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DISCOS DE LA SEMANA

Vetusta Morla ante su gran salto mortal

Luis J. Menéndez

Vetusta Morla

Vetusta Morla

Mismo sitio, distinto lugar

Pequeño Salto Mortal / Sony

POP

7/10

Hay determinadas cuestiones alrededor de Vetusta Morla que directamente entran dentro del terreno de lo no discutible, más allá de quien sea detractor o encendido defensor del trabajo de la banda de Tres Cantos (Madrid). No es discutible desde luego su éxito descomunal en España y en el mundo latino, por mucho que la banda definitivamente no ha puesto toda la carne en el asador en su conquista de América hasta este disco, tal y como revela su agenda para los próximos meses. Tampoco es discutible que ese éxito lo hayan alcanzado conforme a sus propias reglas: hasta Mismo sitio, distinto lugar, el álbum con el que se han asociado a una multinacional, Vetusta Morla se han convertido en emblema de la autoedición en España, cambiando muchos prejuicios al respecto. Además, no se les recuerda ningún “extraño” viraje en pos de lo comercial, posiblemente porque desde el primer día la propuesta de la banda no ha tenido ningún problema para conseguir el favor del público siendo exactamente lo que es, accesible por naturaleza. Y no se me ocurren razones de peso por las que hubiera que exigirles un radical viraje hacia el pop de arte y ensayo, un poco en la línea de lo que ha ocurrido con quienes desde el primer día han sido su principal referente, los británicos Radiohead.

También hay unas cuantas verdades impepinables en lo que a su cuarto disco respecta. Mismo sitio, distinto lugar es, sin ningún lugar a dudas, el disco de Vetusta Morla que mejor suena, una consecuencia lógica del esfuerzo del grupo por crecer y codearse con los mejores, en este caso Carles Campi Campón (habitual de Jorge Drexler y ganador de tres Latin Grammy) con quien han coproducido el álbum en los Hansa Studios de Berlín. Por su parte, el ínclito Dave Fridmann (Mercury Rev, MGMT, Tame Impala, The Flaming Lips y un larguísimo etcétera) se ha encargado de las mezclas. Además, estamos ante el trabajo estilísticamente mas variado de los cuatro que hasta la fecha han grabado, consecuencia lógica del cambio en sus hábitos como grupo: mientras que en los discos precedentes las canciones estaban medidas al milímetro en el momento de entrar en el estudio, en esta ocasión optaron por llegar a la grabación con esqueletos que debían terminar de coger forma sobre la marcha. Destaca en ese sentido el sonido maquinal y aguerrido de Te lo digo a ti, curiosamente elegida primer single del disco o, en el otro lado, los aires a lo Coldplay de La vieja escuela y el delicado vals que han titulado 23 de junio.

Hay sin embargo otras cuestiones que forman parte de la idiosincrasia del grupo y suponen un “lo tomas o lo dejas” absoluto para quienes ayer, hoy y siempre, se arrimen a sus canciones. El manierismo vocal de Pucho, por ejemplo, que tiene tanto que ver con el éxito del grupo como con el rechazo visceral que Vetusta Morla despierta en algunos círculos. También esa poética tan suya. Con el paso de los años ha ido haciéndose más inteligible pero, una vez superado el discurso social que inspiró La deriva, vuelve a resultar excesivamente florida (¿cursi?) para esa minoría que no se siente conmovida por las metáforas a costa de corceles, comuniones de Orfidal y sedales sin fuel. En ese sentido y a un nivel meramente comunicativo, cuesta comprender la comunión del grupo con su legión de fans más allá de lo meramente musical. Un aspecto, el puramente musical, en el que otra vez dejan un puñado de canciones incontestables, rotundas en su desarrollo melódico: los Vetusta de siempre que vuelven a aparecer en Deséame suerte, la hermosa Consejo de sabios, o el tema que sirve de cierre y le da título al disco.

Al final, Vetusta Morla ha conseguido lo más difícil. Que incluso sus detractores, quienes les achacan con más o menos razón su perniciosa influencia en la evolución del pop en castellano, se rindan ante algunos golpes de genio y su incuestionable integridad como músicos. No es mal bagaje para la que es, de largo, la banda nacional más popular y exitosa en lo que llevamos de siglo.

Franco Battiato

Franco Battiato

Fetus / Pollution / Sulle corde di Aries

Bla Bla / Superior Viaduct

AVANTGARDE

8/10

En España cualquier opinión sobre Franco Battiato se encuentra inevitablemente condicionada por el éxito que el compositor e intérprete de Catania tuvo en nuestro país durante la década de los ochenta. Sus versiones en castellano de Nómadas, Yo quiero verte danzar o La estación de los amores fagocitan una obra con muchísimas aristas y diferentes puntos de fuga, no sólo en sus inicios sino también en su producción más reciente. Esos primeros discos han sido precisamente objeto de redescubrimiento tardío y, como consecuencia de ello, se reeditan ahora en vinilo tras haber visto la luz en CD hace unos años vía la sección italiana de Sony Music. Se trata más concretamente de su debut discográfico Fetus (1971) y sus dos entregas posteriores, Pollution (1972) y Sulle corde di Aries (1973).

