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Planificación familiar. Vatican Edition

Patricia Canet

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Probablemente recuerden las declaraciones de altos vueltos vuelos (lo digo porque lo hizo en un avión, no por la calidad de sus palabras) de hace varias semanas del señor pontífice en las que afirmaba que para ser un buen católico no es necesario tener hijos como conejos. Sí, utilizó el vocablo “conejos”. Qué moderno él.

A esa sentencia tan sumamente simple siguieron las alabanzas de quienes siempre alaban al “secre” de dios en la Tierra pero también, y lo que es más molesto, de otros medios supuestamente (¡oh, divina presunción!) de tendencia izquierdista. Es ridículo hasta límites desconocidos por la mente humana ver cómo editoriales, programas, contertulios y personas de a pie que creías progresistas, en el buen sentido de la palabra si es que ello a estas alturas puede ser, se deshacen en alagos hacia la cabeza visible de la institución más retrograda de la historia de la humanidad.

Por mucho que se quiera describir a Bergoglio como un papa “progre”, la verdad es que no lo es. Está tan cerca de serlo como Belén Esteban de alcanzar la cátedra de literatura comparada. Y así lo confirman sus últimas declaraciones acerca de hábitos reproductivos, las que posiblemente no hayan oído porque los medios que antes ensalzaban al papa no se han querido hacer eco de ellas y las cuales me animaron a escribir este artículo.

El hecho es que el argentino calificó el hecho, la decisión de no tener hijos como “una opción irresponsable y egoísta”. Este es el verdadero papa. Es un católico. ¿De verdad alguien no lo recordaba? Un católico no cree ni se guía por la libertad, pese a que quiera llenar su discurso de tolerancia y otras paparruchas de la misma calidad dialéctica. Sé que él no va a leer este artículo, pero puede que sí lo haga alguna persona que defienda estos calificativos con respecto a la sana opción de no querer llenar el libro de familia y alguna que otra que hable de este papa como una brisa de aire fresco dentro de la putrefacción del catolicismo.

Aunque el papa se vista de hipster, papa se queda. Me explico. De nada sirve ver al papa recibir a pobres, utilizar ropas sencillas o hablar de amor más allá del cinturón de Orión, si después vierte sobre el hecho libertad una diarrea verbal de dimensiones bíblicas. Curiosa y metafórica (por suerte) coincidencia esta. No pretendo argumentar la conexión entre libertad y no tener hijos porque es algo tan sencillo que sólo las mentes más simples no entienden. Entre ellas, por supuesto, están la de este católico en cuestión, que desgraciadamente representa las manos que dirigen las marionetas que son las mentes de millones de católicos en todo el planeta.

Aquel que un día dijo que no era necesario tener muchos hijos para tener contento al jefe, después nos trató a las mujeres como neveras portátiles, seres que si reniegan de la providencia divina de ser madres son menos humanas. Irresponsables y egoístas, recuerdo. Ojo con el papa progre.

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