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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Carta abierta a Oscar Freire: cuando el ciclismo blanquea el genocidio

El exciclista Óscar Freire durante una carrera.

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Estimado paisano, tricampeón Óscar Freire. Soy una de las muchas personas que participaron en los actos de protesta por la presencia de un equipo promocional del sionismo en La Vuelta, una de tantas almas torturadas por el genocidio que estamos presenciando impotentes, motivo por el cual no dudé en acudir a algo tan incómodo como es protestar cuando podía estar mucho mejor tumbada en la playa, leyendo un buen libro, tomando algo con amigos, en casa con la familia… o trabajando para no tener que recuperar horas o perder dinero. La responsabilidad con el momento histórico que vivimos es lo que tiene, paisano, que te lleva a pasar una mañana bajo la solana rodeada de policías en vez de vivir tu vida libre de otros compromisos. Yo estuve en Cabezón de la Sal, pero podía haber estado en Bilbao, Zaragoza, Valladolid o cualquier otra ciudad o pueblo por donde pasa La Vuelta, un evento deportivo que consiente y es cómplice de un sportwashing o blanqueamiento deportivo de libro.

Primero de todo, paisano, voy a explicarte, porque sospecho que no debes conocer bien sus motivaciones, quién financia el equipo Israel Sport Tech y cuál es su objetivo, que él mismo ha gritado a los cuatro vientos que no es principalmente deportivo. Si hay alguien responsable de mezclar deporte y (mala) política, convirtiendo en cómplices a todos los participantes en La Vuelta, ha sido él. Detrás del equipo ciclista israelí está Sylvan Adams, un inversor referente de la causa sionista, y no se crea nadie que se confunde “judío” con “sionista”, algo que sugiere interesadamente el lobby sionista en el estado español, ACOM, pero nadie más. Adams, hombre cercano a Benjamin Netanyahu, se autodefine como “embajador de Israel por el mundo”, lo cual incluye muy especialmente, en los últimos tiempos, su total acuerdo con el genocidio del pueblo palestino, con los asesinatos y desplazamientos masivos, la destrucción de infraestructuras civiles vitales, los bloqueos que impiden el acceso a alimentos, agua, medicinas…

El tipo es un “hijo de mamá”, uno de esos millonarios que lo son porque nacieron con todo a su favor; en su caso, un imperio inmobiliario que creó su madre. Gracias a su fortuna —valorada por Forbes en 2.800 millones de dólares—, Adams fundó el Israel Premier Tech y en solo tres años conseguía que el Giro de Italia se celebrara en Jerusalén —con bastante polémica, pues solo Donald Trump la reconoce como capital de Israel— gracias a la ayuda del genocida perseguido por la Corte Penal Internacional Benjamin Netanyahu, con quien se jacta de compartir ideología y quien ha alabado recientemente el “gran trabajo de Sylvan y del equipo ciclista de Israel por no ceder ante el odio y la intimidación” subrayando: “¡Estáis haciendo que Israel se sienta orgulloso!”. Adams ha afirmado que su objetivo con el equipo es “ganar corazones a la causa israelí” y el equipo ha recibido subvenciones del Ministerio de Turismo de Israel. A ver quién es el guapo que se atreve a negar el sportwashing y la complicidad a la que ha condenado a La Vuelta con las políticas de apartheid, limpieza étnica y colonización israelíes que culminan en el genocidio.

Igual tus declaraciones sobre que somos “perroflautas” y “los mismos personajes agresivos que aparecen en todas las manifestaciones” le han echado un cable a Adams y a su amiguete genocida. No quisiera verme en tu pellejo en el futuro, paisano, sabiendo que lo que se recordará de ti de los tiempos en que asistimos al genocidio de todo un pueblo en directo es que remaste a favor de los genocidas. No sé si tienes hijos, pero igual un día te preguntan qué hiciste tú, dónde estabas cuando esto ocurría, como tantas veces les pregunté yo a mis padres y profesores sobre los alemanes en la época del Holocausto. Y qué duro es descubrir que la mayoría haría como quienes hoy en día siguen viviendo y priorizando su propia vida e intereses. Eso es también lo que Hannah Arendt llamó banalidad del mal y me recuerda la terrible pero fantástica 'La zona de interés', película que cuenta cómo Rudolf Höss, director del campo de concentración de Auschwitz, trata de construir una vida familiar idílica junto a su familia en una casa situada a las afueras del campo. Sobran los comentarios. Su “zona de interés” le inmuniza contra el horror y la inhumanidad de la Solución final y su mujer, por ejemplo, no duda en ser práctica, priorizarse… y usar la ropa y hasta las barras de labios de mujeres que sabe que han sido asesinadas e incineradas en el campo. Cada uno a lo suyo, el resto que arreen. Pues, si vamos trazando “zonas de interés”, ayer Eurovisión, hoy el deporte, las familias que da de comer el equipo, la ilusión de los chavales que corren en La Vuelta… y ponemos todo por detrás del respeto por la dignidad y la vida humana, es nuestra propia humanidad la que paga la factura creando una deuda impagable. 

Viví el pasado viernes la cacerolada y el corte de La Vuelta en Cabezón bajo un sol de justicia, franqueada por una bandera palestina y un cartel sobre el uso del hambre como arma de guerra y tuve frente a mí al pelotón de salida:  un montón de rostros jóvenes, muy jóvenes, en los que, sinceramente, fui incapaz de leer. Me producían ternura por su juventud, en absoluto odio, y quise creer que alguno pensaría en hacer un gesto generoso y dejar La Vuelta en solidaridad con Palestina, pero ninguno lo hizo. Estábamos coreando “Israel asesino del pueblo palestino” y no pude evitar que me cayeran, a borbotones, las lágrimas. Porque nadie entendía en esa maraña de ruedas la gravedad de lo que está ocurriendo, porque nadie tuvo el valor de bajarse de la bici, porque mientras en Gaza los niños mueren de hambre por una estrategia intencionada, cada uno permaneció subido en su “zona de interés”. Qué tristeza y qué vergüenza. Y que todavía haya quienes se atreven a comparar un espectáculo o una oportunidad profesional o deportiva, me es igual, con defender la vida y nuestra propia humanidad. Y luego, tú, paisano, con tus declaraciones…

Tal vez no te acuerdes, pero en 2016 ayudaste a promocionar una carrera popular a Pasaje Seguro, un grupo de esos a los que has llamado “perroflautas que van a todas y lo único que buscan son peleas”. Fíjate, la realidad es que nos dejamos el lomo todo aquel verano para organizar una gran carrera popular en Santander que sacara fondos para las víctimas de otra guerra y del racismo institucional europeo: los refugiados sirios. No quiero pensar que nos apoyaste por puro marketing de causas o filantropía estratégica y por eso ahora el sportwashing de La Vuelta no te parece tan mal. Creo que te calentaste, que no pensaste lo que decías y, si fuera tú, recapacitaría, y me plantearía animar a la Unión Ciclista Internacional (UCI) a que eche a Israel Sport Tech como hicieron en marzo de 2022 con el equipo ruso Gazprom-RusVelo tras la invasión de Ucrania. Usa tu buen nombre para bien, tú puedes.

Nuestra humanidad herida aún no se había recuperado de la maldad radical de Europa con los refugiados y ahora nos toca vivir la impotencia internacional para parar un genocidio, pero no podemos dejar de luchar. Debiera ser imprescindible para la historia posterior de cada uno y una saber en qué lado estuvo: en el de la humanidad o el de la inhumanidad flagrante, porque, por desgracia, no hay término medio en esto. 

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