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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Vientres de alquiler: los deseos no son privilegios

Marga Deya

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El conflicto de los vientres de alquiler se está abordando desde la perspectiva de unos padres y madres con intenso deseo de tener su propio hijo/a, conectando con la emoción que la paternidad y la maternidad nos puede generar a todas las personas.

Yo, que soy madre a la que le costó mucho concebir, puedo entender el deseo que subyace y que se siente como una necesidad. Pero algo he tenido siempre muy claro: los deseos no son derechos, y aquellos deseos que tienen un precio como moneda de cambio se convierten en privilegios.

No es casualidad que Ucrania sea destino de las personas que quieren alquilar un útero. Un país pobre con una legislación que antepone los intereses del mercado a su propia gente. Los vientres de alquiler son un negocio que se aprovecha de la pobreza de millones de mujeres. Tanto es así que en países que se permitía, como Tailandia e India, se acabó prohibiendo debido al sistema de explotación que se había generado, donde se llegaron a establecer “granjas” de mujeres gestantes.

Y es que no se nos puede olvidar que, en todo esto de los vientres de alquiler, existen dos mundos. Por un lado, el de las mujeres gestantes, generalmente mujeres pobres con familias a su cargo. Mujeres de Ucrania o incluso de Estados Unidos –que es uno de los países del mundo con mayores índices de desigualdad y en el que un tercio de las familias monoparentales encabezadas por una madre soltera vive bajo el umbral de la pobreza–, mujeres que malviven y que harían lo que estuviera en sus manos para poder sacar adelante a sus hijos e hijas. Por otro lado, el mundo de las familias burguesas de Europa, Australia y Estados Unidos, cuyo deseo les hace creerse con el derecho de pagar a una mujer para que geste a un bebé que luego se llevarán (si está en perfecto estado).

Las personas privilegiadas siempre ignoran la desigualdad existente, defendiendo la libertad individual, pero cuando hablan lo que yo escucho es “déjame que yo exprima libremente a quienes no pueden elegir como yo”.

En este mundo globalizado en el que vivimos, nuestras acciones tienen connotaciones en el resto del mundo y no podemos obviarlas. Los úteros de alquiler legitiman y refuerzan la explotación de las mujeres en otras partes del mundo.

Las parejas que han comprado un bebe sabían esta realidad y no les ha importado. Ojalá comprendiéramos que los deseos individuales no pueden sustentarse en la explotación de otras. Esto, que parece lejano, tiene ecos en la realidad en nuestro presente, con declaraciones de los que optan a gobernarnos que nos quieren de vuelta al hogar y negando la desigualdad o el ejercicio de la violencia machista para mantenerla.

Yo, como muchas otras, estaremos en la calle para defender un mundo que elimine privilegios y garantice derechos. Espero encontrarme contigo para construirlo juntas y juntos.

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