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El uróboro del PP

Alicia Sánchez Camacho, Josep Piqué, Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz y Jorge Moragas, dirección del PP, en 2006, con sus firmas por un referéndum español sobre el Estatut catalán.

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El uróboro es esa imagen ancestral de serpiente enroscada sobre sí misma, la versión globalizada desde el antiguo Egipto a la Grecia clásica o los vikingos de nuestra “pescadilla que se muerde la cola”. Símbolo del empeño inútil, del callejón sin salida. Pues bien, el PP debería aprovechar el cambio de su sede en Génova, para cambiar también su gaviota por este otro emblema. Porque estos días saca mesas para recoger firmas contra los indultos a los líderes del procés, igual que en 2006, con Rajoy, recogió firmas contra el Estatut creando, así, por meros fines electoralistas, un problema que no existía.

Quince años después, ¿el encaje y convivencia de Cataluña en España está mejor o peor? ¿Vamos a dejar los ciudadanos que ahora Casado, para eclipsar la corrupción de la Kitchen y disputarle votos a Vox, nos lleve a un futuro aún más embarrado en quince años? Una cuestión clave como ésta marca nuestro futuro juntos: el de independentistas y no independentistas, el de gente de izquierda o derecha que, en tiempos ya muy duros por las consecuencias económicas de la pandemia, tenemos el reto titánico de lograr vivir con bienestar.

Lo importante y lo urgente coinciden: articular cómo trabajadores, autónomos, empresarios, estudiantes y jubilados consolidamos los ingresos para vivir y mantener los servicios públicos esenciales de sanidad, educación, ayuda a la dependencia, justicia, protección medioambiental…

Vacunar mucho y bien es clave. Recuperar el turismo, hoteles, bares y discotecas, importante. Pero, además, la industria y la ciencia deben relanzarse. Todos lo sabemos. Así que, por lo que más queramos, no dejemos que nos aturdan con su estrategia del fast and furious : gresca por las restricciones covid pactadas en el Consejo Interterritorial, reproches de la oposición al gobierno por la crisis con Marruecos, harakiri del PSOE en Andalucía por las primarias para desbancar a Susana Díaz… y, por si algo faltara, estruendo de centrifugado de madrugada. Porque si queremos sobrevivir al atraco de las eléctricas, la única opción es levantarnos sonámbulos a poner lavadoras y lavaplatos.

Casado usa los indultos para desgastar a Sánchez y competir con Vox igual que Rajoy usó, en 2006, el Estatut porque ETA iba a acabar bajo el mandato de Zapatero y necesitaba alentar el miedo del: ¡Se rompe España!

Los treintañeros de hoy eran adolescentes aquellos 2005-6 en que Rajoy sucedía a Aznar como líder del PP por la vía del dedazo. Anhelaba consolidarse a la cabeza del partido ¡cuando tantos preferían a Rato y Esperanza Aguirre! Ansiaba desgastar al presidente socialista Zapatero. Por eso impulsaba manifestaciones contra el recién aprobado matrimonio igualitario –con ayuda de la conferencia episcopal y arzobispos como Cañizares y Rouco Varela–. Entonces, además, todo apuntaba a que la banda terrorista ETA de cuyo horror hoy tanta juventud no se hace idea, los criminales que por más de 40 años asesinaron a casi 900 convecinos, amigos, familiares nuestros, aterrándonos al resto, iba a declarar el alto el fuego, a disolverse, bajo el mandato de Zapatero.

En ese contexto el PP de Rajoy sacó a la calle mesas de recogidas de firmas para recurrir al Constitucional una reforma del Estatuto de Cataluña idéntica a la hecha por Andalucía sin que nadie la recurriera. Antes de eso no había un conflicto independentista en Cataluña. El partido hegemónico, la CIU de Jordi Pujol, era catalanista, sí, pero socio en Madrid, del PSOE, PP y hasta de la Corona. De hecho, la afinidad de Pujol y el rey Juan Carlos, según han revelado luego sus escándalos financieros, excedía lo político. Felipe VI fue tan aclamado en el estadio de Monjuic como abanderado olímpico español en la inauguración de los Juegos del 92 como, cinco años después, su hermana la Infanta Cristina en el bodón con Iñaki Urdangarín en la catedral barcelonesa. Los catalanes jaleaban a los reyes, muy pocos se querían ir.

Entonces Rajoy mentó la bicha del “Se rompe España”. Sacó mesas petitorias donde voluntarias con experiencia en recaudar para el Domund o por el Día de la banderita ahora recogían firmas contra el Estatut y, así, abrió la caja de Pandora de la que saltó la culebra de la discordia.

Cierto que luego los líderes de la corrupta CIU –tantas veces rebautizada que cuesta recordar que hoy se llama Junts–, los de ERC, la CUP y entidades como la ANC y Òmnium se equivocaron al saltarse la ley y subestimar las consecuencias, al alentar esperanzas que estaban condenadas a frustrarse y meternos a todos los españoles en el mismo saco cuando tantos desde el principio denunciamos el atropello del PP y el Constitucional.

Pero la condena de cárcel a los responsables del procés, además de cuestionable según muchos expertos, susceptible de ser anulada por abusiva por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo –con lo grave que eso sería–, nos mantiene a todos atrapados en el círculo vicioso del uróboro.

¿Queremos de verdad, unos y otros, seguir en este Día de la Marmota? ¿O preferimos que los indultos nos saquen de esta para reconducir al fin la energía, el tiempo y hasta el dinero (¡cuántas empresas se han trasladado, han sufrido pérdidas!) a proyectos transformadores y eficaces?

Debe haber conservadores españoles analíticos y rigurosos que no se autoengañen diciéndose que las firmas que hoy recoge el PP o la manifestación de Colon arreglan algo del desastre que las firmas y ataques de 2006 propiciaron.

La derecha política y mediática suele acusar a las izquierdas de ideológicas. Entre los conservadores españoles hay también, tiene que haberlos, cabezas sólidas, analíticas, rigurosas y profesionales que no se contenten con hacerse trampas al solitario diciéndose a sí mismas que las firmas que hoy el PP recoge, o la manifestación de Colón solucionarán algo del desastre que las firmas y manifestaciones de 2006 propiciaron.

¿Ellos quieren que el PP desbanque a este gobierno de PSOE-UP? ¿El PP de Casado aspira a ejercer el poder? Es legítimo, claro. Pues que articulen un proyecto serio de país, con medidas, objetivos y números que los sustente y que nos lo presenten de la forma más atractiva que puedan.

Pero que se dejen de jugar con nuestras vidas, de empeorar nuestras perspectivas por mero empecinamiento ideológico, por intereses electoralistas, por camuflar su corrupción y guiarse por un cortoplacismo y tacticismo que ellos y sus escuderos mediáticos siempre achacan solo a otros.

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