Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Cómo figurar entre los más ricos del mundo

Bill Gates y Carlos Slim.

Antón Losada

Las noticias sobre la recuperación económica no resultaban en absoluto exageradas. Los trescientos multimillonarios de la lista Forbes han aumentado su riqueza en más de 380 mil millones de euros durante el pasado año. Mariano Rajoy sabe de qué habla cuando anuncia que 2014 resultará un año mejor, no como todos esos economistas sabihondos que lo han ridiculizado pero no se enteran. Nos dicen que ya vemos la luz al final de túnel. Pero al parecer algunos ya llevan tiempo tostándose al sol que más calienta.

Para explicar semejante milagro de la multiplicación de los millones y los millonarios, la versión oficial se remite a la Bolsa. Que a la vista de los resultados, no es un mercado de valores sino el lugar donde los sueños se hacen realidad. No deja de resultar sorprendente lo mucho que se parece el capitalismo moderno a los cuentos de hadas. Las cosas pasan porque sí, la gente es rica porque sí, otra es pobre porque sí y al final los ricos siempre son más felices, se casan unos con otros y comen perdices.

Si cree que puede convertirse en Carlos Slim o Warren Buffet jugando a la Bolsa, mejor invierta en la Bonoloto. Tendrá más posibilidades. Si anhela entrar en la lista de los millonarios, debe seguir su ejemplo y mostrarse dispuesto a hacer lo que ellos hacen. Esas cosas que no se pueden contar mucho en público pero que realmente les enriquecen.

Lo primero es pagar sueldos cada vez más bajos en contratos cada vez más precarios para mantener su margen de beneficio pase lo que pase, como hace Amancio Ortega. Si puede instalarse en países donde la seguridad o los derechos laborales resulten una extravagancia, mejor. Seguramente Karl Marx se equivocaba en la teoría de la plusvalía y esa idea tan antigua de que el beneficio del capital sale de explotar al proletariado, pero parece claro que los capitalistas siguen creyendo firmemente que tenía razón: la plusvalía hay que arrancársela al trabajador.

Lo segundo consiste en promover a buenos amigos en el poder que faciliten posiciones dominantes en los mercados o eliminen a los competidores. También resulta muy conveniente que los gobiernos siempre se muestren dispuestos a echar una mano con los presupuestos del Estado si las cosas se tuercen. Siempre ayuda tener un gobierno presto a avalar los negocios de uno, por disparatados e imposibles que parezcan. Los regímenes corruptos suelen ser malos para la democracia, pero en cambio ofrecen excelentes prestaciones para los negocios. Que se lo cuenten a Adelson, uno de millonarios que más han progresado. O a China, el régimen comunista de los cien millonarios.

Lo tercero e indispensable consiste en no pagar impuestos, algo definitivamente muy propio de pobres. Durante los últimos veinte años, las rebajas fiscales se han concentrado de manera sistemática en el cinco por ciento de la población más rica. Usted o yo pagamos cinco veces más impuestos que Amancio Ortega, Juan Roig o Emilio Botín. Nadie llega a muy rico pagando religiosamente los impuestos que debería. Finalmente, resulta más que conveniente que el sueldo de los directivos quintuplique el sueldo de sus trabajadores. Si han visto los Soprano, ya saben por qué.

Usted se preguntará cómo es posible que ellos hayan ganado más y usted menos si hay tanta crisis, todos tenemos que arrimar el hombro y se nos repite una y otra vez que vivimos tiempos de sacrificios. Se cuestionará si se trata de un error, o incluso si será la primera de una serie de buenas noticias que harán que tanta riqueza gotee hacia abajo y algo de los miles de millones de Bezos, Manuel Jove o Villar Mir caigan sobre los demás. Pero no se confunda. Funciona así. Ese es el secreto. Para que ellos se embolsen esos trescientos ochenta y pico mil millones extra, usted tiene que ganar menos. A ver si lo vamos pillando.

Etiquetas
stats