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La crítica Rosa Olivares dice que ser curador, como ser artista, no se aprende

La crítica Rosa Olivares dice que ser curador, como ser artista, no se aprende

EFE

Montevideo —

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Del mismo modo que no se puede enseñar a ser poeta, ni tampoco escritor, la profesionalización del oficio de curador o comisario de exposiciones es contraria a su naturaleza, un don artístico con el que pocos nacen y que no se puede aprender en las universidades.

Así lo expresó a Efe la periodista y crítica de arte española Rosa Olivares, que conduce estos días en Montevideo un seminario con el polémico título “Curadores: un oficio, una obsesión, una mentira”.

“Estoy muy aburrida del tema de la curaduría, considero que es un descubrimiento que se ha engrandecido y deformado”, dijo Olivares, quien sabe que con esta crítica afirmación rompe los esquemas de los asistentes a sus charlas.

A su juicio, “se está haciendo un oficio de algo que es una creación”, porque vivimos en una sociedad en la que todo tiene que “institucionalizarse y cuantificarse”, agregó.

En 1986, el belga Jan Hoet organizó una exposición llamada “Chambres d'amis” (“Habitaciones de amigos”) en Gante (Bélgica), en la que sobrepasó los límites físicos de un museo tradicional al colocar instalaciones artísticas en algunas casas de los habitantes de la ciudad.

Hoet eligió diferentes perfiles de familias en esta localidad, desde un psicoanalista con hijos hasta una viuda sin trabajo, que abrieron al público una de sus habitaciones como parte de la muestra.

“Este es un verdadero trabajo de curaduría”, exclamó Olivares, quien utilizó esta anécdota para aclarar mejor un concepto que aún resulta difuso para el público general.

Esta profesional del mundo de la comunicación y del arte insistió en que el comisario debe aportar una experiencia innovadora y única “que tan solo pueden hacer unos pocos”.

En resumen, es “un creador que estructura una idea a partir de obras de arte” y que difiere en sus funciones de un conservador de museo o un director.

Ansiedad por conocer, independencia, creatividad, capacidad de observación, intuición y una visión amplia de la vida son las cualidades necesarias para que estos sujetos sean buenos en su desempeño, señaló.

La figura del curador nace entre 1950 y 1960, junto con el arte conceptual, como sujeto que apoya esta manifestación al estilo de los mecenas de la Edad Media.

Según Olivares, en estos años se organizaron exposiciones que ahora son imposibles de hacer porque era “una época más libre” y que sirvieron de base fundacional para los nuevos museos de arte contemporáneo, como el MoMA (Museum of Modern Art) en Nueva York.

Los pioneros en esta forma de aproximación y gestión del arte fueron “personalidades como Walter Hopps o Howard Simons, que empezaron a trabajar con artistas que nunca habían entrado en los museos”, explicó.

Su acción supuso toda una revolución artística porque hace “100 años era muy difícil ver la obra de un artista joven vivo en un museo”, sentenció esta experimentada periodista cultural.

Los comisarios, en un momento histórico, social y cultural determinado, consiguieron que el arte conceptual, las instalaciones y los videos fueran considerados arte y se expusieran en los museos, rememoró.

Sin embargo, ahora censuró que los curadores, que antes se caracterizaban por sus estrechas relaciones con los artistas, “estudian en universidades de arte, pagando 7.000 dólares al mes para que les enseñen a crearse una agenda de direcciones y contactos”.

“En el mundo del arte han desembarcado un ejército de pensadores, filósofos e ideólogos a los que no les importa ni les gusta el arte y son los que ahora hacen exposiciones”, aseveró tajantemente.

Una de las críticas más ásperas de Olivares hacia la sociedad contemporánea es el afán de estrellato que “ha convertido al curador en protagonista de la exposición”.

Una papel con el que se muestra muy escéptica porque cree que está provocando que gente a la que no le gusta el arte “se profesionalice” y que, como consecuencia, “se expulse al público del mundo del arte contemporáneo”, se lamentó.

Ella también crea muestras como curadora, “de vez en cuando”, pero “no como churros”, porque no es una industria, sino un arte.

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