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ENTREVISTA Autor del libro 'La batalla por Uber'

Mike Isaac: “La pregunta sobre Uber es: ¿puedes crear una gran empresa sin ser un imbécil?”

Mike Isaac, periodista de The New York Times

Analía Plaza

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Mike Isaac es redactor de tecnología en The New York Times. Vive en San Francisco y cubre información de las grandes tecnológicas: Facebook, TikTok, Twitter, Uber. El año pasado publicó Super Pumped: The Battle for Uber, un libro que repasa la historia de la compañía, basado en más de doscientas entrevistas y que acaba de ser traducido al español (La batalla por Uber, editorial Catarata).

Hace meses resumimos en estas páginas veinte sorprendentes y desconocidos datos sobre Uber. Hoy se añade uno más: Uber compró en julio Postmates, el Glovo estadounidense, por más de 2.000 millones de dólares. Ahora que la pandemia hace trizas su principal negocio, preguntamos a Isaac qué le deparará el futuro.

¿Cuándo empezará Uber a ganar dinero y ser rentable? ¿Lo veremos algún día?

Es bastante loco. Antes de la pandemia, el CEO Dara Khosrowshahi le puso fecha: 2021. En 2021 serían rentables. Todo iba en esa dirección, las cosas iban bien... Y llegó la pandemia, que ha reventado la industria del transporte, el principal servicio de Uber. Este es el negocio que Uber trata de expandir. Su éxito está basado en el éxito del negocio de transporte en determinados mercados en los que les va bien, porque pierden dinero en muchos otros. Que no haya viajes en Nueva York o San Francisco hace desaparecer la idea de rentabilidad. Ahora apuestan por el reparto de comida, pero es un negocio que pierde mucho dinero y en el que hay mucha más competencia. Dios sabe cuándo serán rentables.

¿Hay algún mercado en el que lo sean?

Ahora no. Antes de la pandemia, en San Francisco y Nueva York. Londres y alguna otra ciudad europea iban bien. Pero eso se ha esfumado. Nadie hace viajes.

¿Compensa esta caída el reparto de comida a domicilio?

El reparto de comida crece. Crecía antes de la pandemia y ahora lo hace más. Pero no es suficiente. Uber había conseguido ser rentable con los viajes en ciertos mercados, porque ahí no tienen tanta competencia. En Estados Unidos básicamente han ganado, excepto for Lyft. Tienen competidores locales en otros países, pero también allí ganan.

El sector de la comida está menos desarrollado y hay mucha competencia, sobre todo en Europa. Allí las ciudades son más densas; Estados Unidos es enorme y en muchas ciudades no tiene sentido económico. Así que aunque el negocio crezca, aún no compensa, desafortunadamente para Uber.

Un juzgado de California dictó recientemente que sus conductores deben ser considerados trabajadores, no autónomos. ¿Está eso implantado ya? ¿Cómo cambia el modelo de negocio?

La ley de California se llama Assembly 5 y se aprobó el año pasado [la ley sirve para determinar si un trabajador debe considerarse empleado o autónomo]. Hay una parte que se está litigando ahora mismo, que ha permitido a las empresas continuar como antes. Pero eso no va a durar para siempre, en algún momento tendrán que ir a un modelo que los considere empleados.

En California puedes hacer proposiciones que se votan en las elecciones, que son en noviembre. Uber, Lyft, DoorDash y otras compañías han impulsado una proposición para que sus conductores y 'riders' no se rijan por la Assembly 5 y sean considerados autónomos. Básicamente, le piden a la gente que vote en contra de la ley.

¿Y qué opina la gente? En España, el Supremo concluyó hace unos días que un repartidor es un falso autónomo. Diría que gran parte de la opinión pública está de acuerdo. ¿Cómo es allí?

Puedo ver eso en Europa, especialmente en España, en comparación con Estados Unidos. Estados Unidos está más fraccionado. Incluso entre los conductores hay mezcla de ideas.

