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“Me gusta que hombres y mujeres tengan los mismos derechos. Si eso es ser activista o feminista, lo soy”

Patricia Campos, piloto, escritora y futbolista, en Valencia

Miguel Giménez

Valencia —

Patricia Campos (Onda, 1977) regresa este mismo fin de semana a Honolulú, Hawai (Estados Unidos) tras un intenso mes a caballo entre la península -donde está promocionando su libro: 'Tierra, Mar y Aire. El testimonio de una mujer que quiso cambiar el mundo' (Roca Editorial)- y Uganda -donde desarrolla labores de voluntariado con niños y mujeres enfermos de VIH-, pero antes nos atiende en Valencia, entre entre dos visitas a otras tantas emisoras de radio. Trabaja como entrenadora de un equipo de fútbol norteamericano, el Honolulu Bulls Soccer Club, después de dejar definitivamente la Armada, donde se convirtió en la primera mujer piloto de reactor militar en España.

Lo primero de todo, ¿sorprendida tras el debú como escritora?

Yo soy una escritora novel y no esperaba que gustara tanto. Estoy muy contenta de ver cómo gente que no me conoce de nada me diga que les ha encantado el libro. Es una gran satisfacción porque yo acabo de comenzar a escribir. Sé un poco de volar y de fútbol, pero de escribir no lo había hecho nunca y me ha costado mucho intentar transmitir mis sentimientos y que se entendieran.

¿Cómo surge la idea de escribir 'Tierra, Mar y Aire'?

Pues la verdad es que de una forma casual. Me decían: “Tienes una vida de película, tienes que escribir un libro”. Pero yo no lo veía así, era mi vida y lo veía normal. Es con la excedencia de las Fuerzas Armadas cuando interiorizo todo lo que había vivido y entonces decidí que debía aportar mi granito de vida a la sociedad. Creo que se lo debía a todas las mujeres que han muerto por defender los derechos humanos, contar todo lo que estaba viviendo como mujer y como homosexual.

Has roto muchas barreras en tu vida, en diferentes etapas, desde jugar al fútbol con niños a los que les costaba aceptar que una niña podía jugar mejor que ellos hasta entrar en un ejército masculinizado y convertirte en la primera mujer piloto de reactor de España...

Y todas ellas han sido retos, cada uno en su momento, y me han costado pero he contado con el respaldo de personas como mi madre y los he afrontado pensando en cada situación que eso era lo más importante para mí. Es cierto que en África -siendo mujer y blanca- ha sido donde más miedo he pasado por las circunstancias. Tal vez ha sido temerario.

Tu vida está llena de contrastes...

Cierto, he pasado de volar aviones y tener una vida muy cómoda a irme a Uganda donde no tienes ni ducha ni un simple wáter.

¿Y te consideras una activista?

A mí lo que no me gustan son las injusticias. No está claro que una mujer en 2016 no tenga el mismo salario que un hombre. No veo bien que tengan que pasar 75 años para que esto se iguale o 150 años para que en África todas las niñas tengan misma educación, igual que tampoco veo bien los matrimonios infantiles. Me gustan los derechos humanos para todos, tanto hombres como mujeres. Si eso es ser activista o feminista, lo soy. Yo soy feminista desde antes de conocer lo que quería decir la palabra.

En este sentido, ¿todavía queda mucho por hacer?

Hemos progresado, pero aún queda mucho camino por recorrer. La sociedad tiene una visión tergiversada de la experiencia de lo que es ser una mujer o ser homosexual. Legalmente tenemos los mismos derechos, pero en la vida real no es así: En Madrid se han pegado palizas a homosexuales y en Valencia han insultado y amenazado a amigos míos por creer que lo eran. Yo no me atrevería al cien por cien a ir de la mano de mi pareja por la calle. Y para que esto cambie, se tiene que trabajar desde el colegio y en las familias. Si se tratara a las mujer con respeto e igualdad, el mundo iría mucho mejor.

Respecto a tu paso por el ejército, si pudieras volver atrás ¿cambiarías algo?

Desde luego, volvería a ingresar en la Armada. Lo que sí que es cierto es que, con la experiencia y la madurez que tengo ahora, tal vez haría las cosas de forma diferente. Igual ahora no intentaría ocultar mi identidad sexual, pero en ese momento eres joven, tienes menos información, por una cuestión de supervivencia porque tienes miedo a que te hagan más mal del que te están haciendo.

La vida en el ejército fue dura y frustrante...

Sí, era la única mujer y tuve la suerte de conocer a dos personas que eran maravillosas que me ayudaron en la medida de sus posibilidades aconsejándome. Me hubiera gustado encontrarme con alguna mujer o con más respaldo de mis compañeros, aunque no fue el caso. Pero sobreviví. No obstante, soy piloto y siempre lo seré y si las cosas cambian en la Armada, si las condiciones y las personas fueran diferentes, a mí me gustaría regresar. Lo que no puedo hacer es trabajar con gente que no comparte mis valores como ser humano.

Y ahora trabajas como entrenadora de fútbol en Estados Unidos, algo impensable en España.

