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El blog Opinions pretende ser un espacio de reflexión, de opinión y de debate. Una mirada con vocación de reflejar la pluralidad de la sociedad catalana y también con la voluntad de explicar Cataluña al resto de España.

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No le digáis a mi madre que soy federalista

Siscu Baiges

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Ser federalista es una de las peores decisiones que se puede tomar ahora. Para los independentistas –los de toda la vida pero, sobre todo, los recién llegados- ser federalista es “lo peor”. Mucho peor que ser españolista, unionista o catalanista a secas. El uso del término “federalista” genera una urticaria un tanto incomprensible en los convencidos de la causa de la separación de Catalunya de España.

Un amigo me animó a firmar un Manifiesto pre-electoral que defendía el federalismo de izquierdas. Lo hice y algunos conocidos me han abroncado por tomar esa decisión. Como que me apellido Baiges, aparezco en los primeros lugares de las listas ordenadas alfabéticamente. Eso me ha hecho especialmente visible en un listado que supera de largo el centenar de nombres.

Los que me lo recriminan, consideran que mi opción es un intento de socavar el apoyo al independentismo, lo que ahora conviene. Cuando he explicado que más que federalista me siento de izquierdas y que entiendo el federalismo como un instrumento para resolver el encaje entre comunidades y de repartir de forma correcta y solidaria sus ingresos e inversiones, me han respondido que en España no hay federalistas y que los que se identifican así solo pretenden frenar la marcha hacia la independencia de Catalunya. Consideran que el federalismo ha fracasado antes de ser probado.

Estuve en Taradell, población de la Catalunya central donde el catalanismo y el independentismo han tenido siempre una gran preeminencia, hace unos días en una comida con una trentena de comensales. Pensé que si en pleno ágape soltaba que era “federalista” no tendríamos la fiesta en paz.

Los armarios que dejaron vacíos los homosexuales al irlos abandonando en los últimos tiempos, se están llenando, estos días, de federalistas que no quieren discutir con sus amigos que han visto la luz del Estado propio. Salvo algunos despistados que andan firmando manifiestos.

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