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Caloret. Versión conspiratoria

Patricia Canet

Mi más firme condena al atentado lingüístico orquestado por la sempiterna y auténtica fallera mayor. Vaya eso por delante no se me vaya a ofender alguien. Sigo.

Han pasado ya varios días desde la noche de autos y continua la pesadez de las fotos, de los vídeos y tonterías por el estilo. Perfecto. Ya hay circo para el circo que son las fallas. Todos contentos. Por eso, del pan, mejor no hablamos. De toda esta situación me sorprenden varias cosas. O tal vez no, porque en cuanto a coherencia se refiere, parece que ésta sea una enfermedad contagiosa con la cual evitar el contacto a toda costa.

Primer punto del orden del día. ¿El asombro exagerado hasta sus últimas consecuencias por parte de los valencianos al oír las palabras (o emisión de sonidos, como se prefiera) de la señora alcaldesa era real? ¿De verdad causó tanta sorpresa? ¿Es que nadie ha escuchado antes como los populares valencianos machacan la lengua indígena, dirían ellos, llegando a hacer revolverse en su tumba al mismísimo Ausiàs March? ¿De verdad que les pilló tan de sorpresa? Puede ser, vale. Pero a mí, no. Lo que hace esta gente con la lengua viene ya de lejos. Lo que parece ocurrir es que el sentimiento patrio florece demasiado en fallas y no, por ejemplo, cuando utilizas esa misma lengua en medio de la capital del Túria y no se te entiende. Eso sí es vergüenza. Pero da igual, que de eso no pueden hacerse vídeos para enviar al grupo de Whatsapp de turno.

Segunda consideración. Esta creo que me revuelve un poco más las tripas. Si las cuentas no me fallan, y nunca fallan, el PP continua siendo la opción con más intención de voto. Por tanto, ¿a qué viene tanta indignación barata si buena parte de los que hoy hablan después van a volver a poner en la poltrona a seres con semejante peligro por lo que a defensa del bilingüismo se refiere? Estas personas se merecen un aplauso por poder convivir pacíficamente con tal cantidad de peso en su entrepierna.

Y ya por último quisiera añadir otra situación aún más patética, si cabe. Gente postulando su más ardua crítica al espectáculo de Rita y, mientras lo hacen, destrozan a cada sílaba que pronuncian la lengua que tanto parece que aman. Del “mosatros” al “entonses” pasando por el inigualable uso del pronombre “lo”. ¿Soy yo o esto no es dejarse en ridículo a uno mismo? En fin, que son fallas, que es igual, que el “senyor pirotècnic pot començar la mascletà”, que Valencia seguirá siendo azul. Nada nuevo bajo el sol. Al menos ahora ya “fa caloret”.

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