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La liberalización del suelo rústico promovida por el PP alimenta el negocio de las viviendas turísticas en Cantabria

Zona de Villapresente (Reocín) donde se tramita la construcción de tres apartamentos turísticos en suelo rústico.

Olga Agüero

Santander —

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La liberalización del suelo rústico que impulsó esta legislatura el Gobierno de Cantabria que preside María José Sáenz de Buruaga (PP) para permitir la construcción de viviendas unifamiliares y “asentar población” en núcleos rurales está generando un efecto contrario: alimentar el negocio de las viviendas turísticas en la comunidad autónoma. Se trata de un fenómeno que se está agudizando. En estos momentos, el Ejecutivo autonómico tramita licencias para edificar en suelo rústico varios proyectos que directamente advierten de que se destinarán a levantar apartamentos turísticos en suelo rústico de municipios como Bareyo, Reocín o Liérganes.

La excepción que permitió edificar viviendas unifamiliares en terrenos no urbanizables de Cantabria se justificó en la idea de fijar población rural y de que los propietarios de parcelas rústicas pudiesen hacer una casa a sus hijos en la finca familiar de su pueblo, sin recurrir a recalificaciones urbanísticas. O, al menos, esa fue la literatura que inspiró y consolidó la medida cuando se hizo pública y se defendió en su tramitación parlamentaria.

De hecho, el consejero de Fomento, Vivienda, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, Roberto Media (PP), justificó la iniciativa con el argumento de que “es una ley buena, que va a permitir la construcción de viviendas unifamiliares de forma absolutamente controlada, que va a permitir fijar población en muchos de los municipios del interior y que va a generar actividad económica también para los ayuntamientos”.

En cualquier caso, el resultado de la política de la libertad urbanística está siendo diferente al que supuestamente se pretendía. La tendencia es que el suelo rústico se está utilizando para hacer negocio, para segundas residencias o para otros usos como su posterior explotación turística, dado que no se introdujo ninguna salvaguarda para controlar el futuro uso de esas viviendas.

Negocios sobre suelo rústico

La realidad es que esta liberalización del suelo rústico está derivando en una motivación menos emocional y más mercantil: la de rentabilizar suelos rústicos como urbanos para hacer negocio turístico. El requisito es que se tramiten como una sola vivienda, aunque conste de varios apartamentos. Es decir, el truco está en solicitar la licencia para un solo inmueble aunque albergue más de una vivienda en su distribución interior.

En los últimos días, el Boletín Oficial de Cantabria ha sacado a información pública la solicitud de construcción de cuatro apartamentos turísticos en Bareyo y otra edificación en Villapresente en sendas parcelas rústicas. La Comisión Regional de Ordenación del Territorio y Urbanismo (CROTU), en su última reunión, ha dado también el visto bueno a construir un alojamiento turístico -integrado por cuatro apartamentos- en suelo rústico en Cotornedo, en el municipio de Liérganes.

La promoción urbanística de Bareyo plantea construir una edificación de dos plantas y casi 400 metros cuadrados para cuatro apartamentos turísticos en suelo rústico de entre 78 y 81 metros cada uno. Para ello, se exige que sea “coherente” con la arquitectura propia del núcleo de población, que tenga un consumo “casi nulo y autosuficiente” energéticamente y que se haga en la zona con menor pendiente de la parcela para reducir los movimientos de tierra y evitar el impacto visual que supondría poner muros.

También se establece como condición obligatoria la plantación y adecuado mantenimiento de un árbol autóctono en cada 50 metros cuadrados libres de parcela, que se encuentra afectada por el entorno de protección del Camino de Santiago y de la iglesia de Santa María de Bareyo. El Gobierno de Cantabria ha dado su visto bueno. Considera que la propuesta planteada “es conservadora”, puesto que se ha limitado la superficie ocupada: inferior al 4% de la superficie de parcela.

En el caso de Villapresente, se pretende construir una edificación de una sola planta que no sea superior a los nueve metros, con único acceso, compuesta por tres apartamentos -dos de 67 metros cuadrados y otro de 46 metros- con zonas comunes y acceso desde un distribuidor. Un diseño de 250 metros cuadrados en forma de cruz con cubierta a dos aguas.

No obstante, a pesar de estas circunstancias, hace unas semanas el consejero Roberto Media expresaba su satisfacción y calificaba la liberalización del suelo rústico protegido de “éxito rotundo” porque permite a los jóvenes tener una vivienda sin irse de su pueblo.

Otros de los usos de los terrenos rústicos autorizados en los últimos tiempos han sido, por ejemplo, la construcción de una residencia de personas mayores en suelo no urbanizable en Oreña, promovida por el Ayuntamiento de Alfoz de Lloredo, o un nave industrial en Noja.

A la vez, la Comisión Regional de Urbanismo ha rechazado algunas solicitudes como la de una promotora que pedía hacer un albergue y 14 bungalows en un terreno rústico en Somarriba, una pueblo del Ayuntamiento de Liérganes. También se ha denegado otra solicitud para construir apartamentos turísticos en Trillayo, en Cillorigo de Liébana.

400 casas en suelo rústico

La última reforma de la Ley del Suelo, en marzo de 2025, se camufló en la Ley de Simplificación Administrativa, que modificó 24 leyes y 22 decretos con los votos favorables del PP y Vox y también del diputado no adscrito Cristóbal Palacio. Desde entonces también se puede construir vivienda libre en el marco de un Proyecto Singular de Interés Regional (PSIR). Es decir, que el Gobierno de Cantabria podría hacer expropiaciones para interés público en suelo rústico y autorizar que un promotor privado edifique y venda viviendas a precio de libre de mercado en una parte de esa parcela.

Previamente, en enero de 2024, había entrado en vigor otra reforma de la Ley del Suelo de Cantabria, que impulsó también el Ejecutivo del PP, aunque en ese caso con el aval del PRC de Miguel Ángel Revilla, y que ha permitido desde entonces la autorización de casi 400 casas en suelo rústico y ha denegado unas 700 solicitudes. Aunque, en realidad, la construcción de viviendas en suelo rústico ya había estado en vigor durante una década en la comunidad autónoma, cuando se construyeron 1.300. La reforma amplió la posibilidad de edificar de 100 a 200 metros de distancia fuera del límite del núcleo urbano.

La casa de Ana Botín en Pedreña

Entre las autorizaciones que se pueden consultar en la información disponible en la CROTU hay también algunos beneficiarios como la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, que también podrá acogerse a la liberalización del suelo aprobada por el Gobierno del Partido Popular en Cantabria para fijar población rural.

Así, la Comisión Regional de Ordenación del Territorio y Urbanismo ha dado el visto bueno recientemente a la construcción de una casa en Pedreña sobre 6.000 metros cuadrados de suelo rústico en los márgenes del campo de golf de la localidad. Se ubicará en un terreno del municipio de Marina de Cudeyo, correspondiente a una parcela del doble de extensión que había sido segregada un mes antes y dividida en dos mitades.

El proceso se inició hace tres años, en noviembre de 2022, con el registro de la solicitud para hacer una casa unifamiliar de tres plantas, pero se ha dilatado en el tiempo, hasta el punto de que finalmente no ha conseguido el permiso hasta hace unas semanas. En la última reunión de la CROTU se dio el visto bueno después de algunos contratiempos con la posible afectación del Plan de Ordenación del Litoral (POL). Aclarado el error cartográfico ya tiene vía libre.

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