Necesitamos tanta información como oxígeno

Según nos reveló el Instituto Reuters en su último estudio global sobre 'consumo' digital de información una de cada cuatro personas en España —por lo tanto, en Cantabria— han optado por no leer ‘noticias’. Las razones pasan por la falta de credibilidad de canales y medios, pero también por la muy infantil causa de que saber duele. Claro que duele… y construye ciudadanía.

Necesitamos tanta información como oxígeno porque sin ella quedamos expuestas al zarandeo violento de los bulos, de los lemas llamativos sin raíces, del periodismo de micrófono, de eso “que me apareció en el móvil”. O de Instagram… que hay personas adultas y 'formadas' que aseguran que se informan por ese canal atravesado por un algoritmo perverso que igual te deja enganchado a la arquitectura o a Rosalía como te arroja en los brazos de los terraplanistas.

Cuando el 37% de las personas confiesan que no 'consumen' información por decisión propia, estamos en la antesala de una “sociedad que se permite vivir con los ojos cerrados”, como escribió algún día el gran periodista Martín Caparrós.

No hay democracia sin información, incluso sin mala información; pero, desde luego, no hay una democracia sana y que camine hacia la justicia sin buena información disponible y sin ciudadanía que la busque y la consuma.

Las personas con criterio huyen de este partido de ping pong de declaraciones —o deberían huir—. Las declaraciones de los (malos) políticos se acumulan como sedimento en nuestro inconsciente y marcan una agenda informativa intoxicada, como denunciaba hace unos días Ignacio Escolar durante el décimo aniversario de elDiario.es Cantabria.

Y de lo tóxico hay que huir. Necesitamos medios y periodistas que nos expliquen la trascendencia de los presupuestos de Cantabria —no que nos retransmitan el cruce de acusaciones de los portavoces de los partidos—; necesitamos medios y periodistas que nos cuenten qué pasa cuando se incumplen las leyes —no que nos cuenten que a la alcaldesa de Santander hay leyes que no le molan—; necesitamos medios y periodistas que nos expliquen a dónde va la energía que se genera y que se pretende generar en Cantabria —y que dejen de hacerle publirreportajes al proyecto Altamira bajos sus múltiples denominaciones—; necesitamos medios y periodistas que calculen cuántos proyectos culturales de base se podrían alimentar con los millones de euros destinados a La Lechera, a la sede del Reina Sofía o tantos otros megaproyectos que serán imán del turismo y, por tanto, repelente de vecinos y vecinas…

Necesitamos tanta información como oxígeno si no queremos que los bulos reaccionarios sigan siendo inoculados poco a poco en las capas más humildes de la sociedad con el aplauso de las capas más beneficiadas. En ese sentido me parece buenísima la iniciativa de UGT Cantabria de hacer talleres para desmontar los 'bulos laborales' y recomendaría empezar por el primero: un trabajador o una trabajadora no es clase media y un empresario nunca es una ovejita Lucera. Si aprendemos ese ABC de las clases sociales quizá podamos entender que un inmigrante económico no es una amenaza, sino que es un compañero/a de clase tan expuesto a la precarización como nosotras mismas.

Necesitamos tanta información como oxígeno y si no nos la ofrecen, deberemos buscarla u organizarnos para producirla. Si usted ha llegado hasta esta línea, están en un medio que sí nos ofrece esa información de calidad que tiene lectores dispuestos a hacer el esfuerzo de leer críticamente y comprender. ¡Enhorabuena!