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Cuatro historias para entender cómo afecta la “caída libre” de la cooperación española

De izquierda a derecha: Patricia de Rep. Dominicana, Saida de Marruecos y Mamadou de Mauritania.

Icíar Gutiérrez

“Me considero, como persona, un producto de la cooperación”. La biografía de Patricia Gómez, de República Dominicana, no podría escribirse sin mencionar la palabra 'empoderamiento'. Madre soltera de cuatro hijos, “era una persona alienada, maltratada. Me dedicaba a sobrevivir en la zona franca o vendiendo productos en la calle”, relata.

La necesidad de convertir su barrio en un espacio “más vivible” donde sus hijos no fueran víctimas de las drogas o la violencia, la llevó a poner en marcha una iniciativa de teatro y taekwondo para los más jóvenes de su comunidad. Fue el inicio de su nueva mirada sobre los problemas del barrio, una mirada “más colectiva” que busca construir desde lo local.

Ahora trabaja para Ciudad Alternativa, una organización que, entre sus múltiples frentes, batalla por el aumento del presupuesto en educación o la vivienda digna. “La cooperación ha sido muy importante. Sin ella trabajaríamos, pero con mucho menos impacto. Es una mano amiga en todo lo que hacemos”, sostiene Gómez.

“No hablo de injerencias, sino de apoyar a las voces que están allá en cumplimiento de los pactos internacionales”, asegura. “A mí me gustaría no depender de la ayuda, pero lamentablemente dependemos de ella. Hay mayor gracia en dar que en recibir”, añade.

Gómez forma parte del proyecto 'Héroes de la Ayuda' de Oxfam Intermón, con el que la ONG pretende mostrar “cómo la ayuda al desarrollo española contribuye a que muchas personas puedan mejorar sus vidas” y a transformar sus comunidades. Unos fondos que, tras el último recorte, se sitúan en un mínimo histórico: el 0,12% de la Renta Nacional Bruta, según se desprende del informe anual La realidad de la ayuda, presentado este martes.

“Es una caída libre”, critica José María Vera, director general de Oxfam Intermón. “Se nos dijo que cuando hubiera una recuperación económica, se recuperarían también estos fondos solidarios. Pero desde 2014 ha habido un crecimiento del PIB y no se ha producido este aumento, sino todo lo contrario, han seguido cayendo”, asegura.

La partida presupuestaria acumula un recorte del 73,5% desde 2008 y hasta 2015, de acuerdo con el estudio. Las cifras colocan a España a la cola de los países de la OCDE en lo relativo a desarrollo, en el puesto 26º de 28º, por delante de Eslovaquia y Polonia.

“Oxfam nos ha formado. Si no tiene los medios, no podemos pensar en un futuro. Espero de vuestro Estado el apoyo”. Saida Aitbihi procede del Marruecos rural y es allí donde desempeña su labor con mujeres de comunidades pobres. Su asociación capacita a víctimas de violencia de género en el conocimiento de sus derechos, brinda ayuda a madres solteras para que escolaricen a sus hijos y ofrece formación a mujeres que no saben ni leer ni escribir. “He vivido la vida de una mujer rural, sin derechos, sin libertad, sin poder salir de casa. Por eso acogemos a las mujeres, para que se integren en la vida social”, explica.

La acción humanitaria cae un 85% desde 2009

Jasem Al-Wrewir vive desde 2013 en el campo de refugiados de Zaatari, Jordania. Huyó de Damasco, donde gestionaba desde hace más de quince años un próspero negocio de eliminación de residuos. Una experiencia que pudo volcar como responsable del sistema de reciclado que la ONG ha desarrollado en el campamento. “El objetivo principal es proteger el medio ambiente, también hemos creado puestos de trabajo”, comenta.

El informe también revela que el presupuesto destinado a la acción humanitaria ha experimentado un descenso del 85% desde 2009. “Nos encontramos en una situación de agotamiento de las capacidades, de no llegar. Hacía décadas que no nos enfrentábamos a cuatro hambrunas: una ya declarada –Sudán del Sur–, tres de ellas –Yemen, Lago Chad y Somalia– en riesgo severo, con 20 millones de personas en riesgo de hambre”, denuncia Vera. “España prácticamente no está y es importante que la recupere”, apunta.

Se recupera la cooperación descentralizada

La mejora en la partida de cooperación de los gobiernos autonómicos y locales supone la excepción en el balance negativo de la ONG: sube un 18% y un 11% respectivamente. La organización lo atribuye al “cambio político” vivido tras las elecciones de mayo de 2015. Ese año, las comunidades autónomas aumentaron su ayuda al desarrollo en 20 millones de euros.

“Es un signo esperanzador porque había caído mucho en estos años. Algunas comunidades se mantienen, como Andalucía o el País Vasco. Otras siguen en cero, es el caso de la Comunidad de Madrid. Hay ayuntamientos, como el de Madrid, que han iniciado una senda de crecimiento”, puntualiza el director de Oxfam.

Hacia una “refundación” de la política de cooperación

“Ninguna política pública puede resistir una reducción de más del 73% de los recursos y mantener una mínima estabilidad, relevancia y proyección”, concluye el estudio de la ONG, que insta a España a revertir los recortes y “refundar” su política de desarrollo para hacer frente a los retos globales de la desigualdad, el hambre y el cambio climático.

“La Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es absolutamente transformadora. No hay que pensar una agenda: está ahí y la ha firmado nuestro presidente”, señala Vera. Este compromiso implica, entre otras cosas, alcanzar una ayuda al desarrollo del 0,7% del PIB. La ONG denuncia “la falta de voluntad política” a la hora de dar respuesta a esta agenda.

Por el momento, representantes del grupo parlamentario socialista, de Unidos Podemos y de Ciudadanos se han comprometido con el incremento al 0,4% de la ayuda al desarrollo al término de la actual legislatura. También Elena Bastidas, del Partido Popular, quien ha afirmado en la presentación del informe que “es un objetivo irrenunciable conseguir en esta legislatura el 0,4%”.

“Si la ayuda no llegara, sería una catástrofe. Existe el riesgo de que el Gobierno nos quite las tierras para dárselas al negocio del agro”, sostiene Mamadou Ousmane Dieng, líder campesino en Mauritania. Con el apoyo de la cooperación ha logrado introducir nuevos cultivos en su explotación, comprar ganado y poder vender el excedente en los mercados locales.

“Los niños ahora pueden ir al colegio, hay mucha gente que había tenido que migrar que ha vuelto a cultivar la tierra. Si no hay oportunidades la gente tiene que marcharse”, afirma. Pero la cooperación, para Dieng, no lo es todo: “Es muy importante, la primera línea, pero no hay que limitarse a ella. Somos una población muy pobre y vulnerable. Hay que apoyar la agricultura, pero también la sanidad o la educación”, sentencia.

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