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El blanco electoral

Un votante observa los carteles de la formación Escaños en Blanco en las pasadas elecciones autonómicas vascas del 2012.

Natalia González de Uriarte

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En cualquier pleno del Ayuntamiento de Foixà, una pequeña localidad de Girona, el alcalde de CiU debate sus propuestas con mayor o menor consenso. Algunas se aprueban y otras se quedan en el tintero, pero todas son observadas por el vacío. En su Pleno hay dos sillas vacías. Dos escaños silenciosos que ni suman ni restan, ni aprueban ni rechazan, ni proponen ni recusan. Corresponden a la formación ‘Escaños en blanco’, un peculiar partido político que se proponen reforzar la participación ciudadana sin participar en las instituciones, sin ocupar los asientos para los que han sido elegidos. Desde esta posición un tanto contradictoria aspira a regenerar la vida política provocando la reflexión de las fuerzas ‘tradicionales’ y la reacción de los políticos para modificar un sistema que consideran injusto.

Su punto único del programa electoral, ese compromiso en cada cita electoral de no ocupar los escaños que obtengan para que sus votos se traduzcan en puestos vacíos en las instituciones, le ha permitido ganar adeptos pero también detractores entre los que comparten sus planteamientos pero rechazan sus métodos. Estos opositores censuran la discordancia del movimiento de rechazar el sistema pero utilizarlo a la vez al concurrir a las elecciones y solicitar los ciudadanos que pasen por las urnas para votar a su formación. Los militantes de esta formación reconocen ser conscientes de lo utópica y discordante que suena su propuesta pero para rebatir estas críticas aluden a la utilidad real de su proyecto, que les ha permitido propulsar y participar debates sobre la eficacia y equidad de la ley electoral. “Con estos puestos vacíos hemos conseguido favorecer cambios y avances en dos municipios en Cataluña, en Foixà , donde tenemos dos concejales y en Gironella, con un concejal, las primeras concejalías vacías por decisión de sus habitantes”, aclara Bárbara Ruiz que vincula directamente la invitación a comparecer en el Parlamento catalán en julio ante la Comisión encargada de la redacción de la Ley Electoral catalana que recibió su formación, con su ausencia en esas instituciones en las que tienen representación pero no la ejercen. “La cámara catalana se ha comprometido a estudiar nuestra propuesta de reforma electoral. Los votos de los ciudadanos prestan a nuestra candidatura no caen en saco roto”.

Con esa particular disciplina de partido de no tomar posesión del escaño por parte de sus representantes consiguen, según explican los portavoces de la organización, evidenciar en cada sede parlamentaria “lo silenciado hasta el momento”, el malestar ciudadano. Y esa protesta in situ, instalada a diario en las cámaras representivas, reflejo de la indignación popular, servirá, a su juicio, para remover las conciencias de los partidos políticos y será un reclamo continúo de cambios. “Queremos representar al descontento por parte de un amplio sector de la ciudadanía con la clase política y sus partidos al no sentirse representada. Haciéndolo visible esa decepción a su lado, en forma de escaños sin ocupar pretendemos provocar una reacción entre los representantes políticos”, aclaran. A través de esta táctica Escaños en Blanco quiere incitar a la reflexión las formaciones políticas y presionarles para que “inviertan muchos más esfuerzos en desarrollar su actividad con ética y respeto, promoviendo iniciativas de gobierno y legislativas que fomenten la participación ciudadana más allá de los comicios que se celebran cada cuatro años”.

Aglutinar el voto del desapego político

Los cerca de 30 militantes activos registrados en Euskadi diseñan ya el camino a seguir de cara a las elecciones europeas con la intención de superar los resultados de octubre del 2012, cuando obtuvieron algo más del 1% de los votos, 11.452, que les situaron muy cerca de laprimera fuerza entre las minoritarias, Equo Euskadi, con el 1,4%, 11.639 votos. En esa próxima cita intentaránaglutinar el llamado voto del desapego político, el compuesto por las papeletas en blanco y las nulas.

Para ello esperan contar con algo más de la difusión mediática de la que, según denuncian sus portavoces, carecieron en los últimos sufragios, para poder dar a conocer su propuesta a la ciudadanía. “La mayoría de los votantes aún desconoce qué supone elegir nuestracandidatura e incluso nuestra existencia”, asegura la portavoz del movimiento político Bárbara Ruiz.

De un total de 1.775.336 vascos estaban llamados a acudir a las urnas para elegir a una nueva Cámara autonómicaen octubre del 2012, más de 587.000 personas eligieron abstenerse en esa última cita electoral en Euskadi y 9.100 ciudadanos votaron en blanco. Los analistas hicieron sus cálculos y el resultado era demoledor: si el parlamento vasco cediera sillas a la abstención ciudadana, 26 escaños los ocuparía esta opción y dos irían para el voto en blanco.

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