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Más de 800 beneficiarios y 200 trabajadoras temen por el futuro de la dependencia en Jaén

María, en la cama desde hace meses, junto a su marido y la auxiliar que los atiende a ambos.

Concha Araújo

Jaén —

María tiene 90 años y hace siete meses que no puede levantarse de la cama. Hasta ese momento, y durante los últimos dos años, Mari Luz ha sido una ayuda indispensable. “Yo, sin ella, no sé qué haría”, dice emocionándose hasta las lágrimas. Mari Luz Contreras es la auxiliar de ayuda a domicilio que, a diario, se ocupa de su aseo personal, la limpieza de la casa, la comida y la ropa. También supone compañía y una conexión con el mundo que ahora ve peligrar ante la decisión del alcalde de Jaén de renunciar a la prestación, porque el Consistorio afirma que la Junta acumula una deuda de dos millones de euros con el Ayuntamiento a cuenta de este servicio.

Los usuarios temen que esa decisión ponga en peligro una asistencia indispensable para sus vidas y que no podrían pagar. Tomás Beltrán (92 años) es el esposo de María. Dice que si dejaran de recibir esta ayuda “no sé qué iba a pasar, porque estamos los dos solos, yo no tengo hijos”. La cuidadora no es sólo ayuda doméstica, “es como familia, porque aquí no viene casi nadie. Yo tengo dos hermanas, pero son casi tan viejas como yo, sólo pueden venir un rato de vez en cuando, de visita”, explica.

La pareja vive de la pensión de Tomás, “pagas la luz, la contribución; cuando tenga que pagarle a otro… Es que no te llega. Y si no ayudan nada, pues yo no sé”, plantea. La atención domiciliaria les ha permitido seguir en la casa en la que viven desde hace 62 años. La auxiliar cuenta que “algunos de sus amigos han optado por ir a una residencia, pero María no está segura y no queremos precipitarlo”. María matiza: “Yo no me quiero ir de mi casa”.

Hasta el verano pasado, Mari Luz sólo acudía dos horas y 40 minutos por las mañanas. Ahora también va una hora, por la tarde, para cuidar de Tomás. Ese complemento no es enteramente gratuito, él paga una parte. “María tiene la ley de dependencia completa, pero Tomás abona una parte ¿y ese dinero dónde está? No todo es gratuito, hay una inmensa mayoría de gente que abona una parte de la ayuda y que lo paga como un recibo más del Ayuntamiento ¿dónde está ese dinero?”, interroga.

Se les deben dos meses a los trabajadores

La cadena de impagos repercute en las trabajadoras del servicio que lo notan en sus nóminas. Les deben dos meses. Ellas apelan a que hay tres entidades en liza y “cada uno tendrá que poner algo de su parte” para mantener las prestaciones y el empleo. “Estas cosas las podrían haber hablado de puertas para adentro y solucionarlas. No poner el malestar que le han puesto a los usuarios y a mucha gente que no lo entiende”, señala Jacinta Jiménez. Ella también es auxiliar y atiende a cuatro personas.

Entre sus usuarios hay una mujer joven, con problemas psíquicos y sin familia: “A la chica que atiendo por la mañana, yo ya la veo venir. El que yo no pueda ir va a suponer una crisis y un ingreso en psiquiatría, porque ella ya me ha cogido como su punto de apoyo y sólo de pensar que yo no pueda ir...”. Jacinta deja la frase en el aire.

Para trabajadoras y usuarios, el debate no es solamente económico. Todos los consultados señalan que en la atención va mucho más que aseo personal, limpieza doméstica o comida. Es la posibilidad de mantener la autonomía personal. Es el caso de Petra López (72 años) y Custodio Cobo (78). A él, una ventriculitis lo dejó casi inmóvil hace siete años. También ha perdido la audición –“le escribimos las cosas para comunicarnos con él”, dice Jacinta- y necesita atención constante.

Esta familia optó por un centro de día, en lugar del internamiento. Cada mañana su mujer lo acompaña, hace la compra y vuelve a casa para ocuparse de las tareas domésticas. También lo recogía por las tardes, pero cada vez era más arriesgado. “Yo tengo fatal las rodillas”, dice, y sus hijos trabajan también por la tarde. Así que pidió ayuda para que alguien se ocupe de recoger a su marido por las tardes, pasee con él para estimularlo y lo lleve a casa. Es la hora que le dedica cada día Jacinta.

Para Petra todo es inexplicable. “No me explico, si saben que están haciendo un trabajo genial, porque son cariñosas, porque estas personas lo necesitan… No me explico que lleven tres meses sin cobrar”. Tampoco entiende la postura del Ayuntamiento de Jaén: “A primeros de año hacen los presupuestos y tienen la partida para la Dependencia ¿por qué ahora no hay, si ese dinero lo conocen desde primeros de año? En vez de gastar en otras cosas, que no hacen tanta falta, que no lo gasten y que atiendan a quien lo necesita”.

Su marido no tiene pensión. Es la paga de Petra la que cubre los gastos familiares. La ayuda que reciben “no podría pagarla. Iría con mil apuros a recogerlo yo misma. Con mi pensión mantengo mi casa y la parte de la residencia; no podría sacar más”. Aún así cree que su caso no es extremo. “Pero ¿cuántas criaturas están en una cama? Si no van estas mujeres ¿qué hacen? Es que desde que entraron en lo único que se están fijando es en la ley de la Dependencia. Y que no es justo”.

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