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Carlos Berzosa: “Somos un país de mucha queja y poca reivindicación, se puede cambiar las cosas”

Carlos Berzosa (Raúl Solís)

Javier Ramajo

Carlos Berzosa, catedrático de Economía Aplicada y exrector de la Universidad Complutense de Madrid, está embarcado en Izquierda Abierta. Viene de participar en la I Escuela de Verano que la formación ha celebrado en Castell de Ferro (Granada) junto a Gaspar Llamazares, Luís García Montero o Almudena Grandes.

Al también presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado le toca bailar en este partido con una pareja complicada como es plantear un nuevo Modelo Económico y Social diferente al actual. Sobre él habla con el eldiario.es/andalucia, entre un moderado optimismo, la necesidad de remover el actual sistema y la moviliación social como motor de cambio a las circunstancias actuales.

¿Le daría esperanzas a quien lea esta entrevista en cuanto a una hipotética salida de la crisis?

La salida de la crisis está complicada. Aunque hay indicios leves de alguna mejora, es una mejora dentro de la enfermedad. El problema es que han dejado a mucha gente en la cuneta, que se han deteriorado los derechos de los trabajadores, que se ha abaratado la mano de obra y los contratos laborales, y que se ha incrementado muchísimo el trabajo a tiempo parcial.

Si hay salida a esta crisis va a ser a base de recuperar los beneficios a costa de los trabajadores y con recortes al Estado del Bienestar, como ya estamos viviendo y sufriendo. Mientras los ricos tienen muchas ganancias, se mandan el dinero a Suiza y les dan amnistía fiscal, el resto estamos soportando, unos más que otros, los recortes y las rebajas salariales. Va a ser una salida de la crisis a favor de los ricos y en contra de las clases medias y las de abajo.

¿Cómo ve España dentro de diez años?

Pues si siguen gobernando los mismos que están y no hay grandes cambios sociales, lo veo peor. Veo que va a crecer la desigualdad y la pobreza, la precariedad en el empleo, los derechos laborales estarán muy limitados. Veo que vamos a tener un sector que se va a enriquecer más todavía, la élite pequeña del 1% pero también las clases medias de alto nivel profesional, ejecutivos y empresas que también se van a enriquecer. Por contra, con el actual se va a empobrecer toda la clase media y toda la clase trabajadora. No sé dónde vamos a caer, con los recortes en las pensiones, en educación y en sanidad. Pero yo soy optimista y creo que la gente puede cambiar las cosas.

Entonces, ¿son tales los brotes verdes que dicen?

Los brotes verdes no se ven. Lo que ha pasado es que la situación, que era mala, ha tenido una leve mejoría. No ha ido a peor. Nos dicen “hemos decrecido menos de lo que se esperaba”. Bueno, pero hemos decrecido. “Ha subido el IPC menos de lo que se esperaba”. Vale, pero ha crecido. Al final, seguimos empeorando y los datos reales señalan que la renta de la mayor parte de las familias españolas ha empeorado. Tenemos menos dinero para consumir y para poder ahorrar. Y eso se nota. Si no hay consumo es muy difícil que se recupere la actividad económica empresarial. ¿Cómo se va a invertir y generar empleo si no hay consumo, si no hay demanda?

Si no hay crédito, por otra parte, es muy difícil que funcione la empresa o la familia. El crédito no fluye y entonces...Son elementos básicos que no están resueltos: la recuperación del consumo, el crédito. Hemos visto que España creció mucho gracias a la construcción, pero ¿qué motores tenemos ahora para crecer? La construcción puede recuperarse algo pero tenemos que crear motores nuevos. Elementos positivos hay en las exportaciones, o en el turismo. Son elementos importantes pero no suficientes para salir de la crisis. En las grandes crisis como ésta siempre hay ciclos dentro del ciclo. A la recuperación final no se llega con leves mejorías. Eso todavía está lejos.

¿Pero se llegará con el actual modelo económico y social?

Con este modelo de desarrollo y con las políticas económicas que se están haciendo, no hay salida de momento. Y va a costar rehacer otra vez todo lo que la crisis ha creado, si es que se rehace. Hay dos posibles salidas siempre que la izquierda sea capaz de cambiar esta relación de fuerzas. Para ello necesita hacer otra propuestas de política económica, que sean posibles, factibles y realistas. Eso requiere un cambio en las relaciones de fuerzas, más allá del PSOE, que ha sido muy convencional en política económica.

¿Cómo? ¿Con qué tipo de política?

Una cuestión importante es la política fiscal. En España hemos ido hacia atrás en la fiscalidad, que afecta al impuesto sobre la renta y que desde Aznar ha ido hacia una regresión en los tramos más elevados de la renta. No hay impuestos altos a grandes fortunas. A la gente que es más rica los impuestos los tratan muy bien. Ahí hay que hacer un esfuerzo considerable y significativo. También contra el fraude. Con ese dinero se podrían hacer políticas sociales de muy distinto tipo.

La reforma fiscal es una posible solución. Pero no sólo es esa, sino también el hecho de ser beligerante con el cumplimiento de la ley. Y hay muchas más. Buscar también un gasto público progresivo que beneficie a las personas que están más necesitadas con políticas sociales. El gasto público a veces supone despilfarro, derroche y mal uso de los recursos públicos. Hay que ser progresivo, tanto en el impuesto sobre la renta como en el gasto.

¿Peligra de manera próxima el actual sistema o es algo inamovible a corto-medio plazo?

