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Banco Santander resta poder a Ana Botín para adaptarse a las recomendaciones del BCE

La presidenta de Banco Santander, Ana Botín, y el consejero delegado, José Antonio Álvarez, en una fotografía de archivo.

Economía

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Banco Santander prepara una reorganización de los poderes ejecutivos de la entidad. Su presidenta, Ana Botín, contará con unos poderes más acotados de los que tenía hasta ahora, en favor de su consejero delegado, José Antonio Álvarez, según han adelantado este jueves Expansión y Cinco Días, y ha confirmado este medio en fuentes financieras. El principal cambio, según detallan estas informaciones, es que Álvarez dejará de responder ante la presidenta y lo hará ante el consejo de administración, como es la norma general en la banca.

El BCE había aumentado hace años la presión sobre el modelo de gobierno de las entidades financieras, especialmente en España, donde tradicionalmente había primado la figura de un presidente ejecutivo, con un consejero delegado con una posición secundaria. El organismo supervisor había apostado por tener a un 'número dos' centrado en el negocio y la gestión del banco, mientras que el presidente asumiera una función de dirección del consejo de administración y de otras funciones. Así se han ido adaptando otras entidades durante los últimos años y Santander era una de las últimas en acometer este cambio.

Hasta la fecha, Botín era la presidenta ejecutiva con más poder en el sector. Ahora, el consejo debe aprobar un nuevo modelo de gobierno del banco, que distribuirá funciones de la presidencia en el consejero delegado. Fuentes de la entidad evitan valorar esta información hasta que se confirmen estas decisiones. El consejo tiene previsto reunirse este jueves por la tarde para aprobar la nueva estructura societaria. Según las citadas informaciones, se realizarán cambios en la composición del consejo. BBVA, quien también tiene un modelo significativamente presidencialista, ya había realizado algunos ajustes.

Álvarez, que ahora asumirá más responsabilidad y protagonismo en el banco, lleva en el cargo desde 2014 y estuvo a punto de dejar su posición en 2018. La entidad llegó a anunciar a su sustituto, el italiano Andrea Orcel, pero un desencuentro sobre el salario que solicitaba el directivo truncó su nombramiento. Este fiasco se ha saldado con una sentencia que obliga a Santander a dar una indemnización millonaria al directivo, aunque pendiente del recurso presentado por el banco.

Estos cambios se han ido sucediendo en todas las entidades del país, vinculado a la sucesión y a las grandes fusiones. En BBVA tienen un modelo similar al que ahora tendrá Santander, con un presidente ejecutivo pero un consejero delegado con autonomía y que responde ante el consejo de administración. En Sabadell, el histórico Josep Oliu cedió los poderes ejecutivos que tenía en la presidencia en favor de Jacobo González Bueno, nombrado como consejero delegado el año pasado. CaixaBank ya tenía un modelo en el que el presidente no era ejecutivo pero con la fusión con Bankia, José Ignacio Goirigolzarri ocupó el cargo con unos poderes muy limitados, siendo el consejero delegado, Gonzalo Górtazar, el encargado del negocio. Algo similar ocurre en Unicaja, donde precisamente el modelo de gobernanza provocó una fuerte discusión durante la negociación y se acabó optando por revisarlo dos años después de consolidarse la unión.

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