos recuperar la confianza y demostrar a la Sociedad el buen nombre, la dignidad y el prestigio que la Universidad Rey Juan Carlos sabemos que tiene”.

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