Para el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, los hechos ocurridos en el paso fronterizo del Tarajal el día 15 de julio son una situación “excepcional” y un hecho puntual“.
Para el presidente de la Confederación de Empresarios de Ceuta (CECE), los comercios de la ciudad han perdido desde que comenzó el 2014 un 35% de sus ventas habituales, y los servicios de transporte público en taxi o autobús están sufriendo las consecuencias de los atascos en la frontera, por lo que han exigido una solución “urgente” que evite “perder definitivamente la demanda turística y comercial con el país vecino”.
La Delegación del Gobierno en Ceuta solo lamentó que 24 policías resultaran heridos y se apresuraron a comunicar la vuelta a la normalidad. Para el Gobierno Marroquí… nada de nada. No opina, no piensa, no dice nada al respecto, ni se espera que lo haga. Para algunos medios de comunicación la situación se resume en “rebelión en la frontera de Tarajal”, “Motín en la frontera del Tarajal”…
Me pregunto, ¿qué piensan las personas porteadoras de todo esto, mientras son discriminadas y humilladas diariamente en ambos lados de la frontera y sufren todo tipo de vejaciones? Son miles de personas, la mayoría de ellas mujeres, viudas, ancianas, repudiadas, que cruzan diariamente la “jaula de metal” por estrechos pasillos en los que casi no caben cuando vuelven cargadas en sentido contrario hacia Marruecos. Las ganancias dependerán de los kilos que sean capaces de llevar. Pueden llegar a cargar hasta 80 kilos y con ellos ganan unos 10 euros diarios, su único medio de vida.
¿Qué piensan las que trabajan como empleadas de hogar en Ceuta -12 horas diarias por menos de 200 euros mensuales- y vuelven a última hora a dormir a sus casas en Marruecos? ¿Acaso piensan que en la frontera del Tarajal no ocurre nada?
Rotundamente no. Por norma general los porteadores no denuncian, pues temen que la policía les impida el paso como represalia. Casualmente, el día antes de que ocurrieran los citados hechos, un ciudadano marroquí (Said Khallou), residente en Ceuta, presentó una denuncia ante el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de la localidad, acusando a un agente de CNP de haberle golpeado en la cara con la porra.
Un negocio de millones de euros
No puede considerarse puntual una situación que provocó la muerte de Buchra y de Zohra en mayo de 2009, o que hizo que, en septiembre de 2013, un joven porteador marroquí de la ciudad de Tetuán, harto de tanta humillación, muriera al quemarse a lo bonzo en el paso fronterizo del Tarajal, después de que las autoridades de su país le quitasen la mercancía que llevaba.
Para algunos solo son “mujeres mulas” o “mujeres de carga” pero, heroínas y víctimas de la maldita frontera, no sólo mantienen a su familia sino que son el auténtico motor de la economía ceutí y del norte de Marruecos. Los comerciantes de Ceuta lo saben bien.
Tampoco hay que olvidar que la Ciudad Autónoma de Ceuta ingresa anualmente unos 150 millones de euros en Impuesto sobre la Producción, los Servicios y la Importación (IPSI).
En Marruecos se calcula que desde Ceuta y Melilla salen productos por un valor superior a los 1.400 millones de euros al año. Además, según el diario marroquí 'Al Ayam', este negocio también supone unos 90 millones de euros anuales en “propinas” a policías y aduaneros marroquíes destinados en la frontera.
En la APDHA sabemos que lo ocurrido el pasado 15 de julio no es un hecho puntual. Ya en abril de 2012 organizamos unas jornadas en Tetuán para analizar la situación de las mujeres que portan las mercancías en la frontera, junto con varios colectivos sociales de España y Marruecos (Por los derechos y la dignidad). El encuentro concluyó con la Declaración de Tetuán sobre las mujeres porteadoras y la necesidad de informar y denunciar los abusos cometidos hacia estas trabajadoras.
Hoy amanece otro día más en la frontera “jaula” del Tarajal. La vida sigue siendo tan cruda y tan difícil como lo fue siempre para miles de personas que trabajan donde nadie quiere hacerlo. Son personas que dan trabajo a agencias de transporte, camioneros, almacenistas y a los empresarios ceutíes, pero son un estorbo cuando piden un poco de respeto, un poco de dignidad. Son personas necesarias para limpiar el hogar y cuidar ancianos, pero molestan si piden que se les de de alta en la Seguridad Social. Molestan cuando aparecen en las plazas de la ciudad, cuando cruzan la frontera, pero son imprescindibles para el funcionamiento y la comodidad de los ciudadanos y ciudadanas de Ceuta.
Son, en definitiva, la molestia necesaria.