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“Durante los primeros años era más entendible el abandono de la Expo, pero llevamos ya diez”

El vicepresidente de la Asociación Legado Expo, Miguel Ipas

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

Zaragoza ha recordado esta semana el décimo aniversario de la Expo 2008, una muestra internacional que transformó la ciudad y atrajo más de cinco millones de visitantes al meandro de Ranillas. Miguel Ipas (Zaragoza, 1966), vicepresidente de la Asociación Legado Expo, destaca las luces y sombras de la herencia de esa cita.

El 14 de junio de hace 10 años, el día que se inauguró la Expo de Zaragoza, ¿cómo pensaban que iba a ser el legado de la muestra internacional?

El legado lo vimos ya al día siguiente. A partir de la Expo de 2008, tenemos una Zaragoza nueva: las riberas del Ebro, la zona del parque del agua y todas las infraestructuras pendientes, muchas desde hace años: pasarela del voluntariado, puente del Tercer Milenio, cierre de los cinturones, terminal del aeropuerto... Todo el frente fluvial se puede recorrer, el Parque del Agua es muy visitado. Todo eso lo vimos desde el principio y llevamos diez años disfrutándolo. Además, la Expo nos dejó el recinto de Ranillas, una zona nueva de la ciudad, con edificios de una arquitectura moderna; es una parte de la Zaragoza del siglo XXI.

A la vez, ustedes han sido estos años muy críticos con los edificios que han quedado abandonados...

Sí, claro, en 2008 algunas cosas se veían de forma diferente. No estaba prevista la crisis. Todos los equipamientos y edificios tenían un uso previsto, pero con la crisis, algunos planes se tienen que cambiar y quedan aparcados. Durante los primeros años era más entendible, pero llevamos ya diez y ahora ya no se entiende ese abandono. Podemos hablar de cierto desinterés, cierta dejadez por parte de los responsables, tanto autonómicos como municipales. Por eso, diez años después, nosotros hablamos de que la “asignatura pendiente” es conseguir que la zona de Ranillas fuese un nuevo foco de atracción, tanto como parque empresarial, que quizá funciona un poco mejor, como desde el punto de vista turístico, que es lo que no se ha terminado de desarrollar.

¿Qué parte veis comprensible que no haya llegado a desarrollarse como se había previsto en un principio?

En principio, tal y como se había planteado en 2008, todo tenía su lógica. La parte empresarial tenía su desarrollo; de hecho, había empresas que habían comprado instalaciones o las habían apalabrado, pero con la crisis se paraliza. Entre los grandes iconos arquitectónicos, la torre del Agua y el pabellón puente los iban a gestionar desde el punto de vista cultural unas cajas de ahorros, con una programación que ya estaba prevista. El Pabellón de España iba a ser un centro de investigación sobre el cambio climático. Es decir, las previsiones estaban hechas. Lo que pasa es que una parte, por el tema de la crisis, se paraliza. Y otra, sobre todo, los últimos cuatro o cinco años, se ha dejado aparcada un poco por dejadez de los responsables. Eso es lo que da más de pena.

¿Qué edificios son los que más les duelen?

Los emblemáticos, que son pabellón de Aragón, pabellón de España, la torre del Agua y el pabellón puente. Son los edificios más visibles, los que más llaman la atención y también las construcciones que más gasto tuvieron. Tendrían que ser punta de lanza del atractivo de esa zona. La parte empresarial está ocupada en un 70 %; quedan tres o cuatro edificios pequeños por transformar y se hará en cuanto se vayan ocupando oficinas. Ahora trabajan allí ya unas 3.000 personas. Pero lo más visible, los edificios emblemáticos, está cerrado.

Después de tanto tiempo, ¿qué defienden ustedes para estos cuatro edificios?

El pabellón de España es diferente porque pertenece al Gobierno central; en ese, estaba previsto un centro de investigación. Ahí tendría que ir ese proyecto, uno adaptado o incluso se había hablado de un uso compartido con la Universidad de Zaragoza, como un centro de investigación de uno de sus equipos. Si se producen cambios en la Delegación del Gobierno central en Aragón, volveremos a insistir sobre el uso de ese edificio, que está cerrado. El pabellón de Aragón, que es propiedad del Gobierno de Aragón, podría ser para algún tipo de promoción de la comunidad, de productos aragoneses o de la imagen de Aragón; podría ser para Turismo de Aragón, para vender todo Aragón desde Zaragoza. El nombre ya lo tiene hecho, porque todo el mundo conoce ese edificio como el pabellón de Aragón, con su forma de cesta. Nos quedarían los dos iconos, que son la Torre del Agua y el Pabellón Puente, que tendrían que ser gestionados como grandes contenedores culturales. El Pabellón Puente, solo recordando el nombre de su arquitecta, Zaha Hadid, que es un emblema a nivel internacional, podría acoger actividades o eventos culturales. La Torre del Agua, como edificio más alto, tiene también un gran potencial, con su escultura, que conseguimos recuperar en 2014. Es un elemento único para el espacio central y arriba, se puede hacer un bar o una cafetería, con un mirador, de manera que se pudiera subir a la torre, contemplar las vistas y bajar. Además, tiene un espacio interno de casi 3.000 metros cuadrados que se ha utilizado ya para algunos congresos y actividades complementarias, por ejemplo, al Palacio de Congresos, que sí que funciona y está justo enfrente. Sirve muy bien como complemento y nos diferencia a Zaragoza con respecto a lo que tienen otras ciudades.

