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Racismo, brutalidad policial y una desigualdad histórica: las razones que empujan a miles de personas a manifestarse en EEUU

Un grupo de personas participa en una protesta después del toque de queda cerca del lugar donde fue arrestado George Floyd en Minneapolis, el pasado 1 de junio de 2020

Icíar Gutiérrez / Gabriela Sánchez

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Las calles Minneapolis no solo hablan de George Floyd. También se acuerdan de Jamar Clark y Philando Castile. En Denver piensan en Marvin Booker, Paul Castaway, Jessica Hernández y Michael Marshall. En Los Ángeles, marchan por las mismas carreteras por donde miles de ciudadanos pidieron justicia en 1992, tras la absolución de cuatro policías después de golpear brutalmente a Rodney King en un control de tráfico: también hubo imágenes y los disturbios pararon la ciudad como lo hacen ahora. Entonces pensaron que no se podría volver a repetir. 

Las imágenes de un policía arrodillado sobre el cuello de George Floyd hasta provocar su muerte se han convertido en catalizador de décadas de rabia acumulada. Gritan “ya es suficiente” porque no es la primera vez que los afroamericanos son testigos de la violencia policial ejercida contra los ciudadanos negros, porque saben que ellos también podrían “haber sido George Floyd”. Su fallecimiento ha sido, denuncian desde Black Live Matter, “un punto de inflexión, un recordatorio muy familiar de que, para los negros, la aplicación de la ley no protege o salva nuestras vidas. A menudo amenazan y se las llevan”. 

Las protestas denuncian principalmente brutalidad policial contra las personas negras, que durante décadas ha sido el detonante de manifestaciones en EEUU. Marchan quienes piensan “podría haber sido yo”, marchan quienes aseguran estar hartos de añadir nombres a la lista de víctimas, con un simple pero rotundo “basta ya”. Los motivos que empujan a salir a la calle son múltiples y variados, pero si hay algo que se repite son las demandas de justicia para Floyd, con exigencias concretas como la detención de los tres agentes que acompañaban a Derek Chauvin, el policía que presionó su rodilla sobre su cuello durante casi nueve minutos, acusado de homicidio en tercer grado.

“¿Por qué tres de los cuatro agentes siguen en sus casas con sus familias mientras la familia de George Floyd está destruida?”, ha dicho Alicia Garza, una de las impulsoras del movimiento Black Lives Matter, en los últimos días. 

Las protestas se ven alimentadas por la sensación de impunidad, de que los casos de brutalidad parecen no tener consecuencias. Según las cifras recientes del grupo de investigación Mapping Police Violence, del que se han hecho eco varios medios estadounidenses, el 99% de todas las muertes a manos de la Policía entre 2013 a 2019 no acabaron con la acusación de los agentes, y mucho menos con condena, por un delito. De acuerdo con su análisis por cada millón de habitantes, los estadounidenses negros tienen casi tres veces más probabilidades de morir en un caso de violencia policial que una persona blanca. Los expertos insisten en que hacen falta datos oficiales más exhaustivos y actualizados para comprender la magnitud del problema. 

Entre las medidas concretas exigidas por los manifestantes se encuentran la “desmilitarización” de la Policía, la inclusión de  formación antirracista entre los agentes de Estados Unidos, y la aprobación de una legislación más dura contra la brutalidad policial. “Necesitamos comenzar a seguir los otros pasos de los países de todo el mundo para asegurarnos realmente de que estamos desmilitarizando nuestra fuerza policial ”, afirma Toy Anderson, miembro de Black Lives Matter Denver en una entrevista con la televisión ABC.

“Creo firmemente que debemos comenzar a entrenar a todos nuestros agentes para evitar los prejuicios racistas”, añade. En Chicago, las protestas despertadas en 2015 por la difusión del vídeo de la muerte del adolescente negro Laquan McDonald, que mostraba al agente blanco Jason Van Dyke disparando 16 veces, empujaron un proceso de revisión del Departamento de Policía de la ciudad. El agente fue condenado por asesinato en segundo grado y la Justicia emitió un informe que recogió investigaciones sobre el uso desproporcionado de la fuerza contra las minorías y describió a la policía de la ciudad como “mal entrenada” y sin supervisión, “con pocas razones para temer la disciplina”, informa Chicago Tribune. Una orden judicial histórica para reformar la policía de la ciudad, y mejorar la capacitación, supervisión y disciplina, pero el progreso ha sido lento.

Otra de las reivindicaciones que ha cobrado fuerza entre los manifestantes de Minneapolis, también desde el movimiento Black Lives Matter, es que se reduzcan los fondos destinados a actividades policiales y se destinen a programas sociales de vivienda, lucha contra la violencia machista o salud mental. “Exigimos la inversión en nuestras comunidades y los recursos para asegurar que los negros no sólo sobrevivan, sino que prosperen”, indica la red de activistas en una petición online en la que exigen “desfinanciar” a la Policía. 

