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Ante todo, mucha calma

Vivir enfadado aumenta el riesgo de morirse antes.

Cayetano Olmeda

“La ira es una locura corta”, decía Horacio, el poeta romano. Y, por lo que vamos sabiendo, un camino más rápido hacia la muerte.

Un trabajo realizado durante casi 40 años y liderado por la Universidad del Estado de Iowa quiso comprobar hasta qué punto era cierta la creencia popular de que aquellos que viven siempre enfadados tienen existencias más cortas. Y los datos obtenidos por este proceloso estudio, que acaban de ser publicados, nos llevan a pensar que sí.

La investigación empezó de una manera muy simple. En una primera fase, entre 1968 y 1972, preguntaron a un grupo de más de 1.300 hombres de entre 20 y 40 años si se enfadaban con facilidad. Esta misma pregunta la repitieron varias veces durante todo aquel periodo.

En la siguiente etapa, que se abrió en 1972 y se cerró en 2007, los estudiosos solo tuvieron que seguir la evolución de la vida de esas personas. Así, descubrieron una correlación entre aquellos que dijeron “sí” cada vez que se les preguntaba y los que se morían antes en términos relativos a su edad, incluso después de valorar otros factores como estado civil, nivel de renta o tabaquismo.

El estudio sugiere que las personas que están siempre enojadas tienen un riesgo 1,57 veces superior de morirse antes que sus congéneres más relajados.

Graciela Peña, psicóloga clínica, propone unas sencillas técnicas para controlar los enfados. “Técnicas de relajación como respirar profundamente o la imaginación relajante pueden ayudarnos a calmar sentimientos de enfado”, asegura.

Para ello propone unos sencillos pasos:

  • Respirar profundamente, desde el diafragma. Respirar desde el pecho no nos relaja. Debemos imaginar que la respiración sube desde nuestra barriga.
  • Repetir lentamente una palabra o frase tranquilizadora como “relájate” o “tómalo con calma”. Hacerlo mientras respiras profundamente.
  • Recurrir a la imaginación. Visualizar una experiencia relajante guardada en la memoria o en la imaginación.
  • Realizar ejercicios lentos y no extenuantes como el yoga, que puedan relajar los músculos y ayudar a la calma
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