Las cosas son inamovibles hasta que dejan de serlo. Muchas veces ha costado tiempo, muchas reivindicaciones, mucho trabajo y esfuerzo, y sin embargo al final se han conseguido. No del todo, porque no siempre se consigue todo lo que uno quiere y aspira, pero sí se han conseguido cosas parciales. Y gracias a esas victorias parciales pues hemos avanzado en derechos, en igualdad de oportunidades, en igualdad de género…

Las cosas no se consiguen de un día para otro. Desde luego, si no se lucha, es muy difícil conseguirlas. Porque el poder nunca cede. Cede frente a la presión. Pero si gobiernan y nadie les dice nada, pues hala, esto es el reino de la riqueza y de la impunidad. En este sentido, yo soy optimista y pienso que habrá reacciones. Y muchas veces las reacciones se producen cuando menos se esperan. ¿Quién nos iba a decir lo que pasó en Túnez y que sirvió de detonante para otras rebeliones?

Los movimientos sociales y los conflictos nunca son previsibles. Luego los expertos los analizan y dicen que sí, que había una sensación de malestar y tal...pero no son previsibles. Cualquier chispa puede encender. Pero nunca son fáciles de predecir. ¿Quién nos iba a decir a nosotros que un día iba a caer el Muro de Berlín, que se iba a producir la Primavera Árabe, o tantas cosas que han sucedido?

¿Y qué chispas observa actualmente en nuestro país?

Hay muchas chispas. Por ejemplo, el paro juvenil es muy alto, los empleos que consiguen los jóvenes son muy precarios, tenemos licenciados y gente con másteres que no encuentra empleo, las familias se están empobreciendo, la desigualdad ha crecido… Lo estamos viendo en Brasil, Perú o en Turquía, que estaban creciendo mucho económicamente y hay una rebelión, una rebelión de las clases medias, de estudiantes, de jóvenes que no tienen oportunidades. Y son éstos los países que los economistas oficiales nos dicen que son exitosos. El caldo de cultivo existe, lo que pasa es que debe haber una mecha que lo encienda. En España aún está el colchón de la familia, que protege a la gente. Pero también la gente quiere vivir su propia vida, emanciparse, o no tener que irse del país para poder trabajar. Eso es lo que yo creo que en algún momento generará más tensión.

La ciudadanía se lamenta de que no se le deja participar en la vida política ¿Qué le parecen los presupuestos participativos? Entraron en muchos ayuntamientos pero no han dado el salto a niveles autonómico o estatal ¿Ve posibilidades?

A medida que avanzamos hacia arriba es más complicado. Los niveles locales son más sencillos porque la participación de la gente es más cercana, pero sería bueno comenzar por ahí y hacer extensivo los presupuestos participativos en más ayuntamientos de los que ahora los tienen. Sería una política de abajo a arriba. En las comunidades autónomas también debía de ser una exigencia. Ya a nivel del Estado la cosa se complica. Pero hay que buscar fórmulas de mediación para llevar a cabo este tipo de presupuestos.

En Andalucía, por ejemplo, ¿se le podría exigir al gobierno de coalición PSOE-IU que los presupuestos de la comunidad autónoma fueran participativos?

Sí, es lo que hay que pedirle, que haga políticas de izquierda. No están aquí para hacer lo que le dicen desde arriba sino para hacer políticas diferentes y distintas. Una manera de diferenciarse de las posiciones de la derecha es hacer una política más comunicativa con el ciudadano, no sólo votar cada cuatro años sino que la gente participe en las decisiones que nos incumben.

Los españoles somos un país de mucha queja y poca reivindicación. Hay sectores que sí, que reivindicamos y nos manifestamos, pero la gente lo que suele hacer es despotricar en el bar. Hay que imbuir en la gente la idea de que se pueden cambiar las cosas. En España se han cambiado muchas cosas y gracias a la lucha de colectivos, de muchas reivindicaciones que dieron sus frutos en mejoras sociales en su momento.

El movimiento 15M tiene entre sus propuestas ese aumento de la participación social.

Es muy importante. El 15M además contaba con la simpatía de gran parte de la ciudadanía española, a raíz de lo que decían las encuestas y los sondeos, ponía el dedo en la llaga en que la democracia tal como está no nos gusta. Es una manera de crear conciencia para cambiar las cosas. El problema del movimiento 15M es que se ha desvanecido bastante. Fue un empuje muy bueno para la sociedad española pero ahora está un poco desaparecido. Pero en fin, muchas cosas de las que planteaban es bueno recogerlas. Porque la ciudadanía, aunque no reivindique o se limite a despotricar en el bar, como decía, sí es consciente de la situación de deterioro en la que hemos caído, y de ahí viene la calificación tan negativa de los partidos. Eso habría que canalizarlo políticamente.

¿Cuál es el mejor modelo de financiación que se podría aplicar actualmente en España?

El modelo de financiación autonómica es complicado. Se pueden hacer mejores modelos que los que hay ahora pero siempre es complicado, porque vivimos en una economía interdependiente. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid dice que recibe menos de lo que debería porque ingresa a Hacienda más impuestos de los que le llegan del Gobierno central. Ese argumento no es válido del todo, hay que pulirlo y ver qué empresas están generando actividad fuera de Madrid aunque paguen en Madrid los impuestos de toda la actividad que realizan en España.

Por otro lado, hay otras comunidades autónomas que tienen grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla) que generan unos ingresos pero, sobre todo, unos gastos diferentes, porque su dimensión urbana requiere de grandes infraestructuras (metros, carreteras, etc.) para servir a las periferias y donde se recauda más. Sin duda, hay comunidades más perjudicadas que otras. Que Madrid ha cumplido y ahora paga los platos rotos tampoco es verdad.

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