¿Qué os parecen los planes que se han anunciado esta semana para convertir el Pabellón Puente en un centro sobre movilidad sostenible?

Bien, nosotros defendemos la utilización, el uso, la puesta en valor de los edificios. El plan que se presenta para el Pabellón Puente es una buena iniciativa, esperemos que se desarrolle y que realmente llegue a buen término. Ya hubo hace años algún plan que no se materializó, esperemos que este sí. Además, han salido recientemente a licitación las obras que faltaban de ignifugar unos tirantes de acero que permitiesen conseguir la licencia de apertura definitiva, que ni siquiera la tenía. Esperemos que sean el arranque para que, al menos, un edificio se vuelva a usar.

¿Tienen cierto escepticismo?

Seguimos con escepticismo porque con las administraciones y los políticos, nunca nos podemos fiar del todo. Esta vez parece que va más en serio, visto el compromiso y vistas las primeras licitaciones. Pero bueno, estaremos pendientes, comprobando que el desarrollo que se promete llegue a conseguirse.

¿Esperaban que este décimo aniversario hubiera servido para anunciar planes también para el Pabellón de Aragón?

Nosotros esperábamos que el décimo aniversario hubiera sido un arranque para los cuatro edificios que nos quedaban pendientes. El Pabellón de Aragón también es un edificio que sí tendría posibilidades. Ha habido alguna licitación: una adecuación del edificio, con arreglos después de diez años sin hacer nada. De momento no hay un uso claro, pero sí esperamos que se le dé un empujón. De momento, son solo anuncios, habrá que comprobar si se desarrollan y se convierten en realidad.

Mientras llegan esos planes, todos estos edificios han sufrido mucho vandalismo estos años...

Sí, de los cuatro edificios emblemáticos, el que peor está es el Pabellón de Aragón, que no tiene ningún cuidado ni mantenimiento y es el que está más vandalizado, tiene pintadas y daños. Los demás tienen vigilancia; están dentro de la zona que vigila Expo Zaragoza Empresarial y daños de vandalismo no tienen. De hecho, hace un año se arregló el Pabellón de España exteriormente, solventando algunos defectos que tenía de construcción, en la parte de las columnas y de filtraciones de agua. Exteriormente, ahora está en buenas condiciones; interiormente, no lo sabemos porque no hemos podido entrar. La Torre del Agua sí sabemos que está bastante bien. Y el Pabellón Puente tiene algunos defectos exteriores que supongo que arreglarán ahora.

En comparación con otras ciudades que han albergado exposiciones de este tipo, ¿qué tal se ha gestionado en Zaragoza la post Expo?

Nos podemos comparar con Sevilla; lo que pasa es que fueron dos exposiciones diferentes. Una exposición universal, como fue la de Sevilla, es muchísimo más grande; fueron unas 600 hectáreas y cada país construía su propio edificio, con lo que es mucho más difícil de gestionar. El año pasado conmemoraron el 25 aniversario y todavía tienen bastante pendiente de retomar y arreglar. La exposición de Zaragoza, al ser internacional, fue más pequeña y, en teoría, más fácil de gestionar porque el espacio es más reducido y los edificios los construye la organización, teóricamente con un uso previsto posterior.

¿Los ciudadanos han hecho suyo todo ese espacio nuevo? ¿Se deberían organizar allí más actividades?

Se ha ido integrando poco a poco. Al principio costó, pero yo creo que lo vamos descubriendo. Son ya espacios vividos. Cada vez hay más gente en el Parque del Agua, que es el parque más grande de Zaragoza, con casi 120 hectáreas y servicios que permiten ir en barco, montar a caballo, ir a la zona de playas o pasear simplemente. A diez minutos del centro de Zaragoza, tenemos los bosques de ribera que han ido creciendo estos años. Entonces, los ciudadanos lo vamos descubriendo y cada vez hay más gente en todo el frente fluvial... Yo creo que ahora ya esa zona está integrada, no solo en el barrio, sino en toda la ciudad. Al Ayuntamiento le corresponde el mantenimiento: estos últimos años, en las riberas, en alguna zona del frente fluvial, incluso algunos mosaicos y algún otro elemento, el mantenimiento se ha deteriorado. Pero, en general, son espacios que tienen mucho atractivo para los ciudadanos.

¿Cómo vais a celebrar la conmemoración del décimo aniversario en la Asociación?

Nosotros hemos organizado una exposición para que nos sirviera como excusa para entrar en algunos de esos edificios, pero al final hemos cambiado de plan y la hemos abierto en otro edificio, el Acuario de Zaragoza, que es el único edificio que se ha mantenido abierto durante todos estos años y hoy ya es un emblema de la ciudad. El año pasado pasaron por allí casi 100.000 visitantes. Vamos a realizar una exposición que se integrará en el recorrido expositivo habitual del acuario, como un complemento que recuerda todo lo que fue el evento en Zaragoza. Nos hemos centrado en organizar actividades este fin de semana del 15 al 17 de junio, pero otros fines de semana seguirá habiendo visitas guiadas a la zona, haremos proyecciones en el cine del acuario de espectáculos que se vieron durante la Expo…

¿Echáis en falta más interés de las administraciones por recordar este aniversario?

Sí. Se echa en falta, más que un evento, ese impulso por parte del Ayuntamiento del mantenimiento de las zonas que le corresponden, por ejemplo, con un plan de riberas que arregle los desperfectos que se han producido estos años. Y por parte del Gobierno de Aragón, un interés más decidido por usar los edificios que quedan pendientes. No se trata solo de organizar una gala o un acto más protocolario, sino de utilizar esos edificios.

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