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Por qué dudan los indecisos

Urna, votación

Antón Losada

Última semana de una campaña donde se habla más de políticos que de políticas, del quién que de qué va hacer. La cocina de las encuestas nos devuelve a un escenario donde los votantes siguen donde estaban y apenas existe trasvase de voto entre partidos. El PP y el PSOE parecen a punto de descubrir que los resultados del 20D pueden ser su techo y no su suelo, Ciudadanos conserva su espacio y Unidos Podemos suma lo mismo que Podemos e IU por separado hace seis meses. Ha cambiado la oferta pero la demanda parece moverse más bien poco. Si se produce el sorpasso será gracias a la suma de los votos de IU, no mérito de la capacidad de Podemos para seguir horadando el espacio socialista.

Más allá de las proyecciones y antes de cocina todos los sondeos parecen coincidir en un dato: el elevado número de indecisos, tanto respecto a la acción de ir a votar como respecto a la decisión de a quién. Todos los partidos compiten con el riesgo de que se le quede en casa entre un 15% y un 20% de sus votantes en diciembre y todos deben pelear por la decantación de dos de cada diez electores que ya han decidido ir a votar. Como en todas las elecciones recientes el PSOE aparece como la fuerza que genera más indecisos y el PP como aquella que más electores manda a la abstención.

Dos de cada diez indecisos se debaten entre votar a Podemos o al PSOE. Al temor a la Gran Coalición y al dilema de decantarse entre uno u otro como la opción más segura para liderar un gobierno del cambio, que todos sabemos será delicado pactar, se añade la dificultad de la distancia en la ubicación ideológica. Estos indecisos se sitúan entre el 3 y el 4 en el eje (0) izquierda-derecha (10), el PSOE suele ser ubicado en el 4,5 y Podemos en el 2,5. Si seguimos la teoría de votante direccional, inspirada por Anthony Downs, estos indecisos acabarían moviéndose hacia el partido más próximo a su posición, incluso con independencia de la dirección en que debieran desplazarse.

Pero hace tiempo que la crítica hacia esta visión económica del voto apunta a la intensidad de las preferencias o la identificación partidaria como un factor explicativo más poderoso. A este grupo de indecisos, mayoritariamente mujeres, urbanos y menores de cincuenta años, seguramente Pedro Sánchez les quede más cerca pero es Pablo Iglesias quién les atrae y les emociona. Así se entiende mejor la pelea por la socialdemocracia, o la arriesgada estrategia de reivindicar a un Zapatero que inevitablemente acabaría reivindicando al PSOE.

Uno de cada diez indecisos se debate entre el PSOE y Ciudadanos. Son mayoritariamente hombres, urbanos, profesionales y menores de 50 años. Se ubican en el centro y demandan cambios en las políticas de recortes pero sin abandonar sus principios básicos. Quieren austeridad pero con rostro humano. Les da miedo que su voto acabe en el PP si eligen a Albert Rivera, o que acabe en un gobierno de coalición con Podemos si optan por Pedro Sánchez.

Uno entre cada diez indecisos duda entre el PP y el PSOE. Se trata sobre todo mujeres, entorno semiurbano o rural y mayores de 50 años. No les gusta la corrupción ni los recortes del PP. Pero al mismo tiempo les preocupan sus pensiones y los servicios públicos que les dan tanto servicio y no pueden dejar de pensar que a lo mejor lo hecho por Mariano Rajoy era lo necesario. Sintonizan con ese tercio de votantes socialistas que rechaza un pacto con Podemos.

Finalmente uno de cada diez indecisos vacila entre el PP y Ciudadanos. Sus dilemas tienen poco que ver con la economía o las políticas sociales. Su problema para votar PP reside en Rajoy y la corrupción. Mientras que para votar a Ciudadanos les puede el temor a acabar en un ejecutivo con los socialistas.

Todos los partidos deben lidiar además con el riesgo de ser castigados por la abstención. Uno, incluso dos, de cada diez votantes sumados en diciembre está pensando quedarse en casa. Resulta sorprendente que, siendo la mujeres quienes más dudan en votar y a quién, nos hallemos inmersos en una campaña masculina donde los temas de igualdad y género se han quedado sin hueco en la agenda.

Según las encuestas casi el diez por ciento del los diputados a elegir el 26J andan bailando por unos cientos de votos. Los indecisos tienen la llave. Pero no se confundan. Manejen con precaución las cifras. Puede que la mayoría lo tenga más que decidido y por comodidad elija definirse como indeciso en un entorno marcado por la polarización.. o no.

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