El voluntariado, sostén de los desalojados de Badalona tras 14 días a la intemperie: “Muchos prefieren un empleo a un techo”
Núria Font es una catedrática jubilada pero, en lugar de pasar las navidades preparando comidas y cenas o yendo a comprar regalos, su vida está, desde hace una semana, debajo de un puente de la autopista C-31. Allí va cuando se levanta y no regresa a su casa hasta que se acuesta porque allí es donde quedan, todavía, varias decenas de las personas que fueron expulsadas del instituto B9 en Badalona, en el que ha sido el mayor desalojo de España.
Ella es una de los más de 100 voluntarios que se movilizaron el 17 de diciembre, el día en que el Ayuntamiento de Xavier García Albiol echó a centenares de personas sin ofrecerles alternativas. “A las puertas de la Navidad, con un frío que pela y con un temporal de lluvias muy bestia”, resume Font que, además de voluntaria, es también una de las portavoces de la entidad Badalona Acull.
Conjuntamente con otras organizaciones como Cáritas, Cruz Roja, CCOO o diversos sindicatos de vivienda, Badalona Acull lleva casi dos semanas dejándose la piel para que todos los desalojados del B9 encuentren un techo bajo el que dormir. Han sido quienes han negociado con la Generalitat para que, ante la negativa de Albiol, se les encuentre un techo a todos durante, al menos, dos meses. Tiempo durante el cual puedan empezar a regularizar su situación o encontrar trabajo.
Pero es un proceso que va para largo y, con las navidades de por medio, todavía hay gente que sigue al raso. Por eso, los voluntarios también son quienes garantizan que, mientras encuentran un techo, coman caliente cada día, se puedan vestir con ropa adecuada para el frío y reciban atención médica.
¿Cómo está la situación en el puente de la C-31?
Ya van 14 días, imagínate. Y es que además, cada día ha llovido. Y vale que sacamos la basura, barremos y limpiamos como podemos, pero no deja de ser vivir debajo de un puente, con frío y humedad constante. Y claro, estamos empezando a ver gente que presenta principios de enfermedades respiratorias.
Suerte que vienen sanitarios voluntarios, porque también hemos tenido casos bastante graves como un chico que se rompió un pie u otro al que le tuvieron que amputar un dedo después de que se le infectara una herida. Fueron los sanitarios quienes vieron el corte y le llevaron al hospital. Si no hubieran venido, igual tendrían que haberle amputado la mano entera.
¿Por qué todavía no se ha reubicado a las personas que quedan bajo el puente?
Hasta ahora, se ha ido reubicando a la gente en los albergues o recursos que estaban más cerca como Masnou, Malgrat o Calella [localidades que están entre media hora y hora y media en tren]. Y, cuando esos se llenaron, la Generalitat nos ofreció plazas en Girona o Lleida [a más de dos horas de Badalona] y muchos las han rechazado. Puede parecer raro que no quieran irse, pero es que hay quien tiene trabajo aquí y no puede hacer desplazamientos tan largos.
Hay un señor que, por ejemplo, trabaja de noche y dijo que no quería irse a Lleida porque no hay transporte público a esas horas y tampoco puede permitirse perder el trabajo. El primer objetivo es ubicarlos donde sea para sacarlos del frío y la lluvia, pero claro, hay que tener en cuenta estas circunstancias.
Contando las plazas en albergues y centros de acogida que han sido rechazadas, ¿la Generalitat habría ofrecido cobijo a todas las personas que fueron desalojadas del B9?
Es que el acuerdo inicial con la Generalitat era que las plazas fueran en el cinturón de Barcelona. Y entendemos que no haya suficiente espacio, pero también tenemos que comprender que haya quien no quiera irse tan lejos. Porque es perderlo todo, los amigos y la red que puedan tener, además del trabajo.
Es una situación muy compleja y, además, hay una barrera de idioma importante. Tenemos algunos traductores, pero no pueden estar siempre allí. Y hay que explicarles cuánto tiempo podrán estar en este albergue, dónde está, qué condiciones tiene… Y ellos, lo que quieren, es un trabajo. Muchos prefieren un empleo a un techo porque necesitan el dinero para mantener a sus familias.
Con este gran despliegue de voluntarios y, tras el pacto con la Generalitat, ¿se han acercado otras personas sin hogar al campamento del puente o proceden todos del B9?
De esto se ha hablado bastante y no, la gente que pernocta bajo el puente viene del B9. Es verdad que hay otras personas sin hogar que vienen a comer, pero no están acampados.
¿Tienen previsión de cuándo podrían tener todos un techo?
La verdad que no. Las personas que quedan ahora son más difíciles. Muchas tienen problemas de salud mental o de adicciones. Se necesita personal profesional que sepa cómo acercarse a ellos, cosa que no está pasando. De hecho, la administración nos da una plaza y somos nosotros, los voluntarios, los que les llevamos hasta allí con nuestros coches particulares. Y, muchas veces, no tenemos la formación necesaria para trabajar con ellos.
