Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
Lo que ha unido Rouco no lo separa ni Dios
Se nos va Rouco con sabor a cruzada de posguerra y citando por victorias los ministros del Gobierno de España. Rouco evangelizó en el PP y Rajoy dejó hacer porque a Rajoy no le gusta que le den la murga, sea en el pleno de control del Congreso o en misa, pero a Rouco le durarán estas victorias lo que dure la mayoría absoluta y no parece que vaya a ser demasiado: a los ministros con sotana, Wert y Gallardón –y con permiso del 'condecoravírgenes'–, los está guillotinando el paso del tiempo y deambulan por el purgatorio llamando a las puertas de las eléctricas, lo más parecido al Cielo en la Tierra si de ministros hablamos.
Se nos va Rouco con olor a COPE bendita por las mañanas, mientras España se paganiza y la plebe se despelota en cuanto llega la primavera, con las iglesias haciendo eco, el vulgo entregado al selfie carnal y el Papa Francisco en plan rojeras. En la medida en la que Rouco ganó algunas batallas en el Gobierno, las ha ido perdiendo todas en la calle e incluso en el Tribunal Constitucional. Y como es sabido, las élites, tarde o temprano, se hacen a los usos del pueblo, aunque sólo sea por no descabalgarse del poder.
Rouco deja un país en el que cada vez se folla más y, en consecuencia, mejor, y que pide consejo a los párrocos, fundamentalmente, para saber si el coro puede cantar una de los Beatles el día de la boda. Y para oprobio de Rouco, los curas como Rajoy, dejan hacer. Rouco intentó quedarse con nuestro mando de televisión y las llaves de nuestro dormitorio y no lo consiguió, pero podrá contar a sus nietos (perdón) que se quedó con nuestros impuestos gracias a los de siempre.
Del mandato de Rouco nos quedan los alegatos contra los homosexuales, los divorciados exprés, las mujeres, los rojos y semirojos, la Educación para la Ciudadanía, los independentistas y los pecadores en general. Podría revisitar algunas de sus declaraciones más polémicas –incluida su despedida conspiranoica del martes–, pero permítanme que le echemos un vistazo al Directorio de Pastoral Familiar que aprobaron los obispos en 2003, cuando Rouco dirigía la Conferencia Episcopal. Es un documento que confirma que los obispos viven entre unicornios.
La Conferencia Episcopal afirma sobre la liberación sexual: “Nos ha dejado un testimonio indudable de lo pernicioso de sus efectos. (...) Nos hallamos ante un alarmante aumento de la violencia doméstica; ante abusos y violencias sexuales de todo tipo, incluso de menores en la misma familia; ante una muchedumbre de hijos que han crecido en medio de desavenencias familiares, con grandes carencias afectivas y sin un hogar verdadero”.
Curiosamente, a los obispos se les han olvidado los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia, aunque en el caso de los pederastas de la Iglesia, sus crímenes se han producido antes y después de mayo del 68.
“Este hecho nos conduce a entender que detrás de las propuestas culturales más extendidas existen intereses económicos muy fuertes (el negocio de la pornografía, la prostitución, el aborto, los medios anticonceptivos, etc.), que implican al mismo tiempo un complejo entramado de posiciones políticas, educativas y culturales”.
Lo que vienen a decir los obispos es que hay una conspiración para que forniquemos más (se entiende que más que ellos).
“El resultado natural de este proceso es la soledad de un hombre amargado y frustrado, tras una larga serie de amores falsos que le han dejado en su interior graves heridas muy difíciles de curar”.
¿Pero la vida no es esto y buscar un enchufe para cargar el móvil?
“Guárdese, igualmente, la dignidad y el decoro de los vestidos en la celebración del sacramento del matrimonio”.
Los curas no son ciegos y se han percatado de que todo el mundo va descocado en cuerpo y alma a las bodas. De una boda sale otra boda, señala el dicho, aunque la barra libre y el 'Caribe Mix 8' no predispongan al amor eterno, sino más bien a furtivos escarceos. Lo único que se me ocurre para solucionar esto es que las bodas se celebren en diciembre y sin calefacción.
“La virginidad o celibato por el reino de los cielos recuerda que la vida en este mundo no es la definitiva”.
¿O sea que la farra es en la otra vida?
“El noviazgo se trata de una relación con una cierta estabilidad y compromiso común, distinta de un simple encuentro sin más continuidad o de una relación sin otro fin que el trato mutuo”.
Nada de amigos con derecho a roce ni polvos playeros.
“De manera especial deberán ayudarse (los novios) mutuamente a crecer en la castidad”.
La famosa ducha fría.
En el apartado titulado 'Malos tratos' se lee lo siguiente:“Cuando haya dificultades para la buena convivencia (en el matrimonio), los Centros de Orientación Familiar pueden ofrecer consultas e intervenciones adecuadas para restablecer la armonía. Si se llega a situaciones graves de malos tratos ha de aceptarse la separación como un mal menor. Además, puede estudiarse si hubo causa de nulidad”.
De acudir a la policía o los juzgados, los obispos no dicen nada, aunque más adelante sí citan a jueces y abogados pero para pedirles que eviten “implicarse personalmente en lo que conlleve una cooperación con el divorcio”. Además, la Iglesia sólo acepta que la mujer se separe de su agresor en caso de “situaciones graves” de malos tratos. Esto, simplemente, es una canallada.
En fin, se nos va Rouco –como el cura facha de 'La Escopeta Nacional' que gritaba escandalizado “lo que he unido yo en la Tierra no lo separa ni Dios en el Cielo”– abroncando a esa España infiel que no pide permiso para tocarse, ni confiesa sus pecados, y todos es licencioso y 27 pajas. Vamos, lo normal si no vives en la Edad Media.
Y dentro de unos años la gente dirá: ¿Cómo se llamaba ese obispo que era clavado a Paco Clavel?
Sobre este blog
Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.