La brutalidad policial, dicen, es síntoma de una desigualdad histórica y piden que se aborde el racismo “sistémico”. La muerte de George Floyd ha vuelto a reabrir viejas heridas. “Piensas en el policía que colocó su rodilla sobre Floyd, piensas en cómo EEUU tiene su rodilla sobre las personas negras”, dijo Priscilla Borker, una trabajadora social que acudió a las protestas de Brooklyn, en declaraciones recogidas por la revista Time. 

Dos “virus”: “COVID-19 y supremacismo blanco”

“La COVID-19 nos está matando, los policías nos están matando, la economía nos está matando”, agrega la mujer. Según varios analistas, el caso de Floyd ha sido la gota que ha colmado el vaso en un año marcado por los fallecimientos y la desesperación ligados a la pandemia de coronavirus, que, según los primeros análisis, está afectando de manera desproporcionada a la población afroamericana. “Actualmente, estamos luchando contra dos virus mortales: la COVID-19 está amenazando nuestra salud. La supremacía blanca está amenazando nuestra existencia. Y ambos nos están matando todos los días”, dice Black Lives Matter en su comunicado.

Los ciudadanos negros, junto a los hispanos, también han sufrido el descomunal golpe de los despidos por el cierre de negocios y el colapso de la demanda durante la pandemia. Según datos federales de febrero a abril recopilados por Reuters, el empleo hispano ha caído en más del 25%. Para los afroamericanos, la cifra fue del 17,6%, más modesta pero aún superior al 15,5% para los blancos. El ingreso familiar medio de las personas negras sigue siendo alrededor del 61% del de las blancas. En Minneapolis, es aún más bajo, alrededor del 44%, de acuerdo con Reuters, que cita a Tawanna Black, directora ejecutiva del Centro de Inclusión Económica de Minnesota: “Espero que no solo resolvamos la justicia penal, también lo que se requiere para lograr justicia económica y social”.

Desde la semana pasada, Minneapolis y más de 100 ciudades a lo largo del país han sido escenario de marchas y actos pacíficos. Pero también de disturbios, enfrentamientos e incendios, normalmente cuando cae la noche. La tensión ha ido creciendo conforme pasan los días, retroalimentada por actuaciones policiales muy cuestionadas y un discurso criminalizador desde la Casa Blanca.

Como otros activistas, Tay Anderson, de Denver, ha salido a rechazar los actos violentos, en un intento de que no empañen las demandas de las protestas. “Hemos tenido protestas pacíficas, y también hemos tenido disturbios. Los disturbios no son apoyados por activistas negros como yo. Hemos pedido a la gente que por favor se retire, que deje de destruir nuestra ciudad. Hay manifestantes blancos que asisten a nuestras manifestaciones que quieren agitar”. 

En los últimos días, se ha vuelto viral el discurso de la activista Tamika Mallory en una de las marchas de Minneapolis, en el que expresó su indignación ante quienes se ofenden más por las tiendas saqueadas que por los muertos por la violencia policial. “No me importa si incendian Target (supermercado) porque Target debería estar en las calles con nosotros pidiendo la justicia que nuestra gente merece”, enfatizó Mallory en una aplaudida intervención. “No nos hablen de los saqueos. Son ustedes los que han saqueado, EEUU ha saqueado a los negros (..). Nosotros aprendimos a saquear de ustedes. Aprendimos la violencia de ustedes. Así que si ustedes quieren que hagamos lo correcto, al carajo. Hagan lo correcto ustedes”.  

En la misma línea se ha manifestado Abdul-Jabbar, activista antirracista y exjugador de la NBA. “Tal vez la principal preocupación de la comunidad negra en este momento no sea si algunas almas desesperadas roban algunas camisetas o incluso incendian una comisaría de policía, sino si sus hijos, esposos, hermanos y los padres serán asesinados por policías solo por salir a caminar, correr, conducir”, defendió en una columna publicada por Los Ángeles Times

Ambas reflexiones recuerdan a las palabras formuladas por Angela Davis en el documental The Black Power Mixtape, tras ser preguntada por el uso de la violencia en la lucha contra el racismo. “Después de la violencia que existe en todas las capas de esta sociedad, hay que esperar que haya muchas de estas expresiones. Si eres una persona negra y sales a la calle todos los días viendo a policías negros rodeándote… si vives así constantemente y luego me preguntas si yo apruebo las armas: eso no tiene ningún sentido”, contestó la histórica activista hace más de 30 años. “Significa que quien lo pregunta no tiene la más mínima idea de lo que ha pasado la gente negra en este país”. 

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