Hay vida más allá de 'Pi' y 'Primer': cuatro películas de 'indie' fantástico con más imaginación que presupuesto
La ciencia ficción puede aspirar a menudo a explorar futuros avanzados, tecnologías (casi) impensables, viajes interestelares o la colonización de otros planetas. Estas narraciones pueden requerir de presupuestos abultadísimos para llevarse a la gran pantalla, pero hay que recordar que uno de los grandes clásicos del cine fantástico de todos los tiempos es una fotonovela filmada de presupuesto muy moderado: el cortometraje La jetée, de Chris Marker, que inspiró la película Doce monos.
Existe una tradición de fantástico cinematográfico que apuesta más por el ingenio que por la abundancia de medios de producción. En los últimos años, estos enfoques han encontrado un lugar en espacios naturales del indie audiovisual estadounidense.
A finales del siglo pasado e inicios del actual, obras como Pi y Primer evidenciaron que las historias sobre hackeos de la realidad o viajes en el tiempo también eran galardonables en el Festival de Sundance. Y que podían recabar premios incluso con acabados casi artesanales como los de Primer, proyecto personalísimo de un Shane Carruth que ejercía de director, guionista, protagonista, montador, compositor de la banda sonora y diseñador de sonido.
En la presente década, ha destacado la unidad creativa formada por Justin Benson y Aaron Moorhead, directores, guionistas e incluso protagonistas de tres estimulantes obras de tintes lovecraftianos: Resolución, Spring y El infinito. El dúo se ha acercado a una ciencia ficción más despojada de elementos terroríficos en la reciente Synchronic, proyectada en el pasado Festival de Sitges. También hemos podido disfrutar, por ejemplo, de la schrödingeriana pesadilla de presupuesto mínimo Coherence, donde los miembros de una fiesta empiezan a vislumbrar dobles de sí mismos tras el paso de un comenta. O de la enigmática Terrícola, protagonizada por una alienígena que había olvidado su condición.
Usted está aquí
Usted está aquí
En un cierto momento de su concepción, el primer largometraje del videoartista David Cockburn podría haber estado compuesto por episodios independientes. Al final, el realizador optó por mezclar diversas historias en un particular tapiz narrativo que puede remitir a las bibliotecas imaginarias de Jorge Luis Borges o Stanislaw Lem: nos muestra archiveras de aparentes mensajes encontrados en cualquier lugar, experimentos de respuesta de cuestionarios en chino por parte de personas que desconocen el idioma o el descubrimiento de puertas al vacio ubicadas en fachadas.
Usted esta aquí parece una exploración del libre albedrío y una crítica posible de los empeños fantasiosos de hallar vestigios de un mapa de la realidad. En este último aspecto, la obra podía recordar a Pi y su bróker que intenta decodificar el futuro del mundo (y de los índices bursátiles) a través de la tecnología, pero Cockburn no guiña el ojo al thriller conspirativo e incorpora un inusual sentido del humor. El empeño, además, nace de la vivencia personal: de una crisis nerviosa de tintes paranoides en la que el autor se empeñaba en encontrar sentidos trascendentes a cualquier signo. La película está disponible en Filmin.
Upstream color
Upstream color
El primer largometraje de Shane Carruth, Primer, presentaba una sucesión de eventos alrededor de un dispositivo de viajes en el tiempo construido accidentalmente en un garaje. Su segunda obra, Upstream color, es quizá más fácil de seguir, aunque incluya situaciones más extravagantes y resulte más inconcreta a causa de su narración elíptica de aparentes aspiraciones metafóricas. En ella, se narra la historia de una mujer secuestrada por un estafador que usa un gusano para controlar su voluntad y desposeerla de su patrimonio. El camino de superación pasará por la generación de vínculos telepáticos con cerdos y una relación de amor con otro superviviente de esta experiencia traumátca.
La exposición narrativa, el montaje de los planos, la construcción de estos, puede recordar estéticamente a las fracturadas estampas trascendentalistas del Terrence Malick de El árbol de la vida y obras posteriores, e incluye referencias explícitas a los escritores Ralph Waldo Emerson y Henry David Thoreau. Carruth ofrece un indie bello, sensorial y luminoso como el de Malick, pero su propuesta es más desconcertante y se identifica menos estrechamente con lo religioso.
El autor guarda las distancias con la sci-fi obviamente cercana a la sensibilidad de las christian movies, alejándose así de obras como Orígenes, de Mike Cahill. Upstream color se puede ver en Filmin
Advantageous
Advantageous
El primer largometraje de Jennifer Phang es un ejemplo de distopía cotidianizada. Recubren de elementos fantásticos y tecnologías inexistentes (por el momento) unas situaciones no tan alejadas de nuestras vidas reales, sin optar por el tremendismo extremo de las ficciones de mundos arrasados o poderes desatadamente genocidas. En el filme, una madre soltera es el rostro de una empresa que presenta un tratamiento revolucionario: la transferencia de consciencias de personas adineradas a cuerpos más jóvenes, más sanos, más atractivos. Evidentemente, la realidad del procedimiento es más perturbadora que la retórica publicitaria.
Phang y su equipo confían más en el diseño de espacios que en unos trucajes digitales que resultan efectivos por su ambición moderada. El drama futurista resultante proyecta las angustias de una clase media incapaz de alcanzar una seguridad económica a pesar de cosechar ingresos elevados, volcada en lo familiar y empeñada en acceder a un ascensor social de acceso muy gravoso.
Por el camino, se lanzan guiños a los feminismos (se escenifica un retroceso sexista) y al malestar que genera la hipercompetitividad laboral y económica. La joven hija de la protagonista que se pregunta el porqué de nacer, el porqué de tanta lucha, si cada persona “está completamente sola y nadie la va a ayudar”. Advantageous se puede descubrir en Netflix.
Uncanny
Uncanny
Esta película de bajísimo presupuesto, rodada en apenas tres semanas en el apartamento de un antiguo compañero de estudios de su director, explora temas parecidos a la más conocida y mejor financiada Ex-machina. Una periodista con amplios conocimientos sobre cibernética es invitada a conocer el estudio en el que un genio precoz lleva recluido diez años. El gran proyecto del investigador es una inteligencia artificial que aspira a ser indistinguible de su modelo humano.
Evidentemente, los responsables de la película juegan con una serie de preguntas: ¿qué nos hace humanos, qué se puede esperar de una inteligencia concebida desde nuestros parámetros civilizatorios, y qué nos distingiría de esta? Con esas cuestiones de fondo, el realizador Matthew Leutwyler se aleja de las formas arty de Usted está aquí o Upstream color y opta por ofrecernos un modesto pero apreciable thriller de personajes bajo tensiones crecientes que gestionar en un espacio reducido.
Reminiscente de obras precedentes como Engendro mecánico, el resultado es un cuento oscuro marcado por su desenlace: lo especulativo queda desplazado por un fatalismo genérico con víctima previsiblemente femenina. Uncanny está disponible en Filmin.
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