Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
La BBC y la educación vasca
¡Qué verdad es que una idea mil veces repetida termina instalándose en el acervo común de los implícitos, sin exigir un mínimo contraste con la realidad! La BBC en un reportaje titulado “Cómo el País Vasco se ha convertido en un potencia mundial en educación” nos devuelve una mirada narcisa sobre nuestro sistema educativo, la de un sistema que se codea con los países que lideran las pruebas de medición internacionales en materia educativa. ¿Estamos ante un reportaje de encargo? Vamos a ver si las afirmaciones que se vierten en el reportaje se compadecen con la realidad.
La BBC asienta uno de los pilares del supuesto éxito en el carácter fuertemente identitario del sistema. Nada nuevo bajo el sol. La escuela como institución escolar siempre han sido la herramienta aquí y en todas partes de la que se han valido los Estados-Nación para promover una cohesión social en torno a un territorio, una lengua, una bandera. Es lo que hizo el estado español colonizando con su ideario nacional uniforme todos los territorios bajo su “imperial” capa. Los más veteranos del lugar recordarán las “escuelas nacionales”. Los nacionalismos sin estado han buscado sus propios caminos, cuando no han podido contar con la herramienta de la escuela. El vasco se vio obligado a veces a refugiarse en las diputaciones y municipios, otras veces en la Iglesia y otras en iniciativas sociales de carácter privado. Y cuando ha dispuesto de cierto grado de autonomía para la gestión de la escuela de titularidad estatal, esta ha sido también un lugar de forja de la conciencia identitaria mediante la lengua y el curriculum. Con todo, a diferencia de otros, nada más lejos de este país plural que la unidad identitaria y el funcionamiento tipo Fuenteovejuna.
Una herencia que nos ha dejado precisamente esa historia de luchas hegemónicas con el poder central poco respetuoso de las identidades periféricas es la de una potente red privada, en su mayoría concertada, que la BBC vende como una fortaleza del sistema, vinculándolo al espíritu empresarial vasco. Para remate, la directora de la Ikastola Lauaxeta, asegura, según la BBC, que este sistema de pago compartido por medio de las cuotas hace que los padres se involucren más en la gestión de la escuela. Todos sabemos que esa es precisamente una medida que torpedea la línea de flotación de la equidad y que al mismo tiempo que supone ahorro al erario público, sobrecarga a las familias porque costean parte de lo que “subcontrata” la Administración, promoviendo una espiral de segregación rampante. Menos mal, todo hay que decirlo, que el reportaje se hace eco también de la concentración de alumnado inmigrante y de guetización de algunos centros, principalmente públicos.
Otro mérito invocado es la inversión pública que se hace en educación. Todo depende de qué datos se pongan en la mesa y cuáles se guardan en el cajón. Euskadi hace una fuerte inversión por alumno o alumna, pero porque tiene un PIB per cápita (en torno a 30.500 euros en 2015) muy por encima de la media estatal (23.300), cerca la media de la zona euro (30.700). Sin embargo la cantidad de PIB que se dedica a educación en Euskadi (4,2% en 2013) es menor que la OCDE (4,8%) y que en España (4,3%). Vaya lo uno por lo otro. Nuestro potencial económico nos permite gastar más por alumno, aunque dedicamos menos de nuestra riqueza a educación. En lo que sí estamos muy a la cabeza es en gasto privado, lo que tiene que ver con el recién comentado esfuerzo de las familias, que es el doble de la media de la UE 21 y casi veinte veces más que el de Finlandia, con quien nos compara el reportaje.
Pero no basta con saber cuánto se gasta, sino si es eficiente el gasto. Por un lado el nivel de graduados en enseñanza básica es muy alto y el nivel de abandono escolar bajo, es cierto. Pero los nivelesde matemáticas (mejores que la media de la OCDE), lectura (en la media) y ciencias (por debajo) nos devuelven una correlación insatisfactoria entre lo que se gasta y lo que rinde. Las evaluaciones de diagnóstico nos dibujan una situación de estancamiento. Y el informe Mackinsey que distingue cuatro categorías para situar a los sistemas educativos (de pobre a aceptable; de aceptable a bueno; de bueno a muy bueno y de muy bueno a excelente) nos coloca todavía en la franja segunda, cerca eso sí de empezar a movernos en la tercera: de bueno a muy bueno.
No se trata de negar el carácter emprendedor de la comunidad vasca, ni de menospreciar algunos logros meritorios, pero sí de huir de los discursos triunfalistas oficiales y de ser más exigentes con nuestras mediocridades, más aún teniendo en cuenta las posibilidades que ofrece nuestro desarrollo económico. En definitiva, como se predica en los actuales manuales de coaching al uso, es preciso que la educación vasca salga de su zona de confort. Y para ello la autocomplacencia no es buena compañera.
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