Nudozurdo: “En Madrid los músicos siempre hemos sobrevivido a pesar de las instituciones”
El sutil cambio de dirección que se aprecia en Rojo es peligro viene acompañado de la incorporación de Ricky Lavado (Standstill) a la batería. “Es un disco en el que los teclados roban protagonismo a las guitarras, menos nervioso, más placentero,…” afirma Leo. Más allá de los giros sonoros inevitablemente llama la atención el tema que sirve de presentación al disco, titulado El grito y con una letra en que la habitual oscuridad de la banda torna en un discurso aprensible y actual: “Cómo van a controlar / a este grito tan gigante / mientras se prepara en la ciudad / un ejército de expertos”. Lo que nos sirve de excusa para plantear a Leo un cuestionario centrado en la situación de la música popular desde el punto de vista de un grupo actual de la “clase media” del pop-rock español.
¿Es tal y como parece El grito una canción que hace referencia explícita al movimiento 15M?El grito
Vaya por delante que a mí no me gusta politizar la música, pero creo que las canciones deben reflejar el momento que vive su autor y en un momento determinado rellené un par de folios que fueron como un vómito acerca de todo lo que estaba pasando en Madrid a mi alrededor. De hecho tenía mis dudas con esa canción porque no quería que se interpretara como un posicionamiento: tengo la sensación de que estos días todo lo político está sobredimensionado. Yo creo en la microescala, en la relación con la familia, vecinos y amigos; ahí es donde pienso que puedes cambiar el mundo.
No es una idea muy distinta a la inicial del 15M donde la toma de decisiones surge de los barrios…
Es que yo me llevé una decepción muy grande con el 15M. Iba a las primeras manifestaciones en Sol y recuerdo que realmente queríamos que las cosas cambiaran. El primer día fueron 500 personas y los siguientes 1.000, 10.000 y 20.000 y pensé “si esto sigue creciendo exponencialmente…”. Pero todo se quedó un poco ahí hasta que empezaron las Mareas: Sanidad, Educación… Y ahí ya tuve la sensación de que la gente no se movilizaba hasta que no le tocaban el bolsillo y que cada colectivo hacía la guerra por su cuenta.
El término “cultura” tiene hoy acepciones muy distintas en función de quién lo emplea: el aspecto mercantil, la alta Cultura de los Centros de Arte, los usos y costumbres de una comunidad de ciudadanos... ¿Cómo encaja el rock contemporáneo en la Cultura con mayúsculas de nuestro país? De hecho, ¿tiene cabida?
El rock no debe depender de ayudas institucionales, la subvención en la cultura te debilita, pero al mismo tiempo las instituciones públicas se equivocan al vivir de espaldas a esa realidad. Pero es que quienes están instalados en las instituciones directamente desconocen lo que sucede en la música española aquí y ahora, y eso es dramático.
¿Te parece un problema de gusto?
Es parte del problema. Es como cuando ves que las subvenciones en el campo de la música se destinan en su mayor parte a la Ópera, porque es aquello que consumen quienes las otorgan.
¿Cuál es tu posición respecto a la polémica del IVA cultural?
Estamos hablando de una industria muy frágil con beneficios ajustadísimos, y quien toma la decisión de subirlo al 21% eso lo sabe de sobra, así que me parece directamente un intento ir a de cargarse lo que hay. El de la cultura no es un sector comparable a otras industrias. Por su fragilidad y porque sus beneficios van más allá de lo puramente económico: la cultura es lo que aporta identidad a un país, lo que nos representa en el exterior.
A un grupo del tamaño de Nudozurdo ¿la gestión de la SGAE le beneficia o perjudica?
Tengo la sensación de que nos perjudica. Empezando porque no hay quien entienda sus liquidaciones, es tan arbitrario lo que te muestran… Es inevitable tener la sensación de que la propia compañía encargada de gestionar tus derechos te está robando.
A estas alturas ¿os resulta más lucrativo tocar en directo o comercializar vuestras grabaciones?
El directo, evidentemente.
Del que precisamente SGAE se lleva un porcentaje…
El 10% de la taquilla es para ellos, sí. Es absurdo, y muestra una total incomprensión por el escalafón en el que se encuentra cada grupo y las dificultades por las que pasamos quienes no somos grandes estrellas. Es algo parecido a lo que ocurre en España con los Autónomos.
Por cierto, ¿los beneficios del grupo los cotizáis como Autónomos?
