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¿Qué fue de los niños robados?

Natalia González de Uriarte

Hay padres y madres en Euskadi que buscan en cada rostro que se cruzan en la calle a sus hijos perdidos. Conviven con la amargura y la incertidumbre les atormenta. Unos dudan de si sus descendientes murieron realmente, tal y como les aseguró el personal sanitario tras el parto, o se los arrebataron nada más nacer. Para otros, son más que sospechas. Les invade un fuerte presentimiento de que sus criaturas no fallecieron y cayeron en brazos de otros padres. Apenas certezas, pocas esperanzas y demasiadas desconfianzas, no se sabe si fundadas o infundadas, por parte de los perjudicados. Así se resume la situación de los afectados del caso de los bebés robados en el País Vasco después de que la práctica totalidad de las denuncias hayan quedado archivadas. La asociación SOS Robados Euskadi busca ahora ayuda en Europa “ante el desamparo en que se encuentran aquí los afectados” y estudian presentar una querella conjunta.

Entre el 2011 y el 2013, este colectivo acaparaba titulares de los medios de comunicación, la sociedad se mostraba indignada por sus testimonios y las instituciones aseguraban estar volcadas con los afectados.  Han pasado cuatro años y la mayoría de estas personas, que ansían conocer qué pasó con sus hermanos, hijos o sobrinos, siguen sin respuestas y temen caer en el olvido.

De poco les ha servido el trabajo del grupo de la Ertzaintza creado para investigar posibles sustracciones de recién nacidos en los hospitales vascos entre 1950 y 1993; el de las dos comisiones de investigación, la del Parlamento vasco y la de las Juntas Generales de Gipuzkoa; la labor de jueces, fiscales y forenses o la colaboración de los departamentos de Justicia y Sanidad.  Según los últimos datos de SOS Bebés Robados Gipuzkoa, en esa provincia de las 213 denuncias interpuestas, 198 están archivadas; en Bizkaia, de 80 son 76 las encarpetadas; en Araba, de 45 denuncias todas menos tres han seguido el mismo camino. Es decir, han sido arrinconadas. “Supongo que a día de hoy, se habrán terminado de archivar todas o están en proceso de archivo”, se lamenta la presidenta de la asociación Flor Díaz.

Sin indicios razonables de delito

Sin indicios razonables de delito¿Quiere esto decir que toda esta gente estaba equivocada? ¿Qué no les robaron a sus hijos y que todos murieron? ¿Y qué todos han sido víctimas de una alarma colectiva generada por la difusión de algunos casos en la prensa? Lo único que demuestra esta actuación judicial, según los afectados, es que sin pruebas no es posible acreditar delito alguno, buscar culpables ni saber qué sucedió. “No se ha podido acreditar la existencia de delito de sustracción, ni siquiera un indicio razonable. No se están encontrando pruebas que se puedan considerar determinantes para formalizar acusaciones”, declaró en su momento el fiscal Superior del País Vasco, Juan Calparsoro. Incluso aseguró que en la mayorí­a de los casos archivados se había comprobado que los niños fallecieron por causas naturales.

Pero la larga lista de criaturas fallecidas que recogen los libros del Registro Civil en ese periodo de tiempo despierta los recelos de cualquiera. “Morían niños en el parto todos los días y varias veces al día en varios hospitales. Esto no era normal. Morían niños en los centros sanitarios después de haber nacido sanos en sus casas. Esto no es normal. Y todo lo que rodea a estas supuestas muertes, tampoco. La pérdida de los informes; la existencia en otros casos de dos certificados oficiales de defunción diferentes con diferentes horas de la muerte; niños supuestamente fallecidos a los que después, según los archivos, les someten a pruebas médicas….Son tantas cosas las que no cuadran en tantos casos. Niegan una trama de bebés robados, pero es negar la evidencia. Algo paso”. Así lo asegura Díaz tras escuchar muchos testimonios de afectados que coinciden al describir información.

Ausencia de restos óseos en las exhumaciones

Ausencia de restos óseos en las exhumacionesEste es el relato de Jabi y Mertxe, padres de una niña, en la web de la asociación: “el 17 de enero de 1980, tras una larga noche de contracciones, a las 6,25 de la mañana, nace Ainara. La niña nace sana, con un peso de 3,500 kg y un test de Apgar de 8/10. Se la enseñan a mi mujer, yo pude verla durante unos segundos en el pasillo y después se llevaron al bebé. Transcurridas 13 horas desde el nacimiento y tras mucho insistir nos dicen que nuestra hija tiene problemas de respiración y que está en una incubadora con oxígeno. Insistimos en verla pero se niegan. Al día siguiente continúan sin darnos noticias de ella. Hacia las 8 de la mañana del día 19 de enero me dicen que la niña ha fallecido durante la noche. En ningún momento conseguimos ver a nuestra hija muerta. Se encargan ellos del entierro, aunque nosotros nos hicimos cargo de los gastos. En 1995 nos avisan que van a llevar a cabo la exhumación. No aparecen ni restos óseos ni la caja en la que supuestamente estaba la niña”. Historias como esta se repiten pero la ausencia de pruebas obliga a cerrar los casos denunciados ante los juzgados.

“No se puede resolver ninguna denuncia, ya que la función de la Justicia, tal y como la conocemos, es encontrar a los culpables y no a las víctimas.  Esto último no se contempla si no podemos demostrar que en España ha habido una trama de compra-venta de bebés. Y probarlo no es tarea fácil. Nos piden que seamos nosotros los que aportemos las pruebas documentales de estos robos, facturas en el que el concepto sea el bebé o algún documento dónde el médico diga que el bebé no falleció sino que lo vendió a tal familia. No podemos aportar documentos cuando son las propias instituciones las que los tienen, como ocurre con los Legajos de Aborto y Certificados Médicos de Defunción”, relata Díaz impotente. Y reparte reproches entre las entidades implicadas, sobre todo hacia la Ertzaintza. “La Policía no ha investigado, lo único que ha hecho es leer los pocos documentos que hemos podido aportar, la mayoría de las veces plagado de irregularidades y después se han limitado a escuchar las declaraciones de los facultativos o enfermeras”.

Flor Díaz, además de buscar a dos hermanos, reclama Justicia. “A mí no me basta con encontrar a mis hermanos. Yo quiero que se imparta Justica y que la gente implicada, si ha cometido un delito, responda por ello”.

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