El avispón oriental avanza en Andalucía: una amenaza imparable para la apicultura y la agricultura
El avispón oriental (Vespa orientalis) se ha convertido en uno de los principales enemigos del campo andaluz. Su color rojizo con franjas amarillas es cada vez más habitual en la región y, según datos del proyecto ciudadano Invasión del avispón oriental en Andalucía, su presencia ha aumentado un 30% entre 2023 y 2024. Este crecimiento ha encendido las alarmas, especialmente entre los apicultores, que lo describen como “una máquina de matar colmenas”.
Detectado por primera vez en Algeciras en 2018, lo que parecía un caso aislado terminó convirtiéndose en una invasión progresiva. En apenas siete años se ha extendido a todas las provincias andaluzas, con Cádiz, Málaga y Sevilla como focos principales, además de Ceuta. También se han registrado avistamientos en Madrid, Alicante, Barcelona y Albacete, lo que hace temer una futura expansión nacional.
Una amenaza directa a la apicultura
El impacto sobre la apicultura es devastador. La Vespa orientalis es carnívora y se alimenta de abejas melíferas, esenciales para la polinización y la producción de miel. “Las devoran para nutrir a sus larvas y arrasan con las colmenas”, explica Leopoldo Castro, entomólogo de la Sociedad Española de Entomología. Solo en los últimos tres años, España ha perdido un 9% de sus explotaciones apícolas, según UPA Cádiz.
Daños millonarios en la agricultura
El problema no se limita a las abejas. El avispón oriental también ataca frutas como uvas, mangos e higos, perforándolas hasta dejarlas inservibles para la venta. Esto está provocando pérdidas económicas millonarias, no solo por la caída de la producción, sino también por los gastos de reposición de colmenas y las medidas de control.
Un riesgo también para las personas
El riesgo alcanza incluso a las personas. Al construir sus nidos en el suelo, el contacto accidental es frecuente. Aunque su picadura es similar a la de una avispa común, en grupo atacan con gran agresividad. Algunos afectados han llegado a reportar síntomas más intensos, como parálisis temporal en la zona de la picadura, según recoge UPA.
Una invasión sin marcha atrás
Los expertos coinciden en que la situación es irreversible. “Está aquí y aquí se va a quedar. Lo único posible son medidas paliativas”, advierte Florent Prunier, investigador de la Asociación de Educación Ambiental del Bosque. El especialista recuerda que la capacidad de expansión del avispón oriental es enorme, favorecida tanto por el cambio climático como por la falta de depredadores naturales en nuestro entorno.
Las medidas actuales pasan por la localización y retirada de nidos en zonas sensibles, sobre todo cerca de colmenares, escuelas y áreas urbanas con riesgo de contacto directo con la población. Sin embargo, los protocolos son complejos y requieren equipos especializados, ya que estos insectos muestran una conducta defensiva muy agresiva cuando perciben amenazas hacia su colonia.
Pese a los esfuerzos, los expertos reconocen que la erradicación total es imposible. La especie ya se ha asentado en varios puntos de Andalucía y su capacidad de reproducción y dispersión hace que sea inviable eliminarla por completo. Lo único que se puede hacer es reducir su impacto en la apicultura, la biodiversidad y la seguridad ciudadana.
Además, advierten que este tipo de especies invasoras suelen avanzar más rápido de lo esperado: cada año colonizan nuevas zonas y generan una presión añadida sobre las poblaciones de abejas, que ya de por sí están debilitadas por enfermedades, pesticidas y pérdida de hábitat. De ahí que los investigadores insistan en la necesidad de estrategias coordinadas entre administraciones y campañas de concienciación ciudadana, ya que la detección temprana de nidos puede marcar la diferencia en el control de la plaga.
El sector denuncia además la falta de acción institucional. “No existen métodos de control porque no está declarada como especie invasora”, critica Azucena González, de UPA Cádiz, quien reclama una mesa de trabajo entre apicultores, agricultores y administraciones. Mientras tanto, Andalucía afronta un desafío ambiental y económico que exige estrategias urgentes para mitigar los daños y garantizar la supervivencia de la apicultura y los cultivos más afectados.
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