¿Tú también, Bruto?

La última encuesta del CIS indica que la corrupción ya preocupa al 64% de los españoles, con un considerable aumento de 20 puntos sobre la del mes del octubre. Y aunque la cifra es preocupante también me tranquiliza, porque va a ser difícil que aumente más, ya que ese viene a ser el porcentaje de corruptos que hay en el país, un 36%, a tenor de las informaciones que cada día nos atragantan el desayuno.

Eso sí, mientras no haya mucha gente como Francisco Granados, líder del PPM (Partido Pútrido madrileño), que en las tertulias de la TDT Party se desmelenaba y se desgominaba contra los chorizos, siempre que su segunda actividad, la de exportar maletines a Suiza, se lo permitía. Es como estar en la procesión y tocando las campanas y nuestras partes pudendas, con las dos manos.

Si hablamos de corruptelas, lo que resulta inquietante es que los jóvenes de pura casta y de casta pura de Podemos no han perdido el tiempo para engrosar la lista de los presuntos trapaceros, con asuntos de menor entidad, todo hay que decirlo, pero sólo porque son catecúmenos, que vete tú a saber dónde les llevará esa moral relajada si algún día llegan a oficiar de verdad.

Es el caso de Iñigo Errejón (¿tú también, Bruto?), al que la Universidad de Málaga ha suspendido de empleo y sueldo por incumplir los términos de su contrato de investigación y compatibilizar su trabajo académico con la organización de su flamante organización. A lo mejor estos jóvenes cachorros tienen, como Dios, el don de la ubicuidad, que están todas partes y no están ninguna. En ninguna que no se cobre.

Lo más decepcionante en este caso -como en el de Pablo Iglesias, acusado por un ex socio de cobrar en negro- no es el hecho en sí, sino la explicación ofrecida, en la que asegura que el contubernio castizo fascista de periodistas y políticos quiere hundir a su partido por métodos antidemocráticos para perjudicar al pueblo transversal. Que es exactamente lo que dice el PP, con la salvedad de que en su caso es la prensa roja la que quiere destruirle, y por ende, destruir España.

Tirar la primera piedra

Lo que no es de recibo es que el partido de la Gürtel o el partido de los ERES se dispongan a tirar la primera piedra, incluso antes de que los neófitos líderes de Podemos den las pertinentes explicaciones, que si en su casa cuecen habas, en el PP y en el PSOE las cuecen a calderadas, y en el caso de Rajoy y sus compinches, además, se las llevan calentitas en sobres bien abultados.

Quien sí puede tirar la primera piedra, de momento una chinita, es este su seguro servidor y todos aquellos que jamás han sido financiados en negro, ni defraudado a Hacienda, ni cobrado de más en ninguna Universidad. Y suplicamos una explicación, ahora que todavía están a tiempo, eso sí, sin que me riñan desde su altísima cátedra de jóvenes sabihondos, que ya sé que son más listos que yo, que aunque también pasé por la Universidad, eso sí, sin cobrar, la Universidad apenas pasó por mí. También es cierto que donde cursé no era la Facultad de Políticas, que eso sí que da lustre.

Espero de todo corazón y de todo colon, que tanto Errejón como Iglesias aprovechen esta lección de humildad, si su mucha soberbia se lo permite, que donde las dan las toman y en casa del herrero, cuchillo de palo, como dice el pueblo soberano y transversal (antes llamado sindicato vertical), innovadora expresión política tan bien adaptada por Podemos. Es lo que tiene tener estudios.