Hemos creado una Sociedad. Por eso, ¿cómo puede ser que yo con mis ingresos mínimos esté tributando lo mismo que Coca-Cola?
No sé si conoces un manifiesto que surgió hace unos meses firmado por, entre otros, Nacho Vegas y Fernando Pardo (Sex Museum, Los Coronas,…) al que llamaron Politicemos la cultura…al que llamaron Politicemos la cultura…
No lo leí en profundidad y me pareció un poco ambiguo. Si mal no entendí buscaban más espacios en las instituciones para la música. “Politicemos la cultura” decían, aunque mi planteamiento sería más bien “culturicemos la política”.
¿Qué medidas ayudarían a mejorar el tejido de la música en directo en Madrid?
Yo no le pido a mi Ayuntamiento que me pague nada, pero sí que si hay un espacio vacío lo ceda para que los chavales puedan ensayar allí. Si hay espacios que son de todos abrámoslos y convirtámoslos en puntos de encuentro entre músicos y público. Una nueva legislación sobre el tema de los aforos también… En fin, la sensibilidad de alguien que haya sido músico para legislar y poner orden en todo esto. Respetando también los intereses de los vecinos, por supuesto.
¿Recuerdas desde que empezaste a introducirte en el mundo de la música alguna Administración de Madrid con esa sensibilidad?
Creo que la existencia de determinados espacios depende más de las personas que de la política: un lugar autogestionado como La Faena está ahí porque hay un tipo que se llama Javier Ortiz que se ha empeñado en sacarlo adelante, y lo hará siempre y cuando no llegue algo aún peor de lo que ya tenemos. Mi sensación es que siempre hemos sobrevivido no “gracias” sino “a pesar” de las instituciones.
Perteneces a la generación de grupos formados alrededor del cambio de milenio. ¿Qué elementos en común tiene Nudozurdo con otras bandas que surgieron a la par, en España en general y Madrid en particular, y cómo crees que os juzgará el tiempo?
Surgimos en el momento en que definitivamente se hunde la industria discográfica lo que significó que pusimos nuestra música en Internet con la esperanza de que alguien te haría caso y nos encontrarnos con una realidad bien distinta: no nos escuchaba ni Dios. Durante ocho años aproximadamente se fue creando un tapón de grupos que eclosionó en 2008 o 2009. Nunca hemos dejado de vivir en la precariedad: a la crisis de la música se sumó la general y es lo único que hemos conocido.
Sin embargo muchos de esos grupos (Toundra, Guadalupe Plata, Los Punsetes, vosotros…) estáis tocando en salas como Joy Eslava, Apolo, But,… con capacidad para unas 800 personas, y eso es algo inédito entre la “clase media” de la generación precedente…ToundraGuadalupe Plata
Madrid y Barcelona están bien, pero al final los grupos españoles tenemos tres o cuatro ciudades grandes en las que tocar y eso es insuficiente para crear un circuito. Para mí buena parte de este problema tiene que ver con la TV y su no apuesta por contenidos musicales de calidad. Es lo que ocurrió en los 80, además de la existencia de una emisora como Los 40 Principales que fue el escaparate perfecto. Nosotros tenemos a Radio 3, que está bien, pero no deja de ser minoritaria.
¿Compartes la crítica que habitualmente se hace a los festivales españoles por la uniformidad de sus carteles?
Yo no voy a quejarme, porque a Nudozurdo no nos ha ido mal en ese sentido, pero sí que es cierto que esa uniformidad existe y que a través de los carteles de los festivales se está generando un gusto, lo que a la larga va a ser dramático para los grupos diferentes y peculiares.
¿Cuál crees que es el papel que la prensa juega en todo esto?
A la prensa especializada le pasa como a los festivales: depende de sus lectores, porque eso a su vez condiciona que los anunciantes se dejen o no el dinero en el medio. Y eso provoca que haya una serie de artículos en los que el medio intenta congraciarse con un determinado tipo de público, el dominante. Luego están los generalistas que directamente están a por uvas. Yo leo El País y pienso que viven en otro mundo: reseñas de los Secretos, Sabina y caspa por el estilo que supongo que pretende satisfacer a una cuota de lectores. Eres El País, ¿por qué no puedes dar cabida a otras cosas? Me dejan anonadado, la verdad. En general pienso que la prensa musical se encuentra en una especie de nadedad, como si no quisieran decantarse porque eso les generara conflicto. Echo en falta más carácter, la verdad.