Se incide a menudo en la conexión entre Battiato y Karlheinz Stockhausen en un intento por justificar el origen de las misteriosas atmósferas que pueblan estos discos de juventud del compositor italiano. En realidad, y puestos a investigar el bagaje de Battiato, en su juventud pesó más su amor por la música ligera en un momento en que vivía la edad de oro del pop italiano, que una vocación necesariamente experimental. De hecho en Fetus se aprecia, más allá del espíritu transgresor que se traslada a su polémica portada (censurada en la época), un latido pop que se cuela entre algunos arrebatos de folk progresivo y las atmósferas generadas con el histórico sintetizador VCS3, herramienta indispensable en aquellos mismos años para otros pioneros como Brian Eno.

Pollution resulta una continuación natural que incide en el barniz electrónico de su predecesor. Dedicado al Centro Internazionale Studi Magnetici, funciona como un disco conceptual en el que las letras hacen referencia a un tema que desgraciadamente sigue de plena actualidad, el desastre medioambiental. Entre referencias explícitas a la música del barroco, este es, de los tres discos antes mencionados y que ahora se reeditan, el que más encaja en el contexto progresivo de la época.

Componen Sulle corde di Aries cuatro piezas. La que ocupa la cara A, Sequenze e frequenze, son 16 minutos que de alguna forma anticipan experimentos posteriores como el disco junto a Pinaxa. Es una forma de entender la música electrónica con un alto componente de misticismo, cercano a lo religioso, representado en buena medida por la interpretación vocal del propio Battiato.

Carlos Piedra

Carlos Piedra

Los oficios del lobo

Flor Y Nata

Cantautor

6/10

Hace un año, las canciones de Carlos Piedra se encontraban aún en estado embrionario, aunque ya podía encontrarse en ellas todo lo que todavía hoy resulta emocionante en la propuesta de este cantautor madrileño: la sencillez que raya lo amateur y que, sin embargo, no está reñida con notable talento melódico.

Porque hay muchas cosas que Carlos Piedra no es: ni un letrista especialmente dotado, ni desde luego un intérprete virtuoso. De hecho, tampoco es que su propuesta encaje en esa definición porque más que un nombre de moda, Piedra es a día de hoy un músico humilde con repercusión mediática prácticamente nula y una aproximación al pop totalmente clásica. Los oficios del lobo, publicado por un sello igualmente pequeño, no puede ser una grabación más espartana: dos guitarras acústicas, una ejerciendo de rítmica y la otra dibujando chiribitas a su alrededor, y la voz de Carlos, en ocasiones doblándose sobre sí misma. Ni trampa ni cartón.

Y con ese escaso equipaje, el madrileño se las arregla para sacar la cabeza entre la infinidad de cantautores que pueblan los escenarios de nuestro país. Como decía antes, hay un elemento de pureza en sus canciones que resulta difícil encontrar ahí afuera. Y lo más importante de todo: hay canciones, buenas canciones.

Hüsker Dü

Hüsker Dü

Savage young dü

Numero Group / Popstock!

HARDCORE

8/10

Hay un antes y un después de Zen Arcade. El después lo conocemos bastante bien, en cuando que Hüsker Dü llegarían años más tarde a fichar por una multinacional y convertirse en una de las bandas norteamericanas más relevantes de mitad de los ochenta, poniendo su granito de arena para levantar eso que dio en llamarse Nuevo Rock Americano. Pero los movimientos previos a aquel impactante disco no han gozado de la misma difusión, y el acto fundacional de Hüsker Dü allá por 1979 y sus primeros pasos como banda todavía son una incógnita para quienes no son hardcore fans (de acuerdo, es un juego de palabras demasiado fácil...) de la banda de Minneapolis.

Numero Group, el sello que se ha especializado en el rescate de clásicos del post hardcore norteamericano, completa con Savage young dü la que posiblemente sea su referencia más mediática y, en consecuencia, importante. Se trata de un boxset con 3 discos en CD o 4 en LP que vienen acompañados por un libreto de más de 100 páginas. Su función es documentar con la mayor profundidad posible esos cuatro años que van de la formación del trío a la publicación del doce pulgadas Everything falls apart. Lo que en números contantes y sonantes se traduce en 69 canciones, 47 de ellas inéditas y todas ellas remasterizadas para la ocasión, 40 fotografías nunca vistas y un ensayo sobre el grupo a cargo del periodista Erin Osmon.

Esa inmersión en los orígenes de la banda formada por Bob Mould, Greg Norton y el recientemente fallecido Grant Hart incluye tres grabaciones oficiales (una versión alternativa de Land speed record, el EP In a free land y el ya citado Everything falls apart), pero sobre todo muchas demos de sus inicios y tomas en directo. Un material incendiario, fruto de la filiación de la banda con la excitante escena hardcore que surgía a lo largo y ancho de los EEUU en aquellos momentos. En estas primeras canciones que rara vez superaban los dos minutos ya se dejaba entrever el romanticismo y la frustración que, representada en la dupla Hart & Mould, les convertiría en principales estandartes del angst juvenil de la época.

