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El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

De la derecha suicida y la izquierda resistente

Pedro Sánchez y Pablo Casado se saludan en el Palacio de La Moncloa, en una foto de archivo. EFE/Fernando Villar
10 de enero de 2022 22:23 h

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Alguien que sabe mucho de estas cosas mantiene desde hace años que hacer una encuesta sobre intención de voto en tiempo no electoral es una forma como cualquier otra de tirar el dinero a la basura. La responsable del muy serio trabajo de El País y la SER del fin de semana, Belén Barreiro, ya nos advertía que “la demoscopia invita a tomar con gran cautela los datos de encuestas hechas con tanta antelación a una convocatoria de comicios. Una de las razones es que el votante se halla más desmovilizado. Solo un 53% de los consultados dicen que irán a votar con seguridad”. Mesura pues en la interpretación de los resultados. Pero una vez arrojada la piedra al estanque habrá que atender a los remolinos.

¡Qué desafortunada, qué infeliz la carrera política del pimpollo Casado! El hoy pomposamente denominado líder de la oposición fue el jefe de los jóvenes del PP, cargo relevante, casi al mismo tiempo que Esperanza Aguirre, ya rodeada de decenas de políticos corruptos, hoy egregios huéspedes de las cárceles madrileñas, buscaba un chiringuito a Santiago Abascal donde viviera más que confortablemente, a costa de los ciudadanos, sin dar ni golpe. ¿Y a Isabel Díaz Ayuso, algún encargo? Pues claro, diseñar y cuidar la ficha de Pecas, el perrito de la jefa.

El pimpollo llegó con los años a escalar más alto que ninguno, tampoco es que el perfil de sus rivales diera para ocupar sesudas cátedras, no nos engañemos, pero la vida política, tan cruel, le ha llevado al cabo de sus días a tener que asumir como propias, rendidas sus propias ideas, si es que alguna tenía, a asumir las del recio Abascal, que desde las diminutas tierras de Liliput, tras su previsible subida de votos hoy nos mira aposentado en las alturas de Brobdingnag. Y lo mismo ha tenido que hacer dentro de su partido con la presidenta de la Comunidad madrileña: ceder, ceder y ceder. Entre unos y otros, le hemos visto atarse a los sectores políticos, sociales y económicos más reaccionarios del país. De la derecha sin disimulos a la ultraderecha sin tapujos. Una vergüenza. Y todo ello, naves y prestigio abrasados, en España y en Europa, para morir lejos de los 176 diputados necesarios para gobernar. Un camino infame para un final ridículo. De la nada, decía Groucho, a la más absoluta de las miserias.

Pero se equivocan augures y hechiceros salidos de las oscuras madrigueras donde un día tuvieron poder, cuando desprecian la resistencia que va a ofrecer el actual gobierno y el conjunto de fuerzas que lo mantienen. Tratan de que nos creamos su falacia de la debilidad del gabinete, repetida machaconamente una y otra vez por sus portavoces parlamentarios en los aquelarres del Congreso y multiplicada al viento por los editoriales y comentarios de la prensa adicta, esa alegre muchachada a la que acompañan siempre felices -y bien pagados- los astros de la radio y la televisión de los obispos, pura bazofia informativa.

Con esta oposición cerril y con el bicho rampante, el Gobierno de Pedro Sánchez ha navegado con más firmeza de la esperable entre tempestades. Y un ejemplo son las 47 leyes aprobadas en el Congreso, más de las que consiguió sacar Rajoy en un plazo similar, 14 de ellas orgánicas, lo que significa que en estas últimas ha logrado atraer a sus proyectos a una mayoría absoluta de diputados. Los presupuestos, por ejemplo, obtuvieron 188 y 189 votos en las dos votaciones necesarias. Es verdad que cada victoria requiere un proceso arduo y doloroso de hablar y negociar. Pero eso, precisamente eso, es política. Y si una y otra vez el Gobierno gana, ¿de qué fragilidad hablan los opositores bocachanclas y los periodistas histéricos de a tanto la pieza?

Por eso es tan importante que la unidad de la izquierda se mantenga cohesionada como cemento armado y que el bloque de apoyo al Gobierno-incluidos los partidos periféricos- continúe entendiendo que su voto favorable es vital para mantener el muro frente a esta derecha que amenaza los logros adquiridos por la ciudadanía de una mejor distribución de la riqueza, solo citar la subida del salario mínimo, además de una fuerte ampliación de derechos, baste recordar las leyes trans o la de eutanasia. Olvide todo el bloque de apoyo al Gobierno cualquier tentación de regresar a las batallas entre el Frente Popular de Judea y el Frente Judaico Popular porque todavía es más que necesaria la unidad de las fuerzas progresistas. ¿De verdad que no van a ser capaces de ceder entre todos para sacar adelante esa reforma laboral que han pactado el Gobierno que ellos mismos apoyan -su gobierno- los sindicatos y la patronal? No desperdicien, por favor, ese milagro.

Adenda. Cuando la derecha reaccionaria, engordada con suculentos chuletones pero ayuna de valores morales, despliega la guerra sucia contra un ministro que ha dicho verdades como puños, sus compañeros de gabinete, con su presidente a la cabeza, deberían sentirse obligados a salir en tromba en defensa del ministro injustamente agraviado. Los matices, después.

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El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

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