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La ordenanza de ruidos silencia la música en las terrazas

Celebración de un evento cultural en un terraza de un establecimiento del centro de Vitoria.

Natalia González de Uriarte

Vitoria-Gasteiz —

El calendario de eventos culturales organizados por cuenta y riesgo de los hosteleros vitorianos es cada vez más escueto. Los requerimientos recogidos en la normativa municipal para organizar en las terrazas de los bares actuaciones musicales y otros eventos culturales están “matando” la iniciativa de estos profesionales, según han denunciado integrantes del gremio. Aseguran que cada vez les supone un mayor esfuerzo cumplir ese reglamento que les obliga, entre otros trámites, a presentar informes previos sobre la ubicación de estas actuaciones, pagar seguros de responsabilidad civil, impuestos por ocupación de vía pública y organizar con un mes de antelación cada evento. “Son todo impedimentos. Se nos va de las manos. Tenemos que recordar que nosotros somos meros camareros, no disponemos ni de secretarias, ni de delineantes a nuestro servicio que nos diseñen cómo va a quedar acotada la zona. No nos da la vida para cumplir con todas estas formalidades. Pero el mayor problema con el que nos encontramos es la necesidad de programar con un mes de antelación cada evento en una ciudad como Vitoria. La meteorología tan cambiante te juega malas pasadas. Después de desembolsar el dinero, te puedes ver obligado a cancelar todo porque te caen chuzos de punta”, explica Luismi Varona, el propietario del Bar Dublín en la Virgen Blanca.

Los responsables de estos negocios deben lidiar también con las quejas de algunos vecinos por los ruidos que generan estas actuaciones, sonidos que resultan molestos para algunos de los residentes en las viviendas cercanas. “Ante una sola denuncia ya se te presenta la Policía”, lamenta Luismi, que se pregunta qué derecho debe prevalecer en esos casos. “Siempre impera el derecho de ese vecino sobre el del resto de los ciudadanos. ¿Y los derechos de los demás a disfrutar de eventos culturales o los nuestros, los hosteleros, para buscarnos la vida? ¿Dónde quedan? ¿A nosotros quién nos ampara?”, plantea Luismi Varona. “Si hacemos caso siempre a ese vecino, Vitoria se va convertir en una ciudad dormitorio, una ciudad muerta”, añade.

Una ciudad dormitorio

A las críticas manifestadas por el propietario del Dublín se suman las del dueño de La Bellota, local ubicado en el barrio de Desamparadas, a quien recientemente los inspectores de Medio Ambiente le han ordenado clausurar el escenario instalado en el patio de su establecimiento por incumplir la normativa. “No hay términos medios. Me obligan a retirar todo. No hay opción de incorporar a los amplificadores unos limitadores ni nada. Me han dado de plazo una semana y sin más contemplaciones”, lamenta Pablo Pau. “Lo que los inspectores llaman ruido fue una de las mayores exposición de artes escénicas de la ciudad de los últimos años organizada por una entidad privada, en la que participaron a lo largo del verano 120 artistas. Nosotros dinamizamos la cultura y nuestros negocios al mismo tiempo y eso redunda en beneficio de todos”.

Desde el Ayuntamiento aseguran que únicamente se actúa cuando se registran denuncias de los vecinos. En el caso del bar Bellota “estaban muy bien justificadas, apoyadas con grabaciones de audio y vídeo”, matizan. Y también, cuando no se cumplen con los permisos pertinentes.

Los hosteleros afrontan la nueva temporada otoñal con temor ante la caída de clientes, siempre más reacios a salir cuando llega el frío. Para acercar gente a sus establecimientos e incentivar el consumo se planteaban extender las actividades culturales desarrolladas en verano durante los próximos meses. Pero todas las limitaciones legales que deben acatar les desaniman a continuar con esta apuesta. Por este motivo, varios representantes de este colectivo se reunirán con el alcalde Javier Maroto en los próximos días para solicitar una aplicación más laxa de la normativa vigente. “No se puede ser tan rígido a la hora de organizar estos eventos. Tiene que ser más fácil y tenemos que explorar conjuntamente todos los implicados otras posibilidades más fáctibles”, concluye Varona.

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