Lagartija Nick

Lagartija Nick

Crimen, sabotaje y creación

Virgin / Universal

ROCK

7/10

Seis años es el periodo más largo que Lagartija Nick han permanecido en silencio desde que la banda granadina se estrenara en 1991 con Hipnosis. Un ciclo que de alguna forma vuelve a reiniciarse ahora, con este Crimen, sabotaje y creación para el que se reúne la banda original que firmó aquellos primeros discos, hasta el mítico Omega junto a Enrique Morente. Esto es, Antonio Arias, Eric Jiménez, Juan Codorniú y M.A.R. Pareja.

Aunque los nombres bailen y también la estructura del grupo -Zona de conflicto, el inmediato precedente, se grabó en formato trío con Víctor Lapido a la guitarra- lo cierto es que este nuevo trabajo encaja de lleno con la recuperación del sonido clásico del grupo que vienen practicando desde aproximadamente 2004, cuando Lagartija Nick publicaron Lo imprevisto. Rock afilado con deudas del sonido postpunk (hay mucho P.I.L. por ahí) y un sabor inconfundible a Granada que en temas como La soledad es política, Soy de otra Andalucía o La leyenda de los hermanos Quero vuelve a recordarle al mundo que fueron ellos y no Los Planetas (grupo en el que también milita Eric Jiménez) los inventores del rock aflamencado y psicodélico. De hecho, más allá del citado Omega, que por razones obvias es su trabajo más fiel a las raíces flamencas, Crimen, sabotaje y creación es muy posiblemente el trabajo de Lagartija Nick en el que se hace más evidente la conexión con el folklore de su tierra.

Se les puede achacar su escasa evolución una vez que dejaron atrás su etapa metalera, pero es complicado encontrar en España un grupo con semejante trayectoria que 26 años y 12 discos después siga firmando trabajos de este calibre y con semejante nivel de intensidad.

Throbbing Gristle

Throbbing Gristle

The second annual report / 20 Jazz Funk Greats / The taste of TGThe second annual report 20 Jazz Funk Greats The taste of TG

Mute / [PIAS]

INDUSTRIAL

9/10

El pasado 4 de noviembre se cumplieron 40 años del lanzamiento de The Second annual report, debut discográfico de Throbbing Gristle. Motivo más que justificado para que Mute plantee una reedición del mismo a la que se unen por el momento sus dos siguientes largos y en los próximos meses el grueso de las discografía de Throbbing Gristle: D.o.A. The third and final report, heathen Earth y Part two: endless not el 26 de enero y Mission of dead souls, greatest hits, journey through a body y In the shadow of the sun el 27 de abril. Es una recuperación totalmente necesaria que nos vuelve a acercar la obra no siempre bien conocida de una de las bandas más influyentes en la Historia reciente de la música popular. Por mucho que a ellos mismo les terminara pesando, Throbbing Gristle definen todo un género, el industrial, que toma el nombre del sello con el que originalmente autoeditaron sus discos. Y su rastro y el de sus bandas satélites (Coil, Chris & Cosey, Psychic TV) es notorio en buena parte de la música electrónica de corte experimental de los ochenta en adelante.

Habitualmente se hace referencia a la vocación confrontacional del punk británico. Pero, puesto en perspectiva, lo de Sex Pistols y compañía era un juego de niños en comparación con las performances de COUM Transmisions, performers que terminarían adoptando un carácter cada vez más (anti)musical para convertirse en Throbbing Gristle. The second annual report, publicado en 1977, fue además de su primer disco el punto de partida para su particular exploración del lado más oscuro del ser humano. Se trata mayormente de grabaciones en directo de la banda que conectan con el espíritu más experimental y ruidoso de la Velvet Underground, y multiplican su potencial abrasivo por la vía de las máquinas. En cierto modo la música de Throbbing Gristle, en la línea de la literatura y el cine de ciencia ficción, anunciaba también un mundo que estaba por venir: tecnificado y caótico, fiel tan solo a unas normas propias que desprecian el factor humano, lo que daba en sonidos feístas e improvisados, cercanos a la abstracción o que caían de lleno en ella. A este disco le siguieron trabajos ya registrados en el estudio como D.o.A: The third and final report of Throbbing Gristle y, un año después, 20 Jazz Funk Greats, la referencia más celebrada en la corta carrera de la banda, que se disolvería en 1981 cuando Cosey Fanni Tutti abandonó a Genesis P-Orridge para unirse sentimentalmente a otro compañero de grupo, Chris Carter.

Tanto The second annual report como 20 Jazz Funk Greats se recuperan ahora con un segundo disco que en ambos casos está compuesto por grabaciones en directo de la época. El tercer disco en discordia que ve la luz estos días, The taste of TG, es una retrospectiva del grupo publicada originalmente en 2004 y que vuelve a ver la luz con el añadido de un tema de su disco de 2007 Part two: endless not, publicado como consecuencia de la fugaz reunión de la banda a principios de este siglo.

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