¿Han trasladado esa necesidad a la administración?
Claro. La Generalitat ha estado trabajando, el problema lo tenemos con el Ayuntamiento. Si al principio realojaron a algunas personas a las que Servicios Sociales les estaba haciendo seguimiento, todo acabó cuando Albiol hizo esas declaraciones tan fuertes. Por eso, de Albiol no esperamos nada.
Albiol odia la pobreza, la Badalona que le gusta es la de esos pisos que valen 800.000 euros y están llenos de expats
¿Están satisfechos con el papel que ha jugado la Generalitat?
Estamos a la expectativa de ver si cumplen lo prometido. De momento es pronto, porque el dispositivo se pactó el día 23 de diciembre y luego vinieron las fiestas y claro, ha tenido que ser el voluntariado el que diera la cara. Es a partir de ahora cuando podremos ver si cumplen: si dan un techo a todo el mundo y si cumplen con la segunda parte del acuerdo, que es mantenerles el alojamiento dos meses y, durante ese tiempo, ayudarles con los trámites de regularización, prestaciones sociales, etc.
De momento, todo son promesas. Pero, insisto, la responsabilidad es del Ayuntamiento, que no sólo los ha echado del B9 sino que, además, decidió cerrar el único albergue para personas sin hogar que había en Badalona, una ciudad de 200.000 habitantes. No tenemos operación frío para atender a las personas sin hogar en invierno, tampoco un comedor social… Albiol odia la pobreza, la Badalona que le gusta es la de esos pisos que valen 800.000 euros y están llenos de expats.
Dice que las fiestas han retrasado la actuación del dispositivo pactado con la Generalitat, pero el voluntariado no ha dejado de aparecer ni un solo día.
No. Yo misma he ido todos los días, todo el rato. Sólo me escapé un momento para comer con mi familia el día 25. Ha habido una respuesta fantástica por parte de mucha gente y entidades. Cada día se ha cocinado, se les ha dado ropa, se les ha acompañado hasta los albergues e, incluso, les han acogido en sus propias casas.
Esta dedicación del voluntariado contrasta con las manifestaciones de vecinos que se opusieron a que los desalojados pudieran refugiarse en una parroquia que se había ofrecido a acogerles. ¿Cómo viven ustedes esta reacción de sus propios vecinos?
Es el discurso de Albiol, de un alcalde que no tiene concejalía de vivienda pero, en cambio, tiene concejalía de desokupación. Y es un político que cuenta con mayoría absoluta en la ciudad. Lo sabemos y estamos acostumbrados, pero es verdad que, durante las manifestaciones, nos quedamos muy preocupados y muy tristes. La única parte buena es que estas manifestaciones provocaron que la Generalitat se movilizara, porque, si no, esto se iba a desmadrar.
Se está consiguiendo que los pobres se enfrenten a los pobres, que veamos al que es más pobre como nuestro enemigo, el que nos puede quitar la casa o el trabajo
Después de estas semanas ¿definiría a la población de Badalona como racista?
Esto es difícil de entender, pero el problema es que se está consiguiendo que los pobres se enfrenten a los pobres. Los conflictos que ha habido con la gente del B9, las manifestaciones y las protestas, no eran de gente de clase media. Han conseguido que veamos al que es más pobre como nuestro enemigo, el que nos puede quitar la casa o el trabajo.
El mensaje que ha calado estos días es: “Imagínate, si al Ayuntamiento les ha costado dos años y medio sacarlos de un espacio municipal, cuando te entren a ti, no les podrás echar nunca”. Y esto afecta mucho en los barrios más humildes, porque son los que más tienen que perder.
¿Lo del B9 ha sido excepcional o el desalojo sin alternativa habitacional es algo frecuente en Badalona?
En Badalona tenemos, de media, 40 desahucios a la semana. Tenemos familias que se van a la calle cada día y que se espabilan como pueden. Lo del B9 no es excepcional, es el pan nuestro de cada día. Es verdad que ha tenido mucho eco por la cantidad de personas, por las fechas y por el color de piel de los habitantes, pero lo de dejar a la gente en la calle es muy habitual. Por eso los voluntarios somos tan importantes en Badalona.
¿Cuánto tiempo dedica usted a hacer de voluntaria?
Mucho. Y estas semanas, todo el día. ¡Todavía no he podido ir ni a comprar los regalos de Navidad! Depende de la situación que estemos acompañando, pero es que no es fácil. Es gestionar muchas cosas y ganarte la confianza de la gente. Y no solo ayudarles con trámites, sino que también hay que hacerles compañía. Son muchas horas y yo, al menos, tengo la suerte de estar jubilada. Hay quien dedica su tiempo a jugar al dómino, y está bien. Pero yo prefiero esto.
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