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Vivillos

Pablo Iglesias interrogará mañana a Aznar durante su comparecencia en la comisión del Congreso sobre la 'caja b' del PP

Jesús Cintora

Paro y corrupción. Son los dos grandes problemas para los españoles, según el CIS. Hay otros asuntos que también preocupan, pero estos son los que más: tener algo en el bolsillo y que no nos lo birlen. Conviene recordarlo en estos días dispersos. Aznar y Solchaga han vuelto para recordárnoslo y mostrarnos lo que no debemos ser. Ni mentirosos con la corrupción, ni insensibles con los que defienden su trozo de pan.

Ha vuelto José Mari. Vuelve el hombre. El recórdman de velocidad, de abdominales, de invitados ilustres a una boda. La reaparición de Aznar da buena medida de cómo está el país. Agasajado, qué bien lo hizo, qué cojones tiene. La derecha se agarra a José María como soñando revivir aquello del Cid espantando a los enemigos después de muerto. José Mari cabalga de nuevo.

“Es un crack”, se oyó decir a uno de sus cachorros en el Congreso, porque Aznar vuelve como Don Limpio. Aunque el partido quedara lleno de porquería: caja B, financiación irregular, ex ministros que medraron y se lo llevaron… José Mari es Míster Proper, porque tiene esa fuerza que tanto siervo admira del amo. Castigador, altivo y perdonavidas. Arrogancia, sin escrúpulos y cara de cemento.

A Aznar le va muy bien. Y a Rato, Acebes, Cascos, Trillo, Cañete… Otros ven desde abajo que a ellos no les alcanzó su “milagro económico”. Al pueblo le ha dicho José Mari que no tiene que pedirle perdón “por nada”, que “de nada se arrepiente”y que se siente “muy orgulloso”. Con risas y palmas, el “nuevo PP” de Casado se fundió en un cálido abrazo con el líder incombustible y José Mari marchó a seguir llevándoselo caliente.

Calentito queda el gentío cuando observa a Chemari con ese “flow”. Esa piel, ese sentimiento por la gente de la calle. Ese combustible a chorros, como petróleo que viniera de Irak. Esa levitación tras perder el contacto con el suelo, que solo otro pasajero VIP como Solchaga nos ha sabido mostrar: “Yo pertenezco a la generación de estos pensionistas que se manifiestan todos los días y no tienen razón. Ninguno de ellos ha pagado ni la mitad de lo que perciben”. A mí me gusta la gasolina, dame más gasolina.

Carlos Solchaga, que sabe mucho de números, igual no sabe, o no quiere saber, que aquí hay gente que no cuadrará balances como él, pero hace todos los meses las cuentas de la casa. Hay abuelos que no serán economistas, pero tampoco son gilipollas. Les hablan de “recuperación”, pero ven lo que pagan de luz, de impuestos, de ayudas a los hijos o de cesta de la compra. Y a estas alturas de la vida, ellos saben que su pensión no la van a defender dando conferencias. Alguna de esas charlas en las que Solchaga cuenta lo buena que ha sido la reforma laboral. Esa con la que los trabajadores, que no tienen razón, han ido perdiendo dinero y derechos.

Para el exministro de Felipe, el gobierno de Sánchez “no está siendo brillante en la ejecución de sus responsabilidades”, los de Podemos son “pandilleros de barrio”y “el modelo ideal sería un pacto entre Ciudadanos y PSOE”. Y la arcadia feliz tendría sabios como Aznar y Solchaga guiando al pueblo. No lo descarten en estos tiempos exprés, de vivillos que siguen llevándoselo muerto, políticas de postureo y bombas que nunca se equivocan, porque son inteligentes.

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