La búsqueda del Arca de la Alianza se reactiva tras un hallazgo que conecta con el saqueo de Jerusalén
El Arca de la Alianza es uno de los objetos más citados en las escrituras hebreas y uno de los más enigmáticos de la tradición religiosa. Se describe como un cofre sagrado, hecho de madera de acacia recubierta de oro, que contenía las tablas con los Diez Mandamientos entregados a Moisés. Siempre según los relatos bíblicos, los israelitas lo transportaron durante su travesía por el desierto, lo colocaron en el Tabernáculo y más tarde en el Templo de Jerusalén.
A pesar de su importancia simbólica, su paradero se volvió incierto tras el saqueo de Jerusalén por los babilonios en el año 586 a. C. Frente a las múltiples hipótesis sobre su destino, el Vaticano mantiene una posición de reserva, sin respaldar oficialmente ninguna teoría sobre su localización actual ni validar hallazgos arqueológicos que pretendan identificarlo.
Un hallazgo en Shiló ofrece nuevas pistas sobre la ubicación del Tabernáculo
El último hallazgo en la ciudad antigua de Shiló ha reavivado el interés por este objeto perdido. Un equipo de arqueólogos dirigido por Scott Stripling ha sacado a la luz los restos de una estructura de la Edad del Hierro cuyas dimensiones y orientación coinciden con la descripción bíblica del Tabernáculo.
El investigador, entrevistado por The Christian Broadcasting Network, explicó que el edificio descubierto “está orientado de este a oeste y dividido en una proporción 2:1, justo como se detalla en las escrituras”. Esta proporción remite a la separación entre el espacio exterior y el Lugar Santísimo, donde se guardaba el Arca.
Además de la estructura, los arqueólogos encontraron más de 100.000 huesos de animales, en su mayoría de cabras, ovejas y vacas. Según los responsables de la excavación, una parte significativa de esos restos pertenecía al lado derecho de los animales, lo cual, en palabras del propio Stripling, encaja con las normas del Levítico, que reservaban esa parte para los sacrificios sacerdotales. En su intervención, el investigador afirmó que “las pruebas de rituales sacrificiales aquí son abrumadoras y coinciden con el relato bíblico de una forma difícil de ignorar”.
El equipo también descubrió una muralla interior que divide el recinto en dos áreas diferenciadas, una distribución compatible con la separación entre el espacio común y el área más sagrada del Tabernáculo. Esta configuración recuerda la disposición descrita en el Éxodo, donde se especifica que el Arca debía colocarse en un espacio cerrado por un velo, inaccesible incluso para los sacerdotes en circunstancias ordinarias. Según el texto bíblico, esa sala representaba la morada terrenal de la divinidad y cualquier transgresión en su acceso implicaba consecuencias mortales.
Entre los hallazgos más comentados por el equipo se encuentra un acceso monumental que, según Stripling, podría coincidir con la puerta principal de Shiló. Según recoge la misma fuente, el director de las excavaciones señaló la posibilidad de que ese acceso fuese el lugar en el que, según el Primer Libro de Samuel, murió el sumo sacerdote Elí tras recibir la noticia de la captura del Arca por parte de los filisteos. La mención bíblica incluye una escena concreta, en la que Elí, con 98 años y ya sin visión, cae de su asiento y muere al oír que el Arca había sido tomada.
Más allá de las implicaciones religiosas o simbólicas, el hallazgo de cerámica en la zona refuerza la datación de los restos y sugiere una ocupación continua en el periodo correspondiente al relato bíblico. Según Stripling, los fragmentos encontrados pertenecen al mismo marco temporal en el que, según el texto sagrado, el Tabernáculo estuvo activo antes de la construcción del Templo de Jerusalén.
La Santa Sede mantiene una postura cautelosa ante los nuevos descubrimientos arqueológicos
Por el momento, el Vaticano se ha mantenido al margen de este hallazgo, sin pronunciarse sobre su autenticidad ni otorgarle validez histórica o religiosa. Esta postura prudente responde a una tradición institucional de no intervenir en investigaciones arqueológicas cuya veracidad todavía esté en proceso de validación científica. En anteriores ocasiones, responsables vaticanos han recordado que “la Iglesia no entra a confirmar hallazgos materiales cuya interpretación permanece abierta en el ámbito de la arqueología”.
La prudencia no ha impedido, sin embargo, que este tipo de hallazgos activen debates intensos tanto entre investigadores como entre creyentes. Al margen de la interpretación final, el interés por el Arca parece que sigue vivo.
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