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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

El plan de Pedro Sánchez: extractivismo electoral y Más País

Sánchez: España debe tener las calles libres de "manadas"

Albert Noguera

A medida que avanzan los días parece más evidente el interés de Pedro Sánchez por sabotear un pacto de gobierno con Unidas Podemos y provocar elecciones. La coyuntura que se le abría, con la sentencia del procés entre otros temas, podía ser fuente de conflictos y rupturas en el interior de un gobierno de coalición pero, en cambio, una oportunidad en el marco de una campaña electoral. En esta, el PSOE cree tener el escenario perfecto para matar dos pájaros de un tiro: en la esfera derecha del tablero, llevar a cabo una estrategia de extractivismo electoral que le permita ampliar diputados a costa de Ciudadanos. Y, en la esfera izquierda, debilitar, con la entrada en juego de Mas País, la capacidad negociadora de Unidas Podemos.

Extractivismo electoral y ampliación de diputados a costa de Ciudadanos

El extractivismo es una estrategia económica basada en la explotación de recursos naturales que incluye un aspecto material y otro cultural. A nivel material, implica organizar la economía nacional del país extractivizado según las necesidades de desarrollo de otros países. Los habitantes del primero trabajan para el desarrollo, el consumo y la acumulación de los ciudadanos de los segundos. Y, a nivel cultural, el extractivismo se caracteriza por el desprecio y la idea de que la vida de la gente del país subordinado no vale nada y se puede consumir mediante la explotación intensiva de su trabajo. ¿Le importa lo más mínimo a la gente del norte con móviles las vidas que mueren en las minas africanas del coltán con el que se fabrican sus teléfonos? El consumo de vidas humanas se convierte en medio para la acumulación de los receptores, sin existir sentimiento de culpa por ello.

La relación del PSOE con Catalunya durante la campaña opera como una especie de extractivismo en lo político, un extractivismo electoral aplicado en dos pasos:

En primer lugar, se crea un “afuera”. Los ciudadanos suelen pensar la democracia como organización de la vida política interna, sin tener en cuenta lo externo. Esto permite que se presente a Estados Unidos y muchos otros países del norte como democracias porque se estructuran internamente de acuerdo a una lógica liberal-democrática, a pesar de que externamente saqueen y bombardeen países en función de sus intereses económicos. Hoy, en España, la diferencia entre lo doméstico y lo exterior no está separada por océanos, sino dentro de la península. El falso relato que asocia independentismo con terrorismo, inventado por el PSOE y amplificado por los medios de comunicación estas últimas semanas, sirve para tirar una línea o frontera imaginaria que divide el adentro y el afuera de la “democracia constitucional”.

En segundo lugar, una vez creado el afuera, el Gobierno organiza su política respecto a Catalunya según su propia necesidad de desarrollo electoral, esto es, alrededor de la represión, el estado de excepción y la vulneración de derechos básicos, en tanto que ello le sirve para extraer valor y acumulación electoral de votos hasta ahora de Ciudadanos. Catalunya se convierte así para el PSOE en un territorio extractivizado, transmisor del valor de españolidad que necesita para acumular votos a costa de Ciudadanos. Todo ello con el desprecio absoluto y mediante el dolor y consumo de vidas de personas encarceladas y acusadas de terrorismo, y el de sus familias.

Más País y la aniquilación de Unidas Podemos

Por otro lado, en la esfera izquierda del tablero, Sánchez ve en la entrada en juego de Más País una oportunidad para debilitar la capacidad negociadora de Unidas Podemos.

Podemos y Más País son lo mismo, pero no son iguales. Marx definió el tiempo de lucha política, al menos, en dos sentidos: como tiempo plus-valor y como tiempo histórico. Por un lado, la lucha en el tiempo plus-valor hace referencia al uso del conflicto y/o negociación de los sectores populares para disputar el porcentaje de plusvalía, esto es, la cantidad de tiempo trabajado y no pagado por los empresarios. El reconocimiento de derechos sociales como la doble paga, seguridad social o pensiones, servicios públicos, etc. guardan relación con la disputa de plusvalía. Estos no son más que una reducción de tiempo plus-valor de los empresarios que se asigna, en forma de salario directo, indirecto o diferido, a los trabajadores, para la mejora de sus condiciones de vida. Por otro lado, la lucha en el tiempo histórico hace referencia al uso del conflicto para propiciar la ruptura con viejo régimen monárquico y su sustitución radical por un nuevo sistema socio-político republicano.

Hace ya algunos años que la disputa por el tiempo histórico que, tímidamente, abrió el 15-M, se ha cerrado del todo en la política española. Tanto Podemos como Más País han renunciado a él y sólo se mueven en el tiempo plus-valor o la reivindicación de derechos sociales, aunque de manera diferente. Existen distintas maneras de garantizar derechos sociales.

Una opción es garantizarlos de manera complementaria con el Ibex y la Iglesia. Esto es, el Estado garantiza derechos sociales pagando en el mercado los bienes que necesitan los sectores populares y no pueden sufragar o entregando directamente dinero a éstos para que acudan al mercado a comprarlos (ej. escuelas concertadas, ayudas para pagar la factura de electricidad, gas, etc.). El Estado garantiza derechos sociales actuando como organización de intermediación entre ciudadanos y mercado o ciudadanos e Iglesia. El gasto público implica, en este modelo, un buen negocio para la Iglesia y las empresas privadas. Por el contrario, la otra opción es garantizarlos de manera competitiva con el Ibex y la Iglesia, estos es, por ejemplo, creando una empresa pública de energía. El gasto público deja aquí de generar oportunidades de inversión al sector privado.

El PSOE y las élites económicas saben que Errejón es más fiable y no causará tantos obstáculos como Unidas Podemos a la hora de implementar derechos sociales de manera compatible con el Ibex. Además, a Iñigo, Catalunya “le queda muy lejos” y no tiene en sus filas diputados que pronuncien las palabras tabú “presos políticos” y “referéndum”. En este sentido, el PSOE sabe que la entrada de Más País en el Congreso no sólo incorpora un tercer actor en la negociación de un supuesto gobierno “progresista”, sino que una victoria de Errejón en la batalla Pablo-Íñigo en la circunscripción de Madrid, cambia radicalmente la correlación simbólica de fuerzas desde la que Iglesias puede negociar. En estas circunstancias, Pablo difícilmente podría no tragar y dar sus votos a un pacto entre los otros dos.

En resumen, parece evidente que la no investidura y convocatoria de nuevas elecciones ha sido una estrategia del PSOE para perpetrar su plan: poder ampliar diputados, en la esfera derecha, a costa de Ciudadanos mediante una estrategia de extractivismo electoral en Catalunya. Y la aniquilación de la capacidad negociadora de Unidas Podemos, en la esfera izquierda, con la entrada en juego de Mas País de la que sin duda, tenía conocimiento. En política, no siempre las jugadas salen bien, pero si esta le sale a Sánchez, se finaliza una etapa y se abren nuevos retos para la izquierda republicana española. Estaremos ante la muerte, ahora ya sí definitiva, de Podemos como artefacto útil para nada y la necesidad de repensarse en nuevos instrumentos, formas de organización y figuras.

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