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De ingenieros a lutieres: las guitarras de estos españoles dan la vuelta al mundo

El lutier Paco Chorobo ultimando una guitarra en su taller

Cristina Sánchez

Antes me levantaba por obligación y ahora me levanto por pasión, por la fiebre de ir al taller porque quiero experimentar”. Pasión, precisamente, es una de las palabras que más repite Paco Chorobo cuando habla sobre su trabajo.

Dicho sentimiento fue lo que llevó a este jienense a renunciar a su contrato indefinido como experto en migración de datos y desarrollador en la multinacional NGA Human Resources. Estaba decidido a ser lutier, artesano de la guitarra flamenca, pese a que “empezar en este oficio sin ser de una familia de guitarreros es prácticamente un suicidio”, explica a HojaDeRouter.com.

Licenciado en Ingeniería de Telecomunicaciones, llevaba ocho años trabajando en puestos relacionados con sus estudios cuando decidió dar “un giro de 180 grados” a su carrera, cambiando el teclado por las maderas, las lijas y los formones de su taller en Úbeda.

Chorobo había arreglado su primera guitarra cuando solo tenía diez añosarreglado su primera guitarra. Ya sabía tocar el piano y se había curtido como guitarrista y compositor tras quedar fascinado con un casete de Camarón en la adolescencia. Por eso no extraña tanto que comenzara a estudiar todo lo que caía en sus manos sobre construcción de guitarras “como si estuviera haciendo unas oposiciones”.  

Fue durante un curso en el taller de Cádiz del maestro Rafael López PorrasRafael López Porras, uno de los primeros lutieres que abrieron sus puertas a los que quisieran aprender a construir guitarras sin tener contactos en el gremio, cuando tuvo lugar el flechazo.

Chorobo se dio cuenta de que “había nacido” para un oficio que suele transferirse de padres a hijos padres a hijos, preservando entre generaciones los secretos y el método de construcción. El suyo fue “un descubrimiento tardío”. “Yo no reniego por supuesto de ser ingeniero ni de lo que he estudiado [...] me aporta unos conocimientos de física, acústica o matemáticas que aplico cada día en la guitarra”, defiende este lutier. Y aplicarlos le ha servido para que sus instrumentos, personalizados para cada cliente, suenen hasta en el Tíbet. 

DE ÚBEDA A CHINA

Paco Chorobo tarda un mes en transformar un puñado de palos en una guitarra flamenca adaptada al tacto, al sonido y a la estética de cada cliente. Utiliza sus propios moldes e incluso las máquinas de calibrar que él mismo ha creado. “Cuando alguien me dice 'Paco quiero una guitarra que esté apretada, que me aguante bien, que no raje', pues todo ese lenguaje lo entiendo porque también soy guitarrista”.

Pero antes de ponerse a trabajar con la madera del ciprés español o del cedro canadiense —el comprador puede elegir entre una gran variedad—, diseña las plantillas valiéndose de AutoCAD, Corel Draw o Illustrator. La obra final, barnizada y pintada, siempre “supera con creces” cualquier diseño.

Gracias a su manejo de esas herramientas, las guitarras que fabrica pueden tener distintos adornos y grabados. Los dibujos de rosas en relieve han llamado la atención hasta de un lutier de California, que le compró una con esos motivos en la roseta. Conchas de abulón azul —un caracol marino, también conocido como oreja de mar, que en Asia consideran un manjar—  están presentes en la roseta y el puente de la guitarra que diseñó con minuciosidad para el guitarrista de Utrera Enrique RodríguezEnrique Rodríguez.

El precio varía en función de esos adornos, aunque suele moverse entre los 2.500 y los 3.000 euros. “Yo muchas veces lloro cuando viene el cliente a recogerla y se la lleva. Es tirarte un mes con la misma pieza de madera. Te aprendes cada grieta, cada rincón, le das mil vueltas a la guitarra... Se crea como una especie de relación”, confiesa Chorobo.

Además de su detallista labor, “estar en el sitio justo” ha ayudado al ubetense a pasar de ser un completo desconocido en el mundillo a que, más de cuarenta guitarras después, no le falte el trabajo ni el reconocimiento. Por una serie de casualidades, conoció a Hanson Yao, el presidente de la empresa china de fabricación de guitarras Altamira Guitars.

Este acabó invitándole al Festival de Guitarras Altamira de Shanghái, donde tuvo la oportunidad de conocer a Masaki Sakurai, sobrino de uno de los lutieres más famosos de Japón. Una de las guitarras de Chorobo llamó incluso la atención de un miembro del equipo de Gobierno municipal de Shenzhen, que se la compró en cuanto la vio en la feria.

La revista china Jitamen también se ha hecho eco del trabajo de Paco. Gracias a ello, un guitarrista del Tíbet le encargó una guitarra que solo un artesano podía construirle. Tibet Beauty, su guitarra número 14 según recuerda de memoria, llevaba unos versos tibetanos incrustados en la pala y un símbolo de la belleza en la junta de los aros.

Wang Can, un guitarrista pequinés que ha coescrito un libro de guitarra flamenca publicado en China, o Jesús Martín, el guitarrista del grupo de flamenco vallisoletano Sal gorda, también le han encargado más de una guitarra. La mitad de sus instrumentos han viajado fuera de nuestras fronteras, a países como Irán, Suiza o Chile, si bien vender dentro de España es especialmente importante para hacerse una reputación.

En su taller, Chorobo también imparte cursos para los manitas que quieren fabricar su propia guitarra por simple afición. El perfil de alumno es aquel al que “le lleva picando el gusanillo de hacer una guitarra toda su vida”, según Chorobo. “Imagínate cómo vienen al taller... Vienen al taller que se comen la madera”.

