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Un análisis de 700 medidas aplicadas en la crisis de 2008 incide en la importancia de los estímulos verdes para recuperar la economía

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Sara Acosta

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La lección que deja la gran crisis financiera de 2008 es que las políticas de estímulo verde tienen más ventajas que los estímulos fiscales tradicionales. Esta es la principal conclusión de un estudio firmado por cinco potentes economistas, entre ellos el Nobel Joseph Stiglitz y Nicholas Stern –el primero que estableció el coste de no hacer nada respecto al cambio climático para la economía mundial– tras analizar durante el mes de abril hasta 700 medidas de estímulo que se aplicaron desde 2008; y de entrevistar a 231 analistas de bancos centrales de todo el mundo, ministerios de finanzas e instituciones académicas.

En su análisis, que firman en la revista Oxford Review of Economic Policy, estos economistas se han centrado en aquellas medidas que se tomaron teniendo en cuenta el cambio climático, pues ahora temen que “los inminentes paquetes fiscales consoliden el actual sistema económico, intensivo en energías fósiles”.

La reducción masiva de gases de efecto invernadero que se ha producido por las medidas de confinamiento en distintos países era previsible, sobre todo por el brutal parón del transporte. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en 2020 las emisiones habrán disminuido un 8%; y para entender la magnitud de lo que esto significa, los economistas comparan el impacto del coronavirus con la Segunda Guerra Mundial, cuando las emisiones de CO cayeron un 4%; o la crisis de 2009, un momento en el que descendieron un 1%.

El problema es que esta caída será temporal, hasta que la economía se vaya recuperando y entonces se produzca el conocido ‘efecto rebote’, por el que las emisiones aumentarán de nuevo y mucho más rápidamente de lo que descendieron “una vez que el confinamiento termine”.

Por ello es muy importante, explican, aprender de la gran crisis financiera, aunque sus causas no sean iguales ni tampoco su dimensión.

“Los estudios sobre las respuestas fiscales a la gran crisis financiera sugieren que su éxito está condicionado por dos elementos: la rapidez con la que se implementan y el retorno por cada dólar invertido”. En este sentido, de las 700 medidas estudiadas concluyen, por ejemplo, que las energías renovables son positivas a corto plazo, pues generan más empleo cuando este se contrae a causa de una recesión; esto a su vez aumenta el gasto, lo cual hace que se incremente la demanda, favoreciendo el crecimiento de la economía.

A largo plazo, las renovables, mantienen estos economistas, requieren menos empleo, lo cual libera mano de obra cuando la economía se recupera. También respecto al retorno de la inversión, los proyectos de construcción verde y de infraestructuras de energías limpias han resultado más positivos que una recuperación que apuesta por mantener las energías fósiles como pilar de la economía.

“Los paquetes de rescate de emergencia que se están implementando representan decisiones de vida o muerte para la gente hoy. Los paquetes de recuperación que se van a establecer muy pronto rediseñarán la economía a largo plazo, representando decisiones de vida o muerte para las generaciones futuras teniendo en cuenta su impacto en el clima”.

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