La Comisión Europea quiere imponer un seguro a las bicis eléctricas como el de los coches
Un conductor residente de la Unión Europea puede viajar en coche y atravesar cuantas fronteras quiera (menos la de Reino Unido) sin necesidad de contratar un seguro cada vez que su coche entra en otro país de la UE. Esto es así por una directiva que empezó a funcionar en 1972 para cubrir mejor a los conductores en caso de accidente y facilitar la libertad de movimiento de las personas. Desde ese año, la norma se ha actualizado cinco veces, la última hace diez años. Y es en su sexta revisión, ahora, cuando las organizaciones europeas de bicicleta han hecho saltar la alarma.
La razón es que la Comisión Europea plantea que la directiva incluya las bicicletas eléctricas, es decir, que se imponga el mismo tipo de seguro a terceros a estas dos ruedas que a cualquier otro vehículo motorizado. En el siguiente ‘round’ legislativo, el Parlamento Europeo debe pronunciarse sobre la medida en su sesión del próximo 22 de enero. Y las asociaciones de bicis, que llevan peleando meses contra la medida, confían en que esta cámara vote alguna de las enmiendas introducidas.
Tal y como argumenta Bruselas en el documento para actualizar la directiva, publicado en mayo de 2018, “el uso de estos nuevos tipos de vehículos tiene el potencial de causar accidentes cuyas víctimas necesitan ser protegidas y reembolsadas rápidamente”. No es que en la directiva original las bicicletas eléctricas no estuvieran incluidas, pero el texto era mucho más vago respecto a qué es un vehículo motorizado y qué se considera hacer uso. Hay que tener en cuenta que hace diez años las bicicletas eléctricas apenas existían. Ahora, este medio de transporte se menciona de forma explícita y sobre qué se considera utilizar un vehículo, Bruselas marca: “Cualquier uso que se haga de ese vehículo, destinado a servir para transportarse, con independencia de sus características o del terreno en el que el vehículo motorizado se utiliza, y si está parado o en movimiento”.
Para la Federación Europea de Ciclistas (ECF), una medida así no tiene ningún sentido: “Estas bicis solo son eléctricas cuando se pedalea, y sirven para dar un empujón a los ciclistas en las cuestas, cada vez hay más gente que las usa, pues no quiere llegar sudada a trabajar. Además, su velocidad máxima es de 25 kilómetros por hora, dos o tres kilómetros por hora más que una bicicleta convencional”, explica desde Bruselas Ceri Woolsgrove, director de políticas y seguridad vial en esta organización.
De salir adelante la medida, incide este especialista, lo único que se conseguirá es poner una barrera al uso de la bicicleta eléctrica, cuando este medio de transporte se encuentra en plena expansión en Europa y puede ser una forma de sustituir al coche para los desplazamientos cortos. “Significará que los ciclistas tendrán que registrar su bici como si fuera un coche, matricularla y pagar mucho dinero cada año por un seguro. Ya es suficientemente complicado desplazar a la gente del coche hacia la bicicleta, con esta medida la gente no se moverá”, añade.
Según cifras de la Confederación de la Industria Europea de la Bicicleta (Conebi), en 2016 se vendieron en Europa 1.667 bicis eléctricas, pero es un sector que crece a un ritmo del 16% cada año.
La actualización de la directiva prevé que los Estados miembros puedan introducir excepciones, “pero esto nos obligaría a ir país por país llamando la atención sobre algo ya aprobado de forma general”, incide Woolsgrove. De entrada, el Parlamento Europeo no parece estar muy de acuerdo con la Comisión. En una de sus enmiendas a considerar las bicicletas eléctricas de la misma manera que un automóvil, remacha: “Cada vez hay más y más tipos de vehículos que se usan aparte de los tradicionales coches y camionetas, como bicicletas eléctricas y ‘segways’. Una cobertura total de seguros sería desproporcionada debido al tamaño de estos vehículos”.
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