El lutier estadounidense Robert O’Brien, al que conoció a través de un foro, también quiso que fuera profesor de su curso 'online' de guitarra flamenca,curso 'online' de guitarra flamenca una experiencia que para él fue similar a que le tocase la lotería. Aunque Paco se define como un “simple carpintero”, lo cierto que está consiguiendo entrar poco a poco en un sector en el que el nombre importa —“la guitarra es un mundo de etiqueta”, la que va pegada dentro cada instrumento—  con mucha humildad y una filosofía: “Luchar, luchar, luchar”.

FABRICAR GUITARRAS PARA NO DEPENDER DE NADIE

Luis Guerrero coincide con Paco Chorobo en que los comienzos de un lutier surgido de la nada —él es hijo de una profesora y un médico— son difíciles. Al igual que el ubetense, Guerrero se formó como ingeniero de telecomunicaciones, aunque no solo la pasión por construir guitarras le llevó a decantarse por montar su propio taller.

Hace cinco años, cuando se quedó en paro después de trabajar en una empresa dedicada a la firma electrónica de contratos, decidió empezar una carrera diferente en solitario. “[Pensé] cómo me encantaría hacer algo que dependiera de mí mismo, que yo haga mi trabajo y que nadie externo a mí un día venga [...] y diga 'te echo'. Quería buscarme una independencia laboral”, cuenta a HojaDeRouter.com.

Desentrañar los misterios de la artesanía de guitarras llevaba tiempo atrayéndole. Había diseñado una guitarra eléctrica educativa como proyecto fin de carrera. Ya cuando trabajaba como ingeniero, decidió aprovechar unas vacaciones para aprender a crearlas de la mano del maestro Arturo Sanzano, que había trabajado durante veinte años en los talleres de guitarras Ramírez. Este famoso negocio madrileño, regentado por la cuarta generación de los Ramírez, ha creado instrumentos para artistas de la talla de Paul McCartney, Paco de Lucía o Enrique Morente.

Estudié acústica de materiales. Dependiendo de las cualidades de cada guitarra y las estructuras internas puedo generar un sonido u otro”, explica Guerrero. “[Mi maestro] de pequeño hacía guitarras y ya está, y yo le preguntaba cosas y me decía ‘tú, Luis, de eso siempre vas a saber más que yo porque has estudiado'. En cierta forma, hay cosas cuantificables que pueden mejorar el instrumento”.

Tras mucho estudio, Guerrero decidió especializarse en la construcción de guitarras acústicas, consideradas la versión americana de la guitarra española. Sin embargo, la competencia de compañías tan asentadas en el mercado como la centenaria Martin ha hecho que tenga que diferenciarse para destacar su labor como artesano. “He aplicado las técnicas de la tradición española [de construcción], que es la más deseada del mundo, en un instrumento moderno y con dotes de ingeniería” defiende Guerrero.

Sus guitarras acústicas españolas, como él mismo las ha calificado para diferenciarlas por su estética y su tacto, han seducido ya a Diego García el Twanguero, ganador de dos Grammy Latinos por su trabajo con Diego el Cigala; a Mike Ziro, director musical de Alejandro Sanz; o al guitarrista de jazz estadounidense Al Di Meola. Conocerlos le ha permitido también mejorar los tres modelos de guitarra que ha diseñado con AutoCad y que vende en su taller con algunos extras personalizados para los clientes. 

Guerrero ha vendido 47 instrumentos durante el lustro que lleva como lutier, cinco de ellos fuera de España, pero se ha marcado como objetivo para 2017 exportar la mayoría fuera de nuestras fronteras. Tampoco descarta diseñar algunos modelos de bajo coste que sí pasen por la fábrica, para poder adentrarse en otros mercados, y planea venderlos a distribuidores y tiendas en lugar de solo a los clientes particulares de su taller en Cartagena. 

Al igual que Chorobo, este ingeniero reconvertido en artesano tampoco se conforma con la construcción. El cartagenero colabora en el máster en Ingeniería de Sonido y Producción Discográfica de la Universidad Católica San Antonio de Murcia, su alma máter, y también ha impartido cursos de guitarra en su localidad. Dice tener alma de comercial, así que cuida con detalle los vídeos con artistas que graba en su taller para mejorar su presencia en la Red y demostrar la calidad de su trabajo pese a ser “muy pequeñito”.

“Yo creo que todo eso se vuelve una filosofía de trabajo: trabajar con algo que te apasiona y disfrutar de ello”, defiende Guerrero, que aún bromea en la universidad con que es “la oveja negra” del departamento, “el rarito” que decidió no trabajar en una empresa como ingeniero. Sus profesores, sin embargo, le contestan que él es la “diferencia buena”.

Al fin y al cabo, tanto él como Chorobo decidieron abandonar el camino de la ingeniería para adentrarse en el de la construcción de guitarras, pero siguen aplicando esos conocimientos de acústica en sus talleres.

“Si tienes los conocimientos de la guitarra como arte y los conocimientos del sonido como ciencia, si encuentras ese punto de unión [...], pues lógicamente dominas mucho más lo que es la construcción”, señala Chorobo. “Hay ciencia y hay todo lo contrario de la ciencia, la magia, el duende”. Mezclar técnica y pasión hace que estos ingenieros, como tantos otros artesanos, puedan dedicarse profesionalmente a dejar su sello oculto en la caja de resonancia de una guitarra.

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Las imágenes son propiedad de Paco Chorobo (1,2,3 y 4) y Luis Guerrero Guitars (5,6 y 7)

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