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El presidente valenciano adelanta las elecciones con precedentes que no avalan su decisión

Un momento de la comparecencia de Ximo Puig en el Palau de la Generalitat

Laura Martínez

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El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, quiere subirse a la ola que el CIS da a Pedro Sánchez y ha adelatado las elecciones autonómicas para hacerlas coincidir con las generales. La noticia ha caido como una bomba desde primera hora del lunes en sus socios de Gobierno de Compromís, radicalmente en contra de esta propuesta, mientras que en Podemos, consultados durante el fin de semana, creen que es el mal menor.

Los socialistas valencianos argumentan que mantener las elecciones para el 26 de mayo, un mes después de las generales, puede arrojar un resultado peor para la izquierda en general y su partido en particular. Creen que el miedo a la triple alianza de derechas (PP, Ciudadanos y la ultraderechista Vox), o la “derecha trifálica” que acuñó Dolores Delgado, movilizará a más votantes y que los mismos que voten a Sánchez dejarán también la papeleta de Puig. El partido, que rechazaba el superdomingo electoral porque laminaba el debate autonómico, da ahora por hecho que juntar las elecciones aumentaría la movilización y mejoraría su resultado regional.

Pese a que los últimos resultados llevaron al partido del puño y la rosa a la presidencia del Ejecutivo autonómico, sus números han ido cuesta abajo elección tras elección. Entre 2007 y 2015 el PSPV perdió 300.000 votos, 15 escaños y casi 14 puntos porcentuales.

Según los datos históricos, en las elecciones generales ni la izquierda ni los socialistas han tenido mayoría en la Comunuitat Valenciana desee hace tiempo. En el mapa electoral ha predominado el azul. En las últimas generales, en junio de 2016, el PP fue la lista más votada, delante de la alianza de Compromís y Podemos y del PSOE, que quedó detrás. Ganó el bloque de derechas y en la izquierda la unión de Compromís y Podemos sacó tres escaños al PSOE. Meses antes, en las generales de diciembre de 2015, la suma de las derechas daba 16 escaños, empatadas con las izquierdas en sillones. También aquí Podemos y Compromís superaron al PSOE, aunque con dos escaños.

Cuatro años atrás, en las generales de 2011, la Comunitat Valenciana dio al Congreso 20 escaños al PP (un 53% de los votos); al PSOE, 10 (un 26,7%), a Izquierda Unida, 1 (con un 6,5%) y otro a Compromís (un 4,8%). Si bien es cierto que la derecha ha ido flojeando, la izquierda en esta cita no ha sido mayoritaria todavía. Los socialistas no ganan las generales en el territorio valenciano desde hace 30 años.

Puig cuenta con el beneplácito de Ferraz para adelantar el calendario y singularizar la cita valenciana, pero no con el de los sondeos, salvo uno muy concreto. El PSPV no ha hecho pública ninguna encuesta propia. Solo en el entorno del presidente pueden saber los datos que manejan, al margen del CIS. Los sondeos a cargo de un ex miembro de la Ejecutiva socialista dan al PSOE la posibilidad de convertirse en la fuerza más votada y a este eufórico tren se han subido los integrantes del equipo de Presidencia.

Al presidente autonómico le puede ocurrir algo similar a lo que sucedió a la baronesa andaluza, Susana Díaz: ser la primera fuerza autonómica, pero no contar con los apoyos necesarios para formar Gobierno. Sus socios del Pacto del Botánico pueden no tener la misma suerte que los socialistas esperan, y si Podemos y Compromís no resisten, el pacto de izquierdas tiene difícil su reedición. El jefe del Consell desestimó el adelanto tras el batacazo de su compañera de viaje en el PSOE, pese a llevar barajando esta posibilidad desde el verano. Solo las urnas demostrarán si tenía o no razón.

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