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Carlos Delclós: del “cosmopolitanismo tejano” a Barcelona

Carlos Delclós

Oriol Solé Altimira

La de Carlos Delclós (Houston, Texas, EEUU 1982) es una historia familiar de migraciones. Su abuelo, un reputado radiólogo tarraconense, se mudó a Texas para fundar el centro de investigación contra el cáncer de Houston. Su padre pasó la infancia en Tarragona, y la familia de su madre está repartida entre Andalucía y Asturias. Los dos migraron a Houston en 1981 ante las pocas perspectivas de futuro que veían en España. “Soy como un experimento de lo que pasaría en un mundo sin fronteras porque tengo dos pasaportes, uno estadounidense y otro español, lo que me da libertad de circulación casi total”, asevera este sociólogo.

Pese a criarse en Houston, una de las ciudades más diversas de EEUU, Delclós sufrió en sus propias carnes los estereotipos de lo que él denomina “cosmopolitanismo tejano”. “Me decían que no parecía un 'Carlos' porque muchos estadounidenses no son muy buenos en geografía y asocian mi nombre con un mexicano, no con un español”, ironiza.

Durante toda su infancia, Delclós viajó a España todos los veranos para ver a su familia. “Siempre me sentía muy diaspórico, como entre dos sitios: nostálgico de Houston cuando estaba en España y viceversa”. Su casa en Houston además era punto de encuentro de los españoles residentes en la ciudad.

Con 22 años decidió dejar su ciudad natal para estudiar en Granada, y un año después se estableció en Barcelona, atraído por el carácter y personalidad de la ciudad. Y aquí lleva casi 15 años. Uno de los barrios que más le conquistó, y que de hecho ha estudiado como sociólolgo, es el Raval, que últimamente ha acaparado portadas por los denominados 'narcopisos'. “Es uno de los barrios más fascinantes del mundo, la gentrificación no ha terminado de funcionar a pesar de todos los esfuerzos y se resaltan todos los conflictos propios de la ciudad, no sólo de Barcelona”, asegura Delclós.

“Me siento de dos ciudades, Houston y Barcelona, pero prefiero Barcelona: me gusta vivir aquí, pese a todos los problemas”, añade. Sobre la capital catalana, Delclós no se queda con las paellas congeladas de La Rambla, sino con el “conflicto” entre la marca Barcelona y la resistencia “formidable” de vecinos y vecinas a esa marca y a la explotación económica y turística de la ciudad. De cara al futuro, no se plantea volver a hacer las maletas: “Yo me quiero quedar, si me tengo que ir será porque Barcelona me expulsa”.

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