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El algodón andaluz se enfrenta a una campaña con previsión de pérdidas

Una plantación de algodón cerca de la localidad de Lebrija, en Sevilla.

Fermín Cabanillas

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Ni la táctica de algunos agricultores de regar durante la noche ha podido salvar al cien por cien la campaña del algodón andaluz, que se tendría que haber comenzado a recoger a finales de septiembre, pero cuyas cápsulas, por el calor, se abrieron hace más de dos semanas, de modo que ha habido que empezar a recoger para que se pierda lo menos posible.

A pesar de todo ello, el sector asegura que no espera gran cosa de la campaña de este año, que tiene su epicentro, como siempre, en localidades sevillanas como Lebrija o Los Palacios y Villafranca, y que en esta ocasión se enfrenta por igual al calor y a la sequía, sin olvidar que los precios, que los agricultores aún calculan en pesetas, no son los mejores para ser optimistas.

Campos con medio mes adelantado

La radiografía del sector la traza el responsable nacional de Industria de COAG, Diego Bellido, que concreta que “ya hay campos en Lebrija donde llevan 15 días recogiendo”, y recuerda que la idea de regar de noche no ha fraguado, porque “incluso durante la madrugada ha hecho mucho calor, y no han podido evitar que haya evaporación también”.

Este año, la Junta de Andalucía ha estimado que el aforo de la producción de algodón 2022/2023 en la región alcance las 127.000 toneladas, lo que supone un 27,5 por ciento inferior a la de la campaña anterior y un 31,3 por ciento menos que la media de las últimas tres campañas, debido principalmente a la falta de agua.

De hecho, desde Lebrija a Los Palacios y Villafranca, la zona con más producción de Andalucía, “ya hay un 35 o 40 % de extensión de terreno recolectada”, lo que se une a que los agricultores no han tenido el agua suficiente para regar en algunas zonas, como Jaén o algunos puntos de Los Palacios, de modo que “estamos hablando de un 70 o 75 % casi algodón de secano”.

Con todo ello, se prevé una producción de 800 o mil kilos por hectárea, “cuando la media es de 4.000 o 4.500”, de modo que los empresarios se enfrentan a “ganar lo justo en muchas zonas y en otras trabajar a pérdidas”.

Precios bajos, pocos beneficios

Otra cosa es el precio final de venta, que al principio de la campaña era de 155 pesetas “por la semilla premium el kilo, luego bajó a 105, subió a 130 y vuelve a bajar ahora”.

Para el responsable de COAG, el algodón andaluz debería tener más valor económico, ya que “en Pakistán, uno de nuestros competidores, con las inundaciones que han sufrido no hay, en Estados Unidos han sufrido una gran sequía y se habla de una bajada de la producción del 40 %”, con lo que en el sector “no sabemos que está pasando y quien está especulando con el precio del algodón”.

Las coles no corren mejor suerte

La campaña tampoco está siendo para celebrarle en lo referente a las crucíferas andaluzas, término bajo el que se amparan cultivos como la col, el brócoli, la coliflor, la col lombarda o las coles de Bruselas.

En estos campos se han unido la falta de agua y el aumento del precio de todo lo relacionado con la producción, lo que se nota especialmente en la provincia sevillana, mientras que en Cádiz, la segunda en hectáreas, el problema es el mismo, así como en el resto de provincias, “donde hay un número testimonial de hectáreas”.

Si llueve algo en lo que queda de año se puede maquillar el problema, pero si no es así “se irá un tercio de la producción”, con el problema añadido de que en una provincia donde se plantaron el año pasado 700 hectáreas de espinacas, ahora hay 80, “ya que a la sequía se han unido los problemas para encontrar tierras para cultivar”, con precios como “los 42.000 euros que están pidiendo para plantar en 18 hectáreas”.

Con una producción, como ejemplo, de 1.000 hectáreas de coliflor, los agricultores de enfrentan a unos costes que no compensan las ventas en muchos casos, de modo que la alcachofa se ha reducido a 14 hectáreas, con el agravante de que durante cinco años tuvo un crecimiento que ahora se ha detenido.

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