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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

La masculinización del campo destierra a las mujeres de la aceituna

Mujeres trabajando durante la campaña de recogida de aceituna

Ana Sola

A las mujeres no nos quieren en el campo”. Lo dice Mari Carmen, pero no es una afirmación aislada sino el sentir de una gran parte de mujeres que desde hace unos años se ven rechazadas a la hora de acceder a un jornal en la campaña de recogida de la aceituna y que hartas de ser discriminadas y de ver cómo poco a poco se les limita, aún más, su vida laboral han decidido salir a la calle, recoger firmas y dar a conocer lo que está ocurriendo.

Mari Carmen, de 48 años, es de Santisteban del Puerto (Jaén). Ha trabajado durante toda su vida en la campaña “a destajo”, vareando, recogiendo fardos, con la vibradora, lo que hiciera falta. Pero la crisis que primero hizo a muchos hombres regresar al campo, las malas cosechas después, y la discriminación, la han dejado fuera de la casi única forma de acceder al mundo laboral en localidades donde la industria es inexistente.

Lleva cuatro años sin recoger aceituna, trabajando en los pocos jornales que le ofrece el Ayuntamiento, y la razón que le dan para no salir al campo es que para pagarle igual que a un hombre los prefieren a ellos. El ejemplo más claro lo tiene dentro de su casa. Su hijo de 18 años no ha tenido ningún problema para encontrar un tajo a pesar de la falta de experiencia. “No es cuestión de fuerza”, ya que “nosotras hacemos de todo en el campo, y los hombres solo van con la vibradora por arriba, en el árbol”, se queja.

Hace unos años, las denuncias eran porque sólo contrataban a mujeres si iban acompañadas por un hombre, en parejas, pero ahora el rechazo es total. Y aunque hay tajos con presencia femenina,ellas son escasas, con porcentajes de dos mujeres frente a diez hombres.

Su caso se repite por toda la provincia, en distintas localidades, entre personas de distintas edades, y con el único denominador común para ser rechazadas: ser mujeres. De ahí, que en la comarca de El Condado hayan decidido hacer pública una situación que desde hace tiempo es un rumor a voces. Hace unos días salían a la calle para protestar en Navas de San Juan; en Santisteban del Puerto llevan recogidas unas 400 firmas reivindicando sus derechos y el próximo 23 de noviembre celebrarán una asamblea, apoyadas por el sindicato CCOO y el propio alcalde. Las protestas se repiten aunque de forma menos llamativa y más soterrada en localidades como Castellar, Sorihuela, Chiclana…

El problema es más serio de lo que a simple vista se plantea y va más allá del hecho de no llevar dinero a casa. Muchas de estas mujeres que han trabajado durante años en los meses de la recogida de la aceituna y cotizado a la Seguridad Social ven peligrar sus pensiones. Si no consiguen los suficientes jornales (35 las mayores y 55 jornales las más jóvenes), no pueden acceder al subsidio agrario, y si cada seis meses no presentan jornales no pueden seguir cotizando, quedan expulsadas del sistema, sin posibilidades de poder pagar el “sello agrario”.

Igualdad legal

Igualdad legalSólo hace 19 años que en el convenio del campo de la provincia de Jaén, firmado en 1996, se producía la equiparación salarial entre hombres y mujeres en la recogida de la aceituna. Desde entonces, se han ido dando pasos y los distintos convenios del sector han ido añadiendo cláusulas para favorecer la igualdad. Así en 2005 se incluía un nuevo artículo para facilitar el trabajo de las embarazadas y, hace apenas un año, se firmaba el último convenio con vigencia desde 2014, en el que por primera vez se recoge de forma expresa la igualdad de la mujer en su acceso y en los salarios. De forma que en el punto 33 dice que “se garantizará el principio de igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el acceso al empleo, la formación y promoción profesional, y las condiciones de trabajo”.

Pero al final, sin la concienciación de los dueños de la tierra, o del encargado de contratar a la cuadrilla, todo queda en papel mojado. Hace unos días, un anciano conversaba sobre este tema, sentado en una silla, con la dependienta de una tienda en uno de esos pueblos rodeados de cientos de miles de olivos. Criticaba, sin decir el nombre, a una persona fallecida que justificaba que las mujeres debían cobrar menos en el campo sólo por ser mujeres, algo que a él le parecía inconcebible porque como decía, siempre había podido comprobar que ellas trabajaban más que ellos en el tajo.

Casi medio siglo después de los recuerdos de este anciano, las cosas en la práctica han cambiado mucho y nada. Ahora, la mecanización del campo facilita esa discriminación. Según Mariano Chinchilla, secretario general del sindicato provincial agroalimentario de CCOO de Jaén, la forma de encontrar tajo ha cambiado un poco en los últimos años. Se ofrecen cuadrillas completas con maquinaria y coche propio, se pactan destajos…

Y mientras muchos de los hombres realizan trabajos en el olivar durante el resto del año, como la poda o el abono, son muy pocas las mujeres que trabajan fuera de la campaña de la recogida. También son pocas las que acuden a los cursos de formación sobre maquinaria agrícola, su presencia es testimonial, apenas una treintena, entre las 100.000 personas que pueden trabajar en la campaña.

Feminización del paro rural

Según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre de este año, las mujeres siguen encabezando el desempleo estatal, con una tasa del 38,98% en Jaén, solo superadas por las de Cádiz y Ciudad Real, donde sistemáticamente empeoran su situación laboral.

Encontrar un trabajo se hace más difícil en las zonas rurales. En la provincia de Jaén, 93 de los 97 municipios tienen menos de 30.000 habitantes y en ellos viven más de 206.000 mujeres, el 49 por ciento de la población.

En una de esas localidades, con poco más de 5.800 habitantes, un grupo de mujeres han decidido plantarle cara al desempleo y han creado la Asociación de Mujeres Desempleadas de Arjona (AMDA). Aún en proceso de formación, ya son casi medio centenar de asociadas de todas las edades, desde los 17 hasta los 60 años. Entre ellas, hay una arqueóloga, una periodista, una bióloga de 30 años experta en olivar, mujeres especializadas en el cuidado de personas mayores, en ciencias ambientales, unas licenciadas y otras no, pero todas con el objetivo de buscar un empleo sin tener que salir de su entorno. Muchas han ido a recoger aceituna, otras siguen intentándolo y saben de los problemas.

Como explica Mari Paz, que está terminando los estudios de Periodismo, quieren ser un punto de referencia para canalizar las ofertas de empleo que puedan surgir de cualquier sector. Y crear una bolsa de empleo para mujeres que a raíz de la crisis han visto aumentar la desigualdad con los hombres.

Una lucha en un mundo marcado por los frutos del olivar y al vaivén de que el tiempo facilite una buena cosecha y aumente las oportunidades de trabajar ante la falta de alternativas.  

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