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¿Quién tiene un problema con los indultos? ¿Sánchez o Casado?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

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Mucho se está escribiendo sobre el coste que puede tener para Pedro Sánchez en particular y para el PSOE en general indultar a los nacionalistas catalanes condenados por el Tribunal Supremo (TS) en octubre de 2019. Dicha opinión se fundamenta en los resultados de las distintas encuestas que se están haciendo públicos desde hace unos días, especialmente los de aquellos que corresponden a encuestas realizadas tras el informe contrario a los indultos del TS.

Es probable que el coste sea alto. No cabe duda de que el presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE corre un riesgo notable al tomar esa decisión. Fundamentalmente, por el desencuentro con la militancia socialista.

Pero ¿tiene la opción de no indultar? La mayoría parlamentaria que le hizo presidente votando la moción de censura contra Mariano Rajoy en 2018 y la mayoría parlamentaria que lo han mantenido tras las dos elecciones generales de 2019 no se sostendría sin la concesión de los indultos a los nacionalistas catalanes que están en prisión.

En esa mayoría parlamentaria estuvo todo el nacionalismo catalán y vasco en 2018 y la mayor parte del catalán y la totalidad del vasco en 2019. Tal como está el tablero político, ningún candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno podrá ser investido sin el concurso de ambos. En el tiempo en que es posible hacer predicciones, esto se puede afirmar de manera rotunda. No indultar es cerrarse la puerta a gobernar no solamente ahora mismo, sino por tiempo indefinido. No hay otra mayoría parlamentaria alternativa. Sería un suicidio político.

Tal como yo veo las cosas, el problema de los indultos no lo tiene Pedro Sánchez, sino Pablo Casado. Desde diciembre de 2017, en que se celebraron las elecciones catalanas convocadas por Mariano Rajoy, ya que, en aplicación del artículo 155, el Govern de la Generalitat había sido destituido, la presencia electoral del PP en Catalunya y también en el País Vasco, donde el impacto electoral del 155 fue todavía mayor que en Catalunya, se ha reducido de manera tan notable, que políticamente es un partido casi extraparlamentario, aunque jurídicamente no lo sea. Con el sistema electoral de Galicia o Madrid el PP sería ya extraparlamentario en Catalunya.

Con la reducción de la presencia electoral de las derechas en Catalunya y País Vasco, el PP no tiene posibilidad de conseguir una mayoría parlamentaria para la investidura. Los resultados en Catalunya en las elecciones autonómicas de 2017 y 2021 y en las elecciones generales de 2019, en las que los partidos nacionalistas no han hecho más que aumentar su número de escaños mientras que los partidos de la derecha española no han hecho más que reducirlos, la probabilidad de que el candidato del PP alcance los 176 escaños para la investidura es mínima. Los 35 escaños que han consolidado los nacionalismos catalán y vasco en el Congreso de los Diputados les proporcionan la posibilidad de vetar a cualquier candidato a la Presidencia.

Tal como está el patio, Pedro Sánchez tiene un problema, pero puede intentar darle una respuesta para seguir gobernando. Los indultos le van a suponer un riesgo, pero también una oportunidad para consolidar una mayoría parlamentaria de Gobierno. Y no solamente para esta legislatura.

 Es Pablo Casado el que tiene un problema para el que no tiene respuesta. Con la estrategia que está poniendo en marcha para enfrentarse a los indultos, no solamente no puede impedir que los indultos sean aprobados, sino que se está cerrando la puerta para poder dialogar en el futuro con el nacionalismo catalán y vasco que le resultó indispensable para la investidura en 1996 y que le costó perder la Presidencia del Gobierno en la moción de censura en 2018.

 El PP necesita a los nacionalismos catalán y vasco igual que los necesita el PSOE. La fragmentación del sistema de partidos desde 2015, no permite vislumbrar que ninguno de los dos partidos de gobierno desde las primeras elecciones constitucionales en 1979 hasta las de 2011, que se turnaron en solitario en la Presidencia del Gobierno, puedan volver a hacerlo como lo hicieron entonces. El sistema electoral que durante los primeros treinta años de vigencia de la Constitución facilitó el turno PSOE/PP en la Presidencia, ahora lo dificulta. Ni el PSOE ni el PP pueden razonablemente esperar que vuelvan aquellos tiempos. Sin los nacionalismos catalán y vasco no se podrá dirigir establemente el país.

 Con manifestaciones en la Plaza de Colón y con recogida de firmas contra los indultos el PP no va a hacer otra cosa que tirar piedras contra su propio tejado. ¿No ha reflexionado nadie en el PP que los partidos cuyo único programa era el antinacionalismo catalán y vasco, UPyD de Rosa Díez y Ciudadanos de Albert Rivera, han acabado desapareciendo? El antinacionalismo catalán y vasco como programa puede dar resultados en una determinada coyuntura, pero no permite dar estabilidad a una opción política.

 La Constitución “material” de España es la que es. Los nacionalismo catalán y vasco forman parte de la misma. Pretender dirigir el país sin contar con ellos es sencillamente imposible. 

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