Muchos conductores luchan contra la nueva ley: su argumento es que, si trabajan en Starbucks, alguien les dirá cuándo deben llegar y cuándo irse a casa. Y eso no les gusta. Estos suelen ser los que conducen como segundo trabajo, Uber no es su primera ocupación. Quienes conducen para Uber como trabajo principal piensan: ¡debería ser un empleado a tiempo completo! Y gran parte del negocio de Uber recae en esa gente, ¿verdad?

Creo que es más un debate filosófico sobre las leyes laborales en Estados Unidos, sobre si deberían rehacerse y adaptarse a estos nuevos modelos o no. La opinión pública está mezclada. La izquierda, obviamente, apoya los sindicatos fuertes, pero son minoría en comparación con los demócratas liberales, que están en el centro, y los republicanos conservadores. No hay consenso.

En el libro mencionas muchos episodios sobre la cultura de Uber: acoso, gastos desmesurados, programas de espionaje... ¿Qué fue lo que más te sorprendió?

Pienso mucho en ello en términos de Silicon Valley. Uber no es diferente. A las empresas de Silicon Valley se las presiona a pasarse de la raya, a transgredir las normas. Eso es lo que se supone que deben hacer las compañías disruptivas. En la industria del taxi, en la banca... hay pequeñas startups que intentan romper el modelo establecido. Eso es endémico a cómo funciona Silicon Valley, es su sangre.

En lo que Uber fue diferente es en su CEO, Travis Kalanick. Iba demasiado lejos. Hasta tener comportamientos ilegales. El antiguo jefe de seguridad de Uber acaba de ser acusado de obstrucción a la justicia por tapar un 'hackeo' que sufrieron en 2016.

La diferencia entre Uber y el resto está en esa cultura: aquí está la raya y Uber se la salta. Parte del reto en ser CEO es aprender dónde está esa línea. Porque si no, el Gobierno te va a pillar. Uber ha aprendido eso a la fuerza.

¿Cómo era Kalanick como CEO?

Encajaba en el estereotipo de muchos emprendedores. Los inversores de capital riesgo aman a estos tipos, obsesivos, que pasan cada segundo de su vida trabajando en su idea. De nuevo, el tema estaba en que no conocía los límites. O nadie a su alrededor le decía: esto es mala idea. Imagina ser un 'tech bro' con millones de dólares en el banco y que alguien te diga que ciertas cosas no están bien. Eso pasó durante años en la empresa y terminó estallando en 2017.

¿Cómo es respecto a otros multimillonarios tecnológicos? Jeff Bezos es el hombre más rico del mundo y la gente desaprueba las prácticas de Amazon, pero sigue confiando en ella; Zuckerberg es ese extraño tipo que se pone muy blanco cuando habla en el Congreso...

Cada multimillonario tiene su personalidad y la gente se lo imagina de cierta forma. Zuckerberg fue admirado durante tiempo; ya no. Kalanick igual. La gente tiene sentimientos encontrados. Por un lado, sabes que hay partes de la industria tecnológica que no son buenas para el mundo en general. Por otro, la tecnología cada vez se usa más. Como Whatsapp o Instagram durante la pandemia. Hay una tensión real sobre qué es bueno para nosotros y para el mundo respecto a qué es útil para nuestra vida diaria.

Cuanto más grandes se hacen las empresas, menos opciones tienen los consumidores

Las empresas suelen dejarlo en manos del consumidor: es tu decisión, si no quieres usarlo no lo uses. Pero yo diría que han invadido tantos aspectos de nuestra vida... Zuckerberg está instalado en millones de teléfonos. Amazon se queda, poco a poco, con distintas partes del sistema logístico. Cuanto más grandes se hacen las empresas, menos opciones tienen los consumidores. No veo factible seguir culpando a la gente.

¿Hubiera sido posible montar Uber sin ser Travis Kalanick?

