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De Togo a Irak: refugiados llenan de arte los barrios de Bruselas

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EFE

Bruselas —

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Un proyecto de integración belga conecta durante seis meses a ocho artistas refugiados con los vecinos de distintos barrios de Bruselas, que desde octubre pueden aprender a diseñar trajes para el Manneken-Pis con las técnicas textiles de Togo o asistir a clases de teatro al ritmo de la música iraquí.

Los artistas, procedentes de Togo, Palestina, Siria, Irak y Azerbaiyán, preparan junto a los residentes de ocho comunas bruselenses obras de arte, pinturas, esculturas, representaciones de teatro, música y bailes basados en la idea de sentirse en casa y de pertenecer a una comunidad.

El programa, titulado “Homelands: places of belonging” (en inglés, “Patria: lugares de origen”), busca empoderar a estos jóvenes refugiados y ayudarles a encontrar un lugar en la sociedad como artistas, al tiempo que aportan una parte de su talento a la ciudad que los ha acogido, explicó a Efe el director artístico del proyecto, Sergio Roberto.

En este sentido, destacó la importancia de que los vecinos de los barrios y los artistas entablen un “diálogo creativo, intercultural, lento y real” que no sería posible en un día o en un taller de un fin de semana.

Tony Bland Degli es el único artista africano del proyecto, llegó a Bruselas procedente de Togo y es diseñador de moda y estilista.

La mayor parte del protagonismo de su obra lo acapara una réplica del icónico Manneken-Pis de Bruselas, que reposa en un patio del barrio bruselense de Anderlecht (en el oeste) rodeado de un gran número de piezas textiles que previamente han sido enceradas y pintadas con colorante.

Degli explicó a Efe que su obra es una “creación textil” que le permite expresar sus orígenes africanos y aportar su “saber hacer” a los vecinos de Bruselas.

Lo que más destaca Degli de la sociedad belga en relación a su país es su “apertura”, lo cual le ha permitido desarrollar un proyecto artístico de esta envergadura, aunque, aclaró, “no es una trayectoria fácil”.

“Dado que soy una persona que viene de fuera y que no tiene la misma cultura, la integración social es un trabajo de cada día y hay que llegar a ganar la confianza de los demás. Es una trayectoria que en un momento dado te desestabiliza, lo más importante es mantener fijado un objetivo”, subrayó.

Hussein Rassin comparte con Degli su condición de refugiado y su pasión por el arte: es músico y actor de teatro, toca el laúd y ha grabado un documental, titulado en inglés “The way back” (“El camino de vuelta”), sobre la trayectoria que emprendió por Europa rumbo a Bruselas desde Bagdag (Irak).

Desde octubre realiza representaciones de teatro con niños en una asociación cultural del barrio de Moleenbek (en el noroeste de Bruselas) como parte del proyecto “Homelands: places of belonging”.

Rassin vivió su niñez en una pequeña granja de Irak, aunque su familia “tenía que mudarse constantemente por los problemas políticos”, ya que en aquel momento el país era gobernado por Sadam Huseín (1979-2003), relató a Efe. Tras la invasión de Irak en 2003 por una coalición de países liderada por Estados Unidos, la cual marcó el inicio de la guerra, se mudó a la capital.

A la hora de componer música, Rassin opta por combinar distintos instrumentos y estilos: “Cuando tienes un color está bien, pero cuando los mezclas tienes algo precioso, el arco iris, y eso es lo que quiero decirle a las personas, que somos bonitos, pero si convivimos juntos podemos hacer algo más bonito”, explicó.

Para él, el concepto de patria o lugar de pertenencia no tiene por qué ser una única cosa: “Mi hogar empieza con mi hija pequeña (de un año y medio) y mi mujer, pero puede ser cualquier cosa”, destacó.

Ana Belinchón

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