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Treviño, una isla rodeada de tierra

El Condado de Treviño se halla enclavado en pleno corazón de Álava.

Eduardo Azumendi

Apenas son 3.000 habitantes de hecho y viven en una isla de Burgos rodeada de tierra alavesa. Esa isla es el Condado de Treviño, en pleno corazón de Álava, a 18 kilómetros de Vitoria. La historia ha sido caprichosa con el Condado, que le ha convertido en regalo de Reyes y premio de conquistas. Sin embargo, para sus vecinos más bien han sido castigos que han terminado por desembocar en la situación actual: dependencia administrativa de Burgos y dependencia funcional para el día a día de Álava. Es decir, una coyuntura “insostenible”, según la definen los alcaldes de los dos municipios que integran el Condado, La Puebla de Arganzón y Treviño. Un colectivo atrapado en un conflicto administrativo histórico y político que quiere resolver de una vez el eterno dilema: permanencia en Burgos o integración en Álava.

Después de agotadores y estériles debates y años en barbecho, los alcaldes empiezan a creer que la solución es posible. El Parlamento vasco llevará una ley orgánica a las Cortes Generales para que se cambien los límites provinciales de Euskadi y Castilla y León y así poder anexionar al País Vasco el Condado de Treviño. PNV, EH Bildu y PSE registraron hace unos meses una iniciativa legislativa que en su único artículo señala que Treviño y La Puebla de Arganzón, los dos municipios del enclave, “actualmente pertenecientes a la provincia de Burgos, quedan agregados a la provincia de Álava”. Esta iniciativa es la segunda vía que el enclave burgalés ha puesto en marcha este año para tratar de lograr la anexión. La anterior fue la vía tradicional: la petición de segregación de Burgos que ambos ayuntamientos aprobaron en sus respectivos plenos a principios de marzo.

Y ¿por qué ahora sí puede tener más visos de prosperar esta iniciativa? Ignacio Portilla, alcalde de Treviño y perteneciente a la Agrupación Independiente del Condado de Treviño (AICT), cree que la desaparición de la violencia de ETA puede ser el hecho diferencial. “El terrorismo de ETA y su existencia ha afectado siempre a las reivindicaciones de Treviño. Ahora, sin esa crispación y tensión todo se convierte en un problema netamente administrativo. Las barreras van cayendo desde el nacionalismo castellano-leonés. Estoy seguro de que esto se va a solucionar por pura inercia debido a lo absurda que resulta la situación”.

Desde Euskadi, también se vislumbra “otro clima y otra situación política” por lo que la segregación de Treviño “es un asunto que pierde peso en lo político para ganarlo en lo social y en lo administrativo”. Roberto Ortiz, alcalde de La Puebla de Arganzón, perteneciente a la Agrupación Independiente Nueva Puebla (AINP), asegura que “el día a día se vive de forma complicada, a golpe de convenio con una administración o con otra, pero sin saber nunca muy bien qué va a pasar”.

Dependientes del prefijo

Dependientes del prefijoUn reciente accidente de tráfico ocurrido en las carreteras del Condado ilustra los perjuicios de seguir con el “anacronismo” de pertenecer a Burgos. “En un accidente murió un niño de cinco años y su hermano y su padre resultaron heridos de gravedad. Todos ellos vecinos de La Puebla. Al niño lo trasladaron al instituto forense de Burgos y al hermano y al padre al hospital de Txagorritxu, en Vitoria. Separaron a la familia, con lo complicado y dramático que eso resulta en esos momentos. Esta es nuestra realidad. Depende de qué prefijo se marque viene una ambulancia de Burgos o de Vitoria”.

La cercanía a Vitoria y los buenos enlaces ha permitido duplicar la población del Condado, especialmente de La Puebla. La localidad incluso cuenta con una ikastola por la inquietud de los padres, jóvenes parejas procedentes de Vitoria que han encontrado en este pueblo su residencia. La La proximidad del Condado, que tiene 221,6 kilómetros cuadrados, a la evidencia vasca y la lejanía de los centros administrativos castellano-leoneses, condicionan la vida de sus habitantes. Los empadronamientos y desempadronamientos son continuos, hasta el punto de que la población sube y baja ficticiamente según las necesidades de cada cual. “No es cuestión de política”, resalta Ortiz, “solo buscamos la calidad de vida de los vecinos. Peleamos por todas las subvenciones que salen en ambas comunidades, desde la ayuda al fomento del euskera hasta la reparación de pavimento”.

Su homólogo de Treviño, Ignacio Portilla, enfatiza la idea de que “más que convenios, hay una inercia de ir al sitio que está más cerca para proporcionarte los servicios. Por ejemplo, Treviño está adscrito al Hospital de Txagorritxu, pero Castilla-León nos asigna su tarjeta sanitaria. Y cuando las comunidades dicen que solo atienden a sus ciudadanos empadronados pues ya empiezan los problemas”.

Los habitantes del condado pagan sus impuestos en Burgos y votan a los candidatos de esa provincia en las consultas electorales mientras que la mayor parte de su dinero lo invierten y gastan en Álava, territorio en la que la mayoría de los jóvenes se divierten y diseñan sus planes. Es también el lugar en que se apuntan a las listas de Lanbide. ¿Hasta cuándo?

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