España tiene muchas cosas buenas, pero el mundo del fútbol es muy machista y tendrán que pasar muchos años antes de poder ver a una mujer entrenadora. A mí me gustaría que a las mujeres se nos valorara por nuestros méritos profesionales, y no por nuestro sexo, porque estamos perdiendo un gran potencial. Exjugadoras internacionales que tienen el carné tal vez serían grandísimas entrenadoras, porque para estar en un banquillo nada tiene que ver si eres hombre o mujer. Tienes que tener unos conocimientos y saber transmitirlos. Desgraciadamente, en España, el deporte femenino está infravalorado, a pesar de que está dando grandes triunfos. En Estados Unidos, sin conocerme, simplemente por tener la licencia de entrenadora y pasar unas pruebas, puedo entrenar de forma profesional, porque creen que puedo aportar algo positivo.

Y ahora estás en Hawai

Sí, y muy contenta a pesar de que inicialmente yo creía que irme a Hawai sería un paso atrás en el plano profesional. Es un lugar que es diferente a pesar de ser Estados Unidos, en el que su deporte es el fútbol, no como en el continente, entrenando a jugadoras muy buenas, tres de ellas en la selección nacional, y con un equipo -Honolulu Bulls Soccer Club- con el que hemos ganado la liga.

Desde luego, como comentábamos antes, el deporte femenino es otra cosa en Estados Unidos

Para empezar, son profesionales. De hecho, el Congreso ha aprobado ahora una ley por la que las mujeres que son llamadas por el equipo nacional cobran lo mismo que los hombres. Y esto se justifica en el hecho de que la selección nacional femenina ha ganado dos o tres mundiales. La selección masculina, ninguno.

Pero tu vida no sólo se centra en tu profesión como entrenadora, también es muy importante para ti el voluntariado. ¿Cómo surge la idea de irte a África?

Pues por medio de un proyecto que se llama 'Fútbol sin fronteras', que tiene varias bases, y decidí marcharme a Uganda por la situación de la mujer en ese país. Ahora soy independiente, cojo mis botas de fútbol y unos balones y me voy para allá.

La vida de la mujer en Uganda es muy, muy difícil...

La vida de las mujeres allí no tiene ningún valor, su opinión no pinta nada. Se les practica la ablación, se les viola, se les contagia el Sida... Yo quería estimularles y hacerles entender que una mujer también puede estudiar y hacer deporte.

Y cuando llegas allí por primera vez...

Imagina, una chica blanca que juega al fútbol... todos me decían: “Tú eres un hombre”. No ven bien que una persona blanca les diga lo que tienen que hacer y dirija un equipo de fútbol, y menos una mujer, y costó mucho que dejaran a sus mujeres o hijas jugar conmigo.

Y además, como cuentas en el libro has pasado miedo...

Yo iba corriendo a todas partes y estaba asustada todos los días, porque tenía un trayecto de hora y media para ir y volver a la escuela y se sabía perfectamente mi recorrido. También he estado muy enferma, y es cierto que he vivido experiencias que no le deseo a nadie. Y cuando estás allí, pasándolo mal, no pienso en ningún momento en volverme a España porque creo que tengo que acabar mi misión. Es más, a pesar de todo decido regresar a Uganda porque quiero compartir cosas con ellos y pienso que si no vuelvo, les dejo desamparados, aunque sé que es una temeridad, y más después de haber escrito 'Tierra, Mar y Aire'.

Y teniendo en cuenta como se trata a los homosexuales en Uganda, ¿no tienes miedo a que llegue el contenido del libro hasta allí?

Sí que tengo miedo, porque aunque el libro esté editado en español, a través de las redes sociales podría llegar a conocerse mi condición de homosexual. Y es cierto que ha habido quien me ha preguntado si he escrito un libro, pero no me ha dicho nada más. Yo intento disimular y pasar desapercibida, pero es muy difícil. Es un país en el que a los homosexuales los queman en una hoguera y a las lesbianas las violan.

¿Con qué experiencias te quedas, positivas y negativas?

Con la fuerza de las personas para vivir en situaciones dramáticas y la capacidad para ser felices y seguir adelante a pesar de no tener para comer o estar enfermos de Sida, así como también me quedo con el reconocimiento silencioso y con que se acuerden de mí. Ése es un homenaje que me acompañará eternamente. Y también me quedo con la injusticia de que los poderosos se queden con el dinero que reciben de Europa y Estados Unidos con el que se podría ayudar a mucha gente. Sientes rabia e impotencia. Es duro, pero intentas pensar en las cosas positivas y mirar hacia adelante y pensar en los proyectos que quieres sacar adelante, hacer un pozo de agua, una escuela, un campo de fútbol... y para ello necesitas ayuda y colaboración de otras entidades, aunque no dinero, sino material.

Y cuando les hablas de derechos humanos...

Yo intento hablarles de los derechos de los seres humanos, de las mujeres, de los niños... Y yo sé que me arriesgo, y que algún padre o algún tutor me puede atacar, pero yo me siento en la obligación moral de explicarles cómo son los derechos humanos en el lugar donde yo vivo, porque yo sé que son cosas que son buenas para ellos.

Utilizas el fútbol como medio de comunicación

Sí, el fútbol es un lenguaje universal. Nos pusimos a jugar en una montaña y la gente fue sumándose, aunque sorprendidos porque fuera una mujer la que estaba jugando.

Por último, ¿piensas volver a España?

Yo soy valenciana y española, amante de la paella y de mis amigos. Si pudiera volver, lo haría, pero no tengo ninguna puerta (profesianal) abierta. Me encantaría venir a entrenar, pero hoy día es imposible y Estados Unidos, profesionalmente, me llena más.

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