Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
¿Quién representa hoy el legado de Euskadiko Ezkerra?
Euskadiko Ezkerra es uno de esos partidos que ha dejado una profunda impronta en Euskadi. Una impronta que con sus luces y sus sombras alcanza hasta la actualidad. Yo mismo recuerdo como siendo un chiquillo, no contaría con más de 10 años, me acercaba al local que este partido tenía cerca de nuestra casa a pedir unos plantones de roble que repartía como campaña electoral. Aquellos robles significaban algo muy profundo. Era el símbolo inequívoco de Euskadi, pero no de cualquier Euskadi, probablemente, la más real de aquel momento. Una que no obviaba sus evidentes problemas de convivencia y de tipo social. Una Euskadi que aspiraba a compartir raíces y símbolos, y a encontrar respuestas a los graves problemas de paro, medioambientales o a la crisis económica que vivía.
Más allá de ser la primera campaña electoral que recuerdo, lo relevante es que creo que es imposible en este país ser de izquierdas y no sentir cierta fascinación y prudencia por lo que aquel proyecto representó y aún representa en determinados sectores. Fascinación por su vocación clara de desafiar lo establecido, el poder del PNV, la forma única de entender el país, su patrimonialización, el clientelismo... Fascinación por la defensa de causas sociales y medioambientales innovadoras como la RGI o el trabajo en torno a Urdaibai...
Y también prudencia. Porque es fácil ver algunas de las sombras que acompañan a toda izquierda que sea digna de identificarse con estos principios. Ahí están las dificultades de gestionar la pluralidad interna o de mantener firmes los principios y no sucumbir ante los cantos de sirena del poder establecido en Euskadi. Tal vez, la parte menos brillante de Euskadiko Ezkerra esté vinculado a su pacto de gobierno con el PNV o a su fusión con aquel PSE de la corrupción y Felipe González.
Mucho se ha escrito estos días sobre si fue una fusión o una absorción. Hoy, lo relevante políticamente creo que es constatar dos cuestiones bien diferentes. La primera, que en Euskadi no hay posibilidad de un proyecto político, transversal en lo identitario, que tenga la digna aspiración de impulsar realmente transformaciones sociales, si no se construye desde la vocación clara de liderar este país. Esto no significa afirmar retóricamente la pretensión de desalojar al PNV de las estructuras de poder. Es más profundo, es saber que ese cambio en una sociedad plural como la vasca solo llegará de la mano de la colaboración de las diferentes izquierdas. Es saber que quien lleva demasiado tiempo gobernando este país no forma parte de la ecuación, no tiene las soluciones a los retos presentes y futuros que enfrenta la sociedad vasca.
En este sentido, las continuas renuncias del PSE ya en el 86 pero también en la actualidad lo invalidan como alternativa. Hoy ese proyecto es irreconocible políticamente. Solo se entiende como el apéndice gubernamental de un PNV que no se ve ni tan siquiera en la necesidad de mover ni una coma de sus políticas fiscales, sanitarias, educativas o de inclusión social por pactar con ellos.
La segunda cuestión relevante, más que si fue una fusión o absorción la del PSE sobre Euskadiko Ezkerra, es que el legado político de ese proyecto en su etapa más brillante entre 1982 y 1990 se ve, se siente más en Podemos Euskadi que en el PSE por mucho que absorbiera o fusionase sus siglas. Hoy, el único partido que de una forma abierta aboga por desalojar las ya agotadas políticas del PNV es el partido morado. Hoy, quien enarbola la lucha contra el caso De Miguel, Margüello o de los comedores escolares es Podemos. Hoy, quien en la calle y en las instituciones está hablando de la crisis de la industria vasca, del empleo precario, del debilitamiento progresivo de los servicios públicos vascos o de la necesidad de la transición energética para hacer frente al cambio climático somos nosotras. Quienes estamos claramente representando en Euskadi ese proyecto vasco compartido, plural y transversal, con vocación de mayoría social, es Elkarrekin Podemos.
En muchas de estas cuestiones coinciden Podemos Euskadi y Euskadiko Ezkerra. Que no lo haga también en el destino está en nuestras manos y las de la ciudadanía vasca.
Curiosamente, uno de los paralelismos más evidentes entre estas fuerzas políticas es el que tiene que ver con el autogobierno. Aquella Euskadiko Ezkerra que reclamaba con insistencia un Estatuto para Euskadi tiene un claro paralelismo con la defensa que desde Elkarrekin Podemos estamos haciendo no solo de que haya un nuevo Estatuto, sino para que este sea fuertemente social, blinde los derechos sociales y tenga una impronta feminista en su génesis. Un Estatuto que hable de Euskadi como nación plural que aspira a convivir democráticamente.
Hoy si en Euskadi no se ha impuesto una lógica de mayorías de la mitad más uno. Si hoy en Euskadi no se ha generado una dinámica de bloques como la que acariciaba el Sr. Egibar hace escasos meses, ha sido en buena medida por la firmeza de Elkarrekin Podemos en no sumarse a ninguno de estos bloques. Hoy, entre otros, pero también por este motivo, se han sentado las bases de un acuerdo inclusivo que pueda ser respaldado por una inmensa mayoría ciudadana en Euskadi.
Aquellos retoños de los que hablaba al comienzo convivieron muchos años con nuestra familia, pero menos que lo que perdura el legado político de aquella brillante Euskadiko Ezkerra. Y muchos menos que el camino que tiene por delante una izquierda vasca transversal en lo identitario y con vocación de liderar este país como es Elkarrekin Podemos.
*Sergio Campo es secretario de acción política y estrategia de Podemos Euskadi
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