“Matar de hambre” a los tumores como complemento a la quimioterapia
Uno de cada cinco cánceres en España se ha quedado sin diagnosticar desde el inicio de la pandemia, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y es algo que según los expertos tendrá consecuencias futuras en la mortalidad. Como cada año, el 4 de febrero se celebra el Día Mundial contra el Cáncer. Coincidiendo con la efeméride se han dado a conocer recientemente nuevos detalles de una investigación “pionera” en torno a la patología que se desarrolla en Castilla-La Mancha.
Se lleva a cabo en el Centro Regional de Investigaciones Biomédicas (CRIB) de la Universidad de Castilla-La Mancha, en colaboración con la Unidad de Nuevas Terapias Contra el Cáncer en el Hospital Clínico San Carlos (Madrid) y busca fármacos complementarios a la quimioterapia para combatir el cáncer de mama y otros tipos, con un abordaje más integral de la patología.
“Lo hacemos de forma global, por un lado, cortamos la interacción con el microambiente que rodea al tumor y por otro atacamos directamente a las células tumorales”, explica Eva Galán, científica y profesora del máster de Biomedicina Experimental de la Universidad de Castilla-La Mancha, que coordina el proyecto en la región.
Galán comenzó por investigar cómo revertir los mecanismos de resistencia a la quimioterapia en su tesis doctoral. Explica que “se ha avanzado mucho en los tratamientos contra el cáncer y la quimioterapia sigue siendo el estándar, aunque la inmunoterapia esté avanzando y tenga resultados interesantes”.
Sin embargo, añade, aunque los pacientes responden muy bien, “al menos de forma inicial, también desarrollan mecanismos contra el tratamiento”. Su labor y la del doctor Alberto Ocaña desde el Hospital Clínico San Carlos, consiste en evitarlo.
En su periplo hasta llegar al actual punto de la investigación, se marchó a Francia donde abrió una línea de investigación sobre los tumores cerebrales que buscaba los efectos del microambiente tumoral en el desarrollo del cáncer. Es decir, buscaba conocer el efecto de las células normales de nuestro organismo que rodean los tumores y que les proporcionan nutrientes. “Si hablamos de tumores cerebrales, ese microambiente lo constituyen los vasos sanguíneos principalmente”, detalla.
“Se puede comparar con una comunidad de vecinos en la que se ayudan unos a otros, por ejemplo, si alguien necesita sal. En este caso, las células tumorales serían el 'vecino gorrón', el que siempre se aprovecha de los demás”, dice la investigadora, que relata cómo el objetivo fue entonces conocer cómo los vasos sanguíneos estaban prestando ayuda al tumor.
De hecho, lo hacen. Las señales que emiten los vasos sanguíneos hacia las células tumorales, les permiten proliferar de forma más rápida y su crecimiento es más agresivo e invasivo. Y es que el microambiente tumoral tiene un efecto protector para la célula cancerosa y evita que los quimioterápicos actúen.
“Nos preguntamos si rompiendo la comunicación entre ambos éramos capaces de debilitar a la célula tumoral y la respuesta fue que sí: éramos capaces de matarla de hambre”. Los científicos creen que su debilidad permite entonces eliminarlas vía quimioterapia u otro tipo de fármacos.
Eva Galán regresó a España, al Hospital de Ciudad Real. Allí tuvo ocasión de seguir avanzando en su investigación, que se centró en los tumores de mama, en colaboración con cirujanos, patólogos y ginecólogos. El acceso a muestras de pacientes de cáncer le permitió reproducir en laboratorio lo necesario para continuar.
Comenzó entonces una nueva colaboración con el oncólogo Alberto Ocaña, que entonces trabajaba en el Hospital de Albacete, especializado en testar fármacos para el cáncer de mama y hoy director de la Unidad de Nuevas Terapias contra el Cáncer en el Hospital Clínico San Carlos (Madrid).
Coincidió con la incorporación de Eva Galán, en 2015, como investigadora a la Universidad de Castilla-La Mancha, dentro del Plan Propio de Investigación de la Institución académica. En su trabajo ha contado con ayudas de la Diputación de Albacete, de la UCLM, del Centro Regional de Investigaciones Biomédicas y ahora de la Consejería de Educación.
Ambos investigadores desarrollan sendos proyectos de forma coordinada. Por un lado, se estudian los inhibidores cancerígenos partiendo de líneas celulares estandarizadas . Por otro, se desarrollan modelos de resistencia a la quimioterapia para crear fármacos que permitan combatir el cáncer de forma complementaria a los tratamientos más clásicos.
En el caso del equipo de Eva Galán, explica, “como herramienta para nuestra investigación, trabajamos para que las células tumorales adquieran resistencia a un quimioterápico. Por un lado, inducimos esa resistencia exponiéndolas al quimioterápico. De manera complementaria, en colaboración con cirujanas y patólogas del Hospital de Albacete, usamos muestras de grasa de alrededor del tumor para generar modelos en laboratorio que reproduzcan la resistencia que presentan los pacientes de manera natural”.
Al igual que los vasos sanguíneos en los tumores cerebrales, en el caso del cáncer de mama, la grasa forma parte del microambiente que permite a las células tumorales nutrirse y desarrollarse. “Nuestro proyecto es diferente porque estudiamos no solo las células cancerígenas sino su entorno, con muestras reales del microambiente tumoral. Es uno de los puntos fuertes de la investigación”.
Las hipótesis de esta investigación incluyen, además, la posibilidad de alterar la plasticidad celular (cancer stem cells, CSC) que permite proliferar al cáncer. “Se puede alterar esta propiedad y permitir que las células tumorales sean más fáciles de matar. Hay que eliminar esa capacidad plástica que les permite transformarse o pasar desapercibidas al sistema inmune”.
Los investigadores ya han publicado tres artículos en publicaciones científicas y está en camino el cuarto. “Nuestra investigación es de tipo traslacional ya que parte, principalmente, de la base de fármacos ya aprobados para otros usos o patologías no mamarias”. Eso permite saltar ciertos pasos y avanzar más rápido en la investigación para llegar a la fase de aplicación clínica en pacientes.
Sin embargo, Eva Galán no pone fechas para terminar. “No quiero crear falsas expectativas porque esto es una carrera de fondo para conseguir un tratamiento más eficaz y con menos efectos secundarios”.
Estos son los tres primeros artículos publicados en torno a esta investigación:
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