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¿Qué piensan los votantes de las primarias?

Diego Muro

Como principales protagonistas del juego democrático, los partidos políticos han sido receptores de buenas dosis de crítica, análisis y propuestas de renovación. De entre las múltiples propuestas regeneracionistas (en palabras de Ignacio Sánchez-Cuenca) cabe destacar las elecciones primarias como un método novedoso para vertebrar las aspiraciones ciudadanas. La celebración de primarias serviría un doble propósito: que los votantes escojan directamente al candidato/a de un partido a una elección pública posterior, pero también para recuperar la fe ciudadana en la democracia representativa.

¿Pero sabemos realmente para qué sirven las primarias? ¿Qué piensan los votantes de este ejercicio? ¿Sirven para regenerar la democracia? Aunque las razones por las que los partidos políticos convocan primarias son muchas y variadas, éstas son esencialmente un mecanismo que introduce la competencia en la elección de futuros candidatos. Su uso en países como EEUU, Francia, Italia o el Reino Unido ha llevado a muchos partidos a recurrir a este método de recambio de élites políticas con la esperanza de reconectar sus organizaciones con la sociedad. En España este método de competición interna ha sido utilizado por partidos autodenominados progresistas como Compromís, ERC, ICV, UPyD y PSOE.

Este post se basa en los datos de 500 encuestas realizadas a votantes de las primarias abiertas del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) para escoger al candidato a la alcaldía de Barcelona y que se centraron en tres preguntas clave: (1) ¿Son las primarias un ejercicio de transparencia?; (2) ¿Es cierto que los partidos pierden el control del proceso?; y (3) ¿Son instrumentos capaces de atraer nuevos votantes?

Gráfico 1: Las primarias como ejercicio de transparencia

En cuanto a la primera cuestión – las primarias como ejercicio de transparencia – el Gráfico 1 muestra la distribución de respuestas a la pregunta: ‘¿Cree que las primarias ayudan a que los partidos políticos sean más transparentes?’ Las cifras son elocuentes puesto que más de un 90% de los encuestados responden positivamente al potencial de las primarias para eliminar la opacidad en la toma de decisiones y desterrar las posibles corruptelas que caracterizan los mecanismos de selección interna. Esta cifra es más que previsible dado que los encuestados son individuos que participaron en las primarias del PSC los días 29 de marzo y 5 de abril. Cabe decir que este parecer favorable al potencial democratizador de las primarias no representa la opinión del ciudadano medio que no acudió al colegio electoral y que, por tanto, no llegó a formar parte del muestreo en dos etapas.

La segunda cuestión en torno a la posible falta de control del proceso por parte de los aparatos de los partidos depende del perfil del votante y también de si éste sigue las consignas del aparato. En este punto cabe señalar que las primarias del PSC parecen diseñadas con el ánimo de abrir el partido y favorecer la participación a la vez que mantener el control del aparato. Por una parte, las primarias del PSC fueron abiertas y a doble vuelta: esto significa que cualquier persona mayor de 16 años y residente en Barcelona podía ejercer como votante. La participación en las dos vueltas fue exigua (7.463 y 5.524, respectivamente), especialmente si se tiene en cuenta que la ciudad de Barcelona cuenta con millón y medio de empadronados y el PSC disponía de un censo de 21.000 militantes, simpatizantes y ciudadanos registrados para votar. Las primarias solo consiguieron movilizar 13.000 votos, una cifra decepcionante para un partido que gobernó el ayuntamiento de la ciudad durante 32 años. Además, los votantes debían abonar 1 euro y suscribir los principios ideológicos del PSC, unos requisitos que pretendían disuadir al votante frívolo y al infiltrado. Y así fue, ya que la mayoría de los participantes en las primarias habían votado al PSC en anteriores elecciones.

El Gráfico 2 muestra la distribución de respuestas a la siguiente afirmación: ‘Las primarias son un instrumento peligroso porque el partido puede perder el control’. Los electores que estaban ‘en desacuerdo’ o ‘muy en desacuerdo’ con este enunciado constituyen un 72% de los encuestados, mientras que sólo el 13% creía que las primarias podían representar un problema de autoridad para los apparatchiks. Finalmente los votos desmintieron los miedos a un resultado sorpresa y confirmaron las buenas expectativas del candidato oficialista, Jaume Collboni, quien resultó ganador en las dos vueltas. Todo parece indicar que aún hoy, en la era de internet y las redes sociales, contar con el apoyo del aparato del partido sigue siendo un factor decisivo para los futuros líderes políticos.

Gráfico 2: Las primarias y la pérdida de control

Finalmente, el gráfico 3 muestra que las primarias del PSC lograron atraer a pocos votantes no-socialistas. La distribución de respuestas a la pregunta ‘¿A qué partido votó en las últimas elecciones municipales de Barcelona?’ indica que el 76% de los encuestados dieron su voto al PSC en los comicios municipales de 2011. Un porcentaje muy reducido de votantes (14%) votaron a otros partidos, confirmándose así la sospecha que las primarias sólo movilizaron a un pequeño número de votantes no socialistas. En este sentido, y en contra de las primeras interpretaciones, la capacidad de ampliar la base electoral sería limitada mientras que la capacidad para movilizar (y censar) al votante fiel sería muy notable. Dicho de otra manera, los primarias vendrían a ser un instrumento para que el partido reconecte con su base electoral.

Gráfico 3: Las primarias y la captación de nuevos votantes

Las primarias no van a solucionar la grave crisis política de nuestro país -tal y como apuntaba Ignacio Jurado en un post reciente- pero pueden jugar un papel clave en hacer más diáfana la toma de decisiones y fortalecer la identificación de los ciudadanos con sus representantes. Aunque no muy exitoso, las primarias del PSC fueron un experimento para escoger líderes en un ambiente competitivo del cual pueden aprender otras formaciones interesadas en reformar la política y acercarse a la ciudadanía. Fuera de alguna irregularidad -como el caso de los paquistaníes del distrito centro a los que se les entregó sobres con papeleta y euro incluido-, el principal problema de las primarias fue la escasa participación, un claro indicador de las horas bajas por las que pasan los socialdemócratas en Cataluña.

En resumen, los datos aquí presentados sugieren que las primarias aumentan la confianza en los partidos políticos, no suponen la pérdida de control del proceso por parte del aparato y consiguen movilizar a simpatizantes y votantes leales. Además, el caso del PSC sugiere que el intento de abrirse a la sociedad no genera un gran coste para los partidos puesto que no se detectaron intentos de descarrilar el proceso por parte de votantes infiltrados. De este modo, las organizaciones en crisis que necesiten reconectar con su base electoral tienen buenos incentivos para utilizar este método competitivo de elección de líderes. El electorado encuestado también fue claramente receptivo a las primarias abiertas a doble vuelta y se movilizó para decidir quién iba a ser el candidato del PSC a la alcaldía de Barcelona. Si consideramos seriamente la opinión favorable de los encuestados cabe pensar que las primarias han llegado al panorama político español para quedarse.

Nota metodológica:Nota metodológica

Universo: Ciudadanos y ciudadanas que ejercieron su derecho a voto (mayores de 16 años empadronados en Barcelona)

Tamaño de la muestra: 483 entrevistas

Trabajo de campo: 29 de marzo (208) y 5 de abril de 2014 (275)

Metodología: Presencial

Tipo de Muestreo: muestreo no probabilístico bietápico. Se cambió la unidad de muestreo (mesa electoral) en cada una de las dos etapas.

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