La idea estaba ahí. Otras empresas lo intentaron y fallaron. Antes de Facebook estaban Friendster y MySpace. Normalmente, hay una empresa que acierta y llega más lejos. La pregunta es: ¿puedes crear una gran empresa sin ser un imbécil? Yo quiero pensar que sí, pero hay gente en Silicon Valley que cree que no, que eso es lo que tienes que hacer para tener éxito.

¿Hay alguna startup que te guste?

Durante un tiempo, el mejor ejemplo ha sido Slack. Por su cultura interna. Fueron más conscientes desde el principio. Tendría que ver cómo van ahora, porque han crecido y salido a Bolsa, así que tendrán distintas presiones.

Otra cosa en la que pienso es que estamos en una era en la que las grandes tecnológicas se mueven a otros sectores. Facebook hace webcams y realidad virtual. Amazon ha presentado la Ring Indoor Cam [una cámara de seguridad]. Una idea que sobrevuela Estados Unidos es que cuando las empresas se hacen tan grandes, dificultan la entrada de otras startups. Hay ahí una potencial acción antimonopolio.

¿Uber sigue siendo malvada? ¿O ya no?

Hay dos versiones. Internamente se ha relajado. Cambiaron al CEO, a un montón de directivos. Sabían que tenían mala reputación y que había que mejorarla. Eso ha pasado en los últimos dos o tres años.

Lo que no ha cambiado es su modelo de negocio. Tienen todas las iniciativas que quieras: dicen que ayudarán a los conductores, que se preocupan por ellos... Pero al final el modelo es el mismo. Y depende de si piensas que ese modelo está bien o no. Mucha gente cree que no, que es explotación laboral.

¿Qué opinas de este tipo de innovación? Se han invertido miles de millones en un supuesto progreso que nos permite recibir comida en casa en lugar de ir a comprarla...

Depende de tu definición de progreso. La idea americana del progreso es conquistar el capitalismo, el mercado libre y el individualismo. Esa cultura de acumular muchísima riqueza y celebrar a quienes lo consiguen. Pero, ¿es esa tu versión del progreso? ¿Debería el progreso ser que todo el mundo tuviera las mismas posibilidades, o solo crear más disparidades entre la gente de arriba y la de abajo? La desigualdad aumenta. Las tecnológicas son ganadoras. Los que las crearon ganan miles de millones. Y el resto estamos haciendo lo que sea, abajo, en una clase media menguante.

Los americanos tienen una visión diferente de los europeos. Pero creo que hay un cambio generacional ahora mismo. Los jóvenes tienen una idea distinta del progreso en comparación con anteriores generaciones.

¿Qué piensan? ¿En qué productos tecnológicos están interesados?

Los sindicatos están en una segunda ola. Políticas como Alexandria Ocasio-Cortez se han convertido en la cara visible de cómo es un joven de izquierdas. En ausencia de confianza en el Gobierno, en ausencia de una iglesia fuerte... los jóvenes crecen siendo más liberales y tienden a ser más de izquierdas que antes. Es fascinante. Siguen usando servicios tecnológicos, pero hay un mayor deseo de usarlos con responsabilidad.

¿Cuánto tiempo crees que durarán Uber y compañía? ¿Sobrevivirán aunque sigan perdiendo dinero?

Son empresas que solo tienen sentido en áreas urbanas súper densas. Ahora estamos en un período económico complicado, que no sabemos cuánto va a durar. Y se les sigue dando dinero para que no vayamos a un nuevo crash. La gran pregunta es: ¿son demasiado grandes para caer? ¿Habrá una nueva crisis? ¿O seguirán gastando dinero y serán adquiridas por fondos de 'private equity'? Porque realmente cuentan una buena historia, de: una vez lleguemos a este punto, ganaremos dinero...

¡Pero llevan contando esa historia muchos años!

Es cierto. Y no pueden seguir contándola siempre. Tengo curiosidad